Essay
EL STALKER DE IDA VITALE

EL STALKER DE IDA VITALE

Gerardo Cárdenas

Nota inicial: Retomo la publicación de mis columnas con Literal bajo el título de El alma peregrina, luego de un año complejo, de retornos y reencuentros, en que he puesto fin a un viaje de 28 años y regreso a mi tierra con otros ojos y nuevas realidades. He vuelto por amor, peregrino en mi tierra.

***

Es la FIL 2018 y todo parece girar en torno a Portugal, a Mircea Cartarescu, a Orhan Pamuk y al espectro de Fernando del Paso. Veo Taibos doblados, autores cuatrotransformados, mesas del poder, mesas del saber, cenas con gente maravillosa y con gente hosca, Pérez Reverte impaciente atrapado en un elevador. Y yo sólo quiero una charla con café.

En medio de la marea, aparece la poeta uruguaya Ida Vitale. Es un suspiro de mujer de 95 años, pero de alma invencible. De alma peregrina. Le han dado no sé cuántos premios; no es verdad, sí lo sé, este año le han dado el Premio Cervantes y el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, y antes ha ganado el Reina Sofía, el Octavio Paz, el García Lorca, y el Max Jacob. Pese al peso de estos galardones, ella camina feliz, derechita, pero con una modestia que permea en sus letras, así como su permanente curiosidad ante el mundo. En mucho, me recuerda a mi madre: mínima, sonriente, e imbatible.

Érase un bosque de palabras,
una emboscada lluvia de palabras,
una vociferante o tácita
convención de palabras,
un musgo delicioso susurrante,
un estrépito tenue, un oral arcoíris
de posibles oh leves leves disidencias leves,
érase el pro y el contra,
el sí y el no,
multiplicados árboles
con voz en cada una de sus hojas.

Ya nunca más, diríase,
el silencio.

No pude evitar abordarla y volverme su stalker, al menos por un par de días. Dudo que me haga caso, me apena haberla descolocado, al menos por unos momentos.

Cruzo del recinto de la FIL al Hilton, y la veo salir, leve, dulce, sabiendo que tal vez no va adonde quiere, sino adonde la lleven. La detengo, la felicito calurosamente, quiero decirle cuánto disfruto sus versos, atropello las palabras. Sus guardianas corren apresuradas, ligeramente atribuladas por el abordaje (¿cuántos abordan realmente a un poeta en la vía pública?). Ida me mira, con una mezcla de compasión, dulzura, y terror, y sólo acierta a decir:

—¿Usted quién es, señor?

Dos noches después, es una escena parecida, pero la hora es tardía, casi medianoche. Regresamos cansados de una cena y abordamos el elevador. Por ahí viene Ida, mucho más fresca a sus 95, que yo a mis cincuenta y etcétera. ¿Qué pensará de este maremágnum, de estos premios que le han dado, de tanta entrevista, cóctel, besos y abrazos? Ida ha visto una gran parte del siglo XX, y de este torbellino que llamamos siglo XXI; ha enterrado a dos maridos. Ha publicado casi 25 poemarios y una quincena de volúmenes de ensayo y crítica. Quiero preguntarle de todo esto, de la poesía uruguaya, del tiempo que pasó en México, y no sé cómo. Detengo las puertas del elevador para que pueda entrar.

Es una escena confusa. Viene con mucha gente. No tengo idea de quiénes son. Entra en medio de ellos, el elevador se llena, cada quien introduce la tarjeta de su piso en el lector electrónico. Hay risas, charlas, confusión. Al final volteamos a vernos, una chispa se enciende en sus ojos. Y lo dice, de nuevo con ese dejo de terror primordial y su suave cantar rioplatense:

—¿Usted otra vez, señor?

Se abre la puerta de nuestro piso. Mi pareja no puede contener la risa. Las puertas del ascensor se cierran y se llevan, tal vez para siempre, la etérea figura de mi poeta. No sé si me denunciará.

La piel no dijo adiós;
la mano fue a negar el vacío,
la mirada siguió mirando,
quiso argüir
desesperadamente.
Fue la alondra
o qué pájaro siniestro.
Algo gritó muy lejos de nosotros
Y se partió la tierra
en dos mitades.

 

 

Gerardo Cárdenas (México, 1962) es escritor mexicano, de vuelta en su tierra y stalker profesional de mínimas poetas nonagenarias. Su más reciente título es la colección de relatos Correr es de cobardes, que publica Abismos Editorial. Los poemas de Ida Vitale citados en la columna son de Poesía reunida, publicada en 2017 por Tusquets.

 

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Posted: December 3, 2018 at 10:43 pm

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