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El año en que nos quedamos sin cines

El año en que nos quedamos sin cines

Naief Yehya

Escribir de cine es siempre más que el simple análisis de un texto fílmico ya que también es o debe ser una reflexión sobre la película y su momento histórico, su relevancia social, política y moral, su impacto comercial, ambición artística y contexto. A nueve meses de confinamiento y cierre de los cines (en Nueva York, donde vivo, los cines cerraron en marzo y no han vuelto a abrir) queda claro que lo ocurrido no es un raspón ni un tropiezo, es una herida profunda en la cultura que tendrá consecuencias quizá irreversibles. El mundo se ha detenido en gran medida y mientras esperamos recuperar las calles, sabemos que nos esperan más golpes catastróficos, olas periódicas de infecciones de covid-19 y la devastación financiera que dejará a su paso este tsunami viral planetario que reordenará las fuerza políticas, económicas y sociales. El mundo será diferente, de eso no hay duda, un orden culmina la pandemia del 2020 y empieza una nueva era, que por lo que se anuncia no será particularmente prometedora.

Durante décadas buscábamos en el imaginario fílmico de la destrucción señales de alivio y estímulos mórbidos, el placer masoquista de ver las obras humanas desplomarse, el castigo a la arrogancia de nuestra especie, las premoniciones de caos e ilusiones de revancha contra la destrucción descomunal e irresponsable del medioambiente, hoy vivimos un colapso elástico, interminable y contagioso que desgarra la sociedad no sólo por infecciones virales sino porque expone las debilidades e injusticias más flagrantes, así como cismas ideológicas irreconciliables entre la gente. La pandemia expone la intolerancia, el egoísmo, la angustia y la decepción como nunca nada antes lo había hecho.

Así hablar de lo “lo mejor del año en cine” en el caso del 2020, parece un tanto irrelevante y vano. ¿Cómo celebrar al cines sin salas de exhibición, sin festivales presenciales, sin filmaciones? En el año en que murieron Kirk Douglas, Olivia de Havilland, Sean Connery, Alan Parker, Max von Sydow, Michel Piccoli, Ennio Morricone, Brian Dennehy, Joel Schumacher y Chadwick Boseman, las plataformas de cine y series en línea nos rescataron de un ocaso aún más angustiante, solitario y doloroso de lo que ha sido esta tragedia que hasta hoy ha cobrado en el mundo 1.7 millones de vidas confirmadas y la cuenta sigue.

Así, en confinamiento, en medio de las guerras culturales, conspiraciones y desinformación las películas que más disfruté, que me acompañaron y me hicieron revalorar lo que significa la experiencia cinematográfica y la cinefilia son estas:

Nomadland, de Chloé Zhao. Una intensa y sobria meditación acerca de la vida en el capitalismo tardío de la gig economy. Una comunidad de desempleados viven como nómadas siguiendo en sus vehículos el trabajo ocasional que ofrecen empresas como Amazon. Frances McDormand estelariza esta inquietante experiencia del desarraigo,  la soledad y la comunidad.

First Cow, de Kelly Reichardt. Brillante cinta sobre un cocinero y un inmigrante chino que en Oregón durante la década de 1820 tratan de sobrevivir y logran crear un negocio exitoso basado en su talento y en el robo. Una mirada pertinente a la historia estadounidense en este tiempo de estafadores.

To the Ends of Earth, de Kiyoshi Kurosawa. Yoko es la conductora de un programa de viajes de la televisión japonesa que se encuentra en Uzbekistán filmando un episodio. La extrañeza, la misoginia, la melancolía por un mundo que apenas entiende porqué echa de menos y la soledad empujan a Yoko a reconsiderar su papel, su soledad y su función.

Guapis/Cuties, de Maïmouna Doucouré. La cinta polémica del año sin lugar a duda. Una reflexión sobre el impacto de internet, las redes sociales y la sexualización de todo en internet fue motivo de escándalo, pánico moral e histeria masiva. Esta es una cinta valiente en la que la directora busca exponer y propiciar una discusión en torno a la sexualización temprana de las niñas, no celebrarla.

Atlantis, de Valentyn Vasyanovych, una mirada a la devastación ecológica y la guerra entre Ucrania y Rusia, en la región de Donbas, una zona en proceso de volverse un desierto tóxico. Dos sobrevivientes de la guerra comparten su miseria existencial y su compasión mientras desentierran cadáveres. Una obra estremecedora en todos sentidos.

