LITERAL 30
Failure! / Fiasco!
“Freedom is not worth having if it does not include the freedom to make mistakes.” Of the many edifying phrases attributed to Mahatma Gandhi, who emblemized civil disobedience and pacifism, this is perhaps the one that best conveys democratic willpower. And yet in our time, as everything passes through the gateway of politics and economics, to err is costly and the consequences tend to be grim. This is especially true if the mistake was not a manifestation of freedom, but rather the outcome of a vulgar ruse. In Mexico, a large swath of the population is convinced that fraud took place during recent elections where, according to statements made by former candidate Andrés Manuel López Obrador, five million Mexicans were either the victims or the accomplices of massive ballot purchasing. Five million: that’s a lot of voters… Likewise, there are many who warn that the root of this discrepancy lies in the system itself, which cancels everything out. The national arena affects the global arena, and vice versa; moreover, inept or corrupt elites are followed by a citizenry incapable of honoring its own vote. Thus, it comes as no surprise that, in terms of the recent economy, the U.S. and European banking crisis was closely tied to proven cases of high-level corruption. System failure? In one of the articles that comprise this issue of Literal. Latin American Voices Alasdair Roberts quotes Bernard Crick by saying that democracy often demands we work with people who are “genuinely repulsive to us.” A phrase that has become pertinent to such an extent that one of our current dangers involves a mistrust of politics and its institutions: “We have made the leap from ‘genuinely repulsive’” failures to anti-systemic temptations.
“La libertad no vale la pena si no conlleva la libertad para equivocarnos”. Entre las muchas frases edificantes atribuidas Mahatma Gandhi, emblema de la desobediencia civil y el pacifismo, quizá no haya otra con igual voluntad demócrata. Aunque en nuestros días, cuando todo pasa por la puerta de la economía y la política, equivocarse cuesta caro y las consecuencias suelen ser fatales. Más si el error no ha sido un ejercicio de la libertad sino sólo el resultado de un vulgar embuste. En México una franja importante de la población está convencida del fraude en las recientes elecciones donde, según afirma el ex-candidato Andrés Manuel López Obrador, cinco millones de mexicanos fueron víctimas o cómplices de la compra masiva de sufragios. Y cinco millones son muchos votantes… Por lo mismo, no falta quien advierte que la raíz de este desajuste se halla en el propio sistema, donde todo se corresponde. Lo nacional afecta a lo global y viceversa; asimismo, a las elites ineptas o corruptas le sigue una ciudadanía incapaz de honrar su voto. A nadie se le escapa así que, en el plano de la economía reciente, la quiebra de la banca estadounidense y europea se vio estrechamente relacionada con casos probados de corrupción al más alto nivel. ¿Falla del sistema? En uno de los artículos recogidos en esta edición de Literal, Latin American Voices Alasdair Roberts cita a Bernard Crick: “A menudo, la democracia exige trabajar con personas realmente repugnantes”. La frase resulta pertinente en la medida en que uno de nuestros peligros actuales es la desconfianza de la política y sus instituciones: del rechazo a las fallas “realmente repugnantes” pasamos a la tentación antisistémica.