Eduardo Cerdán: entre la crueldad y lo siniestro
Anamari Gomís
A sus escasos 23 años, Eduardo Cerdán tiene dos libros de cuentos terminados, listos para publicarse. Pasos en la casa vacía (2019) es el que recopila su producción más temprana hasta el día de hoy. Entretanto, Eduardo está a cargo de la redacción de Punto de partida, revista de la Dirección de Literatura de la UNAM, después de haber editado durante un buen tiempo la sección de narrativa en la revista Cuadrivio. Esta exposición a lo que se gesta hoy en la escritura literaria y una vocación por transmitir el conocimiento lo han convertido, además, en un verdadero maestro de literatura.
Joven viejo lobo de mar, el autor ha publicado varios textos en suplementos de cultura, en antologías, y es un estudioso de la literatura fantástica. Su conocimiento de lo siniestro y de aquello que revierte la realidad para transportarla a otra está muy presente en su escritura, donde una vuelta de tuerca nos saca de lo real, como lectores, para cuestionarnos el mundo que habitamos. ¿Es posible que un animal enorme y depredador asuele una nueva colonia en Xalapa? ¿Pueden los esposos compartir sueños, o un perro inmovilizarse vivo como si fuera de peluche? Lo rutinario también tiene sus bemoles y puede transformarse en un abismo o en una experiencia venturosa, aunque no haya ni fantasmas ni diablos ni chaneques. En “De nuevo el amanecer”, verbigracia, una viuda solitaria quiere a toda costa matar una cucaracha y, cuando logra tenerla en la mira, el encuentro con el bicho se vuelve un milagro.
El habla coloquial interesa mucho al joven escritor. La recoge tal cual. Las mujeres y los hombres rurales tienen una forma singular de utilizar el lenguaje y ésta se impone como una espesura dentro de los relatos. Lo mismo ocurre con los representantes de las clases medias. Eduardo Cerdán ofrece un mundo de peculiaridades, en el que las creencias populares a veces son ciertas y otras se transforman en una mueca horrible, que victimiza a alguno de sus personajes. Lo terrorífico sucede, porque existe una delgada línea entre lo cotidiano y lo bestial.
La mayoría de las historias de Pasos en la casa vacía ocurre en ambientes provincianos, donde las diferencias sociales son rotundas y donde la pobreza es más evidente que en las grandes ciudades. También la infamia resalta más, como en el caso de un enano sometido al bullying de unos cuantos ante la mirada indignada del narrador, quien al final, sin embargo, no se acomide a defender al vapuleado. En pocas líneas queda expuesto el lado oscuro de la naturaleza humana. Por más que la miseria del otro conmueva, la alteridad sigue siendo la alteridad. En ciertos cuentos hay caracteres que sufren en carne propia la vileza de los demás, como la narradora de “Muñeca de sololoy”. En algunos parece haber seres sobrenaturales que martirizan a los personajes, mientras que en otros, como en “La noche del duende”, es la lobreguez del mal la que ataja a los protagonistas.
Los relatos de Eduardo Cerdán no sólo buscan la sorpresa, sino que han sido trabajados para producir formas distintas de narrar. El lenguaje del cine irrumpe de pronto, por ejemplo, y en el caso de “Presente imperfecto”, la manera de contar imprime un ritmo de velocidad espléndido, mismo que se detiene, de golpe y porrazo, debido al estupor que provoca el desenlace. En “Línea 3”, por otro lado, la segunda persona del singular vuelve más frontal el asunto que afecta a una mujer dentro del metro de la Ciudad de México. Se trata de un traslado incómodo y la última frase del texto se convierte en un balazo mortífero. Con todo lo viscoso que es el suceso, esa frase del final se abre al horror y, al mismo tiempo, al deleite. En ella reside la pericia literaria.
El caso es que Eduardo Cerdán nos muestra una parte demoledora de la condición de los seres humanos. Los relatos donde apenas se asoman la vergüenza y la cobardía, como en la minificción del enano intitulada “Ayuda”, o en la historia del metro, resultan formidables. Ninguno de los otros textos, ninguno, pierde tensión, ritmo ni finales dirigidos por certeras flechas.
Démosle la bienvenida a Eduardo Cerdán a la literatura mexicana del siglo XXI. Se trata de un narrador brillante, con nuevas propuestas acerca de viejos temas como la ignominia, el drama constante de los pobres, la mediocridad de las clases medias, el desamparo y la inclusión de lo extraño y de mundos improbables dentro de las historias. Pasos en la casa vacía es una reunión de tramas ominosas, otras desalmadas y todas de excelente factura.
Anamari Gomís es escritora y profesora de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Estudió la maestría y el doctorado en la Universidad de Nueva York. Es autora de La portada del Sargento Pimienta (1994), Ya sabes mi paradero (2002), Sellado con un beso (2005), Los demonios de la depresión (2008), La vida por un imperio (2016) y El otro jardín del Edén (2019), entre otros títulos. Su Twitter es @AnamariGomis.
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Posted: April 9, 2020 at 8:00 pm
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