Cuatro poemas
María del Carmen Marengo
Tu dolor
entre las manos,
ibas con él a todos lados.
Como las hojas cuando se desplazan
hacia algún punto,
arrojadas de sí,
como sabiendo
que ya no volverán a ser
nunca más, nunca más eso que eran,
hojas, verdes, unidas todas a una misma savia
y a un mismo corazón blanco, de blanca
carnosidad motora.
Así
te desplazabas
hacia adelante.
Y todas, y cada una,
de las pequeñas, o inmensas,
heridas del universo
haciendo eco
en tu cuerpo.
***
Viviremos
en una casa pequeñita.
Si me hubieras visto antes,
tal vez,
viviríamos en una casita grande
con tus árboles
allí.
Colocaremos
algarrobos, magnolias,
gráciles criaturas creciendo
entre nuestra alma y los recuerdos.
Para que así
una preciosa maravilla
nos doblegue,
nos lleve a ser
ese otro sol, esa otra estrella.
***
Perdido el cielo prometido,
no buscas
nada semejante
ni nada
que pueda parecerte tan hermoso.
Y si ya creíste
que te dieron
y te quitaron
todo lo que podía serte dado y quitado
¿a qué entonces
jugar
a lo más puro,
a lo más ferviente?
¿con reservas?
Nada redime con reservas;
menos aun
si quedan hojas rotas,
restos de frutos
de la discordia.
***
Sin embargo
sabías hacia adónde ibas.
Convertido en pájaro,
buscabas una rama
donde asir tus nervaduras
y ser, otra vez,
hoja, ave, paloma
que nunca habías sido,
sobre la corteza suave
o áspera
de la intemperie acogedora
que calmara tu ser de tempestades
desvalidas,
tu mirar de hojas rotas,
de alas sorprendidas.
Posted: September 16, 2012 at 4:56 pm
María, qué bellos poemas! Me hacés llorar, de verdad. Son intensamente emocionantes y, a la vez, mesurados en el decir y con un grado de sencillez y condensación notables. GRACIAS!!!!!