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Anora
COLUMN/COLUMNA

Anora

Rose Mary Salum

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El principio nos lleva a una historia muy familiar: la vida de una prostituta que conoce a un hombre millonario del que se enamora casi enseguida. Pero en esta ocasión, en la película que dirige Sean Baker y que titula Anora, el desarrollo dista de llevarnos a lo que ya nos es predecible. Quizá la vuelta de tuerca de la trama sea el motivo por el cual la película haya sido merecedora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes 2024. Y eso que comienza como un cuento de hadas, o incluso como una comedia, evoluciona hacia una profunda exploración del deseo y de las complejidades de la creciente polarización en las relaciones humanas.

Sean Baker es un cineasta estadounidense conocido por sus narrativas humanistas. Las influencias artísticas de Baker pero, sobretodo, la educación que recibió al crecer en New Jersey, marcó su enfoque cinematográfico. No es la primera vez que el director reunió a un elenco compuesto por artistas con y sin amplia experiencia para dar vida a una historia que, en gran medida, fue revelándose a lo largo del rodaje. Esa suerte de improvisación le ha permitido un estilo que deviene en historias auténticas y centradas en los personajes. A sus 53 años, tiene en su haber algunos éxitos de pantalla como lo fueron The Florida Project (2017) y Tangerine (2015), ambas exploraciones empáticas y realistas de comunidades marginadas.

Sus historias han sido concebidas para el cine. En un mundo rutinario cuya única diversión se centra en las plataformas como Netflix o Amazon Prime, el director ha puesto su enfoque en la gran pantalla. En una entrevista reciente que le hicieron, comentó:

ver una película en casa mientras se navega por el teléfono, se responde al correo electrónico y se presta atención a medias no es el camino, aunque a algunas empresas tecnológicas les gustaría que pensáramos lo mismo. (…)Por eso digo que el futuro del cine está donde empezó: en una sala de cine.

En este proyecto del 2024, su intención fue la de explorar las complejas dinámicas del poder, la identidad y la movilidad socioeconómica. El rodaje principal de Anora comenzó en febrero de 2023, en Brooklyn, incluidas las zonas de Brighton Beach, Coney Island y Sheepshead Bay. La película se rodó en 37 días, utilizando película Kodak de 35 mm para capturar una estética de drama criminal de los años 70 que resulta una de las mayores virtudes de su producción. Cabe destacar que las escenas de la mansión Zakharov se grabaron en la mansión de Mill Basin que alguna vez perteneció al oligarca ruso Vasily Anisimov.

De ese modo, al inicio de la historia, la cámara de inmediato nos muestra a Ani (Anora), una bailarina exótica de 23 años de ascendencia rusa interpretada por la actriz Mikey Madison. En las noches, Ani trabaja en un centro nocturno donde trata de conquistar a los hombres que visitan el lugar para luego excitarlos y llevarse un dinero a la bolsa. En un momento dado, el personaje conoce a Vanya, un joven inmaduro de 21 años, hijo de un oligarca ruso. Vanya, interpretado por Mark Eydelshteyn, encarna la imprudencia y los privilegios asociados con la riqueza desbordada que suele producir aquél país. La vida de este personaje, al que tenemos acceso solo a través de los ojos de Ani, pone en evidencia las tensiones entre los diferentes estratos sociales, así como las disparidades culturales entre el modo de ser ruso y el estadounidense. Aún así, la química entre ambos jóvenes se impone a pesar de la distancia económica y cultural que los separa. Ani se convierte en la cortesana que guía a Vanya en sus primeros encuentros sexuales. La experiencia surgida de esa relación es tal que, en un momento de impulsividad, ambos se casan durante su viaje a Las Vegas. Pero cuando los padres de Vanya se enteran, la historia da un vuelco hacia situaciones tanto absurdas como ilegales en la que Anora pierde todo control sobre su vida. Su única resistencia es la del lenguaje, que resulta florido y hasta divertido pero que pone en evidencia su escaso poder sobre sus circunstancias.