La llorona, de Jayro Bustamante, una espléndida cinta de horror político en la que Bustamante apostó por emplear la vieja leyenda para abordar el genocidio de los pueblos originarios en su país. Aquí la Llorona no tiene que ver con el espectro usado como lección moralizante por la iglesia sino que es una y todas las víctimas indígenas de siglos de opresión, despojo, racismo, esclavitud y abuso sexual.

Never Rarely Sometimes Always, de Eliza Hittman, fabulosa y sensible mirada a la difícil decisión de una joven que desea tener un aborto y se encuentra con todas las barreras sociales, políticas y familiares que hacen tan difícil que una mujer tenga la decisión definitiva sobre su propio cuerpo y vida. Una mirada profunda y amarga al chauvinismo estructural de una sociedad supuestamente avanzada.

Tenet, de Christopher Nolan. Un desquiciado acertijo de estilo, filosofía, narrativa poco convencional y una serie de obsesiones temáticas dan forma a uno de los thrillers más impactantes de las últimas décadas. Un auténtico palíndromo fílmico sin precedente con un despliegue monumental de recursos y una estupenda pista sonora.

Pienso en el final/I’m Thinking of Ending Things, el tercer largometraje del autor de culto Charlie Kaufman, una obra sombría, estridente, cruel y heterodoxa, parte drama psicológico, comedia negrísima, musical y cinta de horror que evoca tanto a Bergman como a Lynch. La cinta tiene atmósferas fabulosas y momentos brillantes de reflexión y de humor corrosivo, sin embargo la recreación fantástica de la relación por medio de la danza y el musical parece forzada, agotadora e indulgente. Una premisa fascinante, sin duda fallida pero aún así memorable.

El juicio de los 7 de Chicago/The Trial of the Chicago 7, de Aaron Sorkin. Dentro del género del cine de tribunales y del cine político se estrenó esta cinta histórica sobre el juicio de un grupo de activistas antibélicos acusados de conspirar para incitar violencia en 1968 durante la Convención Demócrata en Chicago. Una obra entretenida y sórdida que coincide con una de las etapas más caóticas en la política estadounidense reciente.

Diamantes en bruto/Uncut Gems, de los hermanos Safdie, un carrusel cinematográfico frenético que sigue los enfebrecidos pasos de Adam Sandler en el papel de un joyero adicto al juego y obsesivo hasta la nausea. Cine electrizante con sobre dosis de esteroides.

Dos series:

Antología Small Axe, de Steve McQueen, cinco películas que describen distintos aspectos de la vida de la comunidad antillana en Londres entre las décadas de 1960 y 70. Una colección de filmes conmovedores, potentes y espléndidos acerca de la justicia, la cultura, el amor, las desigualdades económicas, educativas y el inmenso lastre del racismo: Mangrove, Lovers Rock, Red White and Blue, Alex Wheatle y Education

Queen’s Gambit/Gambito de reina, de Scott Frank, es la serie que ha convertido a Beth Harmon (interpretada por la maravillosa Anya Taylor-Joy) en una especie de súper heroína, icono del feminismo y del ajedrez. Gambito de reina ha transformado la relación popular con el ajedrez y creado una nueva manera de entender la belleza, la poética y las emociones intensas de ese juego. Una serie desesperantemente precisa en su recreación histórica y de las partidas, un trabajo de una belleza cortante que invita a ser vista una y otra vez.

No incluí ni un documental. Este fue un año en que como nunca antes busqué refugio de la realidad en el cine.

naief-yehya-150x150Naief Yehya es narrador, periodista y crítico cultural. Es autor, entre otros títulos, de Pornocultura, el espectro de la violencia sexualizada en los medios (Planeta, 2013) y de la colección de cuentos Rebanadas (DGP-Conaculta, 2012). Es columnista de Literal y de La Jornada Semanal. Twitter: @nyehya

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Posted: December 23, 2020 at 10:17 pm

There is 1 comment for this article
  1. Emmanuel Gutiérrez de Velasco Maréchal at 4:50 pm

    Naief, excelentes sugerencias. Sumando al tema del tiempo de cambios debido a la pandemia, es cierto que nos encontramos en un incierto « reinicio» de las actividades humanas. Cuando se pensaba que estábamos a la salida de este escalofrío túnel, parece que se ensombrecerá más antes de sentir un ligero alivio con la aparición de la vacuna. Porque no solo ha afectado la parte física del ser humano, sino sus emociones y su relación con el exterior: un muy cercano exterior, próximo que es el otro. Ellos son el otro amenazante, y a la vez, somos el otro, capaz de ser portadores. Como será este despertar, regreso a la nueva «  normalidad « ?

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