Essay
Abismos de carne y de luz. La poesía de Sandra Lorenzano
COLUMN/COLUMNA

Abismos de carne y de luz. La poesía de Sandra Lorenzano

Socorro Venegas

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Como ocurre con las lecturas entrañables, este es un libro que tiene que ver conmigo. Abismos, quise decir (Círculo de poesía, 2024), me habla a mí, da cuenta de mis pérdidas, de los lugares a los que han migrado mis años y mis amores. Y de todo esto no se habla oscuramente, al contrario: la poesía de Sandra Lorenzano llega con toda la luz de la melancolía y del erotismo.

Con esta obra la autora obtuvo el Premio Clemencia Isaura de Poesía en 2023. Es un libro que conmueve desde la dedicatoria que Sandra hace para su hija, Mariana, a la que llama su maestra de vida. Al leer esas primeras líneas pensé que era una declaración muy de la personalidad de Sandra, que es una generosa maestra (lo dicen sus estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM), y es también una gran curiosa: todo lo quiere leer y comentar y pensar y conversar y aprehender.

Si en sus novelas Lorenzano teje con astucia las tramas de sus historias, en su poesía hay sobre todo sabiduría, nos muestra que el lenguaje, a veces, no dice lo que dice, sino algo más. Ese algo más es una verdad revelada, que suele surgir de una especie de “error” de lectura, es más bien una lectura deseante, pues Sandra lee lo que necesita en los versos de otros poetas:

“Todo mapa es una isla”, escribe Alberto Blanco.

Y yo leo “Todo mapa es una vida”.

Como nuestra historia.

El cuerpo es el mapa en la escritura de Sandra. Se renueva. También su memoria, su dolor, el tacto. Lo esencial permanece. Escribir entonces se vuelve un balance: lo que se va, lo que se queda. En este libro es el cuerpo el que atraviesa exilios, llegadas, futuros. Hay, por tanto, desmembramiento, la cartografía desvela ínsulas. La palabra escrita muestra todo su poder creador:

desierto escribí y un aire caliente me cubrió brazos y piernas

fuego oscuro en medio del pecho

la luz que me obligaba a cerrar los ojos

la arena clavada en la piel.

Asistimos a la extrañeza de saber que cada cierto tiempo hay una mudanza en nuestro cuerpo, pasa inadvertida y eso la vueve más brutal y hermosa:

“La piel se renueva totalmente cada cuarenta y ocho días”. ¡Con razón!, pienso. Con razón este desconcierto.

Bajo la epidermis, una memoria permanece: “sólo el tatuaje me hará saber que pude haber estado”. Y la resolución de la caricia, la restitución que trae el erotismo: “Yo te dibujo mapas con mi lengua, para fundar en ti una nueva patria. Matria generosa”.

Mención aparte merece el apartado del libro en que sandra dialoga con la obra del poeta ucraniano Ilya Kaminsky, aunque en realidad aquí hay una conversación mayor: Sandra trae las voces e historias de su madre, de su abuela, de los antepasados de Odessa, las condensa para que su hija sepa qué más le corre por las venas. “Esto ya lo viví: el horror. Ella, mi hija, yo misma, llevamos esas huellas en la sangre. Por eso me sumerjo en ti: agua fresca para mi sed.”

Es una superviviente la que escribe y la que ha encontrado en la persona amada un refugio. Un lugar para la luz, la celebración de “cada instante de la vida (…) También ésa es mi herencia, te digo”.

Debe estar por publicarse la edición mexicana de Herida fecunda, obra por la que la autora obtuvo recientemente el XV Premio Málaga de Ensayo José María González Ruiz y que verá la luz bajo el sello de Páginas de Espuma. Será importante encontrar los ríos profundos que van y vienen entre ambas obras, toda una poética del exilio que abarca tanto sombras como territorios gozosos. “Morimos más de una vez”, escribe Lorenzano. Es sabiduría del sobreviviente, como ya dije.

En uno de sus brillantes ensayos, Ursula K. Le Guin contraría aquella frase de Tolstói según la cual todas las familias felices se parecen, pero las desdichadas son desdichadas a su manera. Le Guin considera que vale la pena escribir la felicidad y que no es ordinaria o menos interesante que la desdicha. Esa tarea también parece impulsar la escritura de Sandra. Porque no solo se trata de sobrevivir, sino de saber, como en la canción interpretada por Teresa Salgueiro, una voz convocada en las páginas de Abismos, quise decir, que “nada es mayor que amar”.

 

*Foto de Fabian Struwe en Unsplash

 

Socorro Venegas es escritora y editora. Su libro más reciente es Ceniza roja (Páginas de Espuma, 2022). Ha publicado, entre otros, el libro de cuentos La memoria donde ardía (Páginas de Espuma, 2019), las novelas Vestido de novia (Tusquets, 2014) y La noche será negra y blanca (Era, 2009), que serán publicadas en España por la editorial Contraseña. Ha recibido el Premio Nacional de Cuento “Benemérito de América”, Premio Nacional de Novela Ópera Prima “Carlos Fuentes”, Premio al Fomento de la Lectura de la Feria del Libro de León. Ha dirigido proyectos editoriales en el Fondo de Cultura Económica, donde creó la colección de álbum ilustrado “Resonancias”. Es directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, donde creó la colección de novela y memoria “Vindictas”, que recupera la obra de escritoras marginalizadas del siglo pasado. Su Twitter es @SocorroVenegas

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Posted: May 27, 2024 at 9:57 pm

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