La actuación de los personajes es verosímil y espléndida. La de Madison ha sido elogiada por su profundidad y autenticidad, posicionándola como una fuerte candidata en la temporada de premios. La interpretación de Eydelshteyn es precisa y roza la comedia al dar vida a un joven multimillonario inmaduro, pero de corazón generoso. Otra de las actuaciones que destacan es la del personaje Igor: secuaz de la familia Zakharov en un papel estelar que agrega una capa más de complejidad a la narrativa. Su forma de pensar pone en evidencia la intención de los oligarcas y hasta dónde están dispuestos a llegar para mantener el poder y el control de la familia. La interpretación de Yuri Alexandrovich “Yura” Borisov, como Igor, ha sido muy alabada porque ha contribuido al éxito crítico de la película.

El filme también explora la influencia omnipresente de la riqueza y el poder. En particular señala cómo el estatus de la familia Zakharov dicta las acciones y decisiones de quienes los rodean. La película retrata las presiones sociales y los compromisos personales cuando, en contraste, se enfrentan a semejante dominio, ofreciendo una crítica a los límites morales y éticos que se diluyen en la búsqueda del poder —sin importar la zona geográfica o el aparato legal que las rige.

La recepción de Anora entre los críticos especializados ha sido variada. The Guardian la elogió porque “se profundiza y oscurece con cada giro y ofrece una corrección violenta a tantos cuentos de hadas de Hollywood.” The New Yorker, sin embargo, reconoce el estilo distintivo de Baker, pero criticó al filme por carecer de profundidad en los personajes, sugiriendo que, aunque exhibe autenticidad, “se siente sintética” y que los personajes “carecen de profundidad y vidas interiores.”

Pero curiosamente, lo que destaca del filme, es la profundidad con la que desarrolla a sus personajes. Ani es víctima de las circunstancias que dicta una familia rusa. Sin desearlo se vuelve parte de esa apabullante maquinaria que ve en los demás objetos amoldados a su imagen y semejanza. Ella, a pesar de la autonomía que su profesión podría haberle otorgado, termina por ceder y someterse. En cada una de las escenas, se muestra una faceta infantil del personaje que al exaltarse, concede el poder y control de su vida a sus mayores a pesar de tener todos los derechos legales que la situación le ha otorgado. Ella no parece ignorarlo pero no alcanza a actuar frente a las circunstancias. Tal vez por la intimidación, tal vez por la sumisión que voluntariamente cede cuando la fuerza coercitiva, pero sobre todo, el de la riqueza, recae sobre de ella. La transformación de Vanya también es evidente: de aparentar ser un joven poderoso, divertido y seguro de sí mismo, acaba por entregarse al control de sus padres.

Anora se muestra como un vigoroso testimonio del estilo de Sean Baker para contar historias que cuestionan y desafían los códigos sociales. El desenlace, cargado de la tensión acumulada a lo largo de la trama, me resulta brillante: los personajes, como espejo de la psicología humana, solo son capaces de ofrecer aquello que conocen y han ofrecido toda su vida. Nada más, ni nada menos.

 

 

Rose Mary Salum es la fundadora y directora de Literal, Latin American Voices. Es la autora de Medio Oriente en México. Antología de escritores de orígen árabe (LP, 2024). Donde el río se toca (Hablemos escritoras, 2024 Sudaquia, 2022), Otras lunas (Libros del sargento, 2022) Tres semillas de granada, ensayos desde el inframundo (Vaso Roto, 2020), Una de ellas (dislocados, 2020). El agua que mece el silencio (Vaso Roto, 2015), Delta de las arenas, cuentos árabes, cuentos judíos (Literal Publishing, 2013) (Versión Kindley Entre los espacios (Tierra Firme, 2003), entre otros títulos. Sus obras se han traducido al inglés,  italiano, búlgaro y portuguésEs colaboradora en Hablemos escritoras.  Su Twitter es @rosemarysalum

 

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Posted: January 19, 2025 at 10:24 pm

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