Coleccionista de los otros. Entrevista con Felipe Restrepo Pombo

Para leer a una persona se necesita un mapa. De lo contrario, se nos escaparía en su propio laberinto. Habría que perseguirlo de una ciudad a otra, garabatear algunas rutas, sin nunca lograr cubrir del todo su territorio. En Formas de evasión  el narrador persigue a un elusivo Víctor Umaña: alcohólico, experiodista de nota roja, exinformante sobre actividades del crimen organizado, examante y examigo, alguien que disfruta desaparecer. De la misma forma, rastreo al autor de esta novela, Felipe Restrepo Pombo, quien en 2017 fue elegido para integrar la lista Bogotá39: los mejores 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años, catalogados por el Hay Festival.

Antes de entrevistarlo, lo busco en su trabajo como cronista, narrador, en sus referencias y obsesiones. El también director de la revista Gatopardo, durante cinco años hasta 2019, tuvo debilidad por el más joven de los poetas malditos. Arthur Rimbaud (1854-1891) fue el objeto de una de sus primeras investigaciones y éste reaparece en los diarios de Umaña en Formas de evasión. Umaña colecciona seres escurridizos como él, entre ellos el examante de Paul Verlain. Rimbaud “quería huir no para esconderse sino para poder ser”. A Umaña (¿o a Restrepo?) le conmueve el distanciamiento y la fuga de sí mismo del enfant terrible que se resumen en su famosa frase “yo es otro”.

En la clásica fotografía de Rimbaud, se observan unos rasgos tan delicados, tan de niño, que cuesta creer que antes de llegar a los 20 años abandonara la poesía para convertirse en traficante de armas en África. Imagino a Restrepo Pombo entre estos dos polos: la inclinación por la sutileza del arte y la pulcritud del diseño, que son algunos de sus intereses, frente a la pulsión aventurera del periodismo.

La atracción hacia estos personajes oscuros y evasivos, pero portadores de belleza es una constante en Restrepo Pombo. Su primer libro, Francisco Bacon. Retrato de una pesadilla (2006), es la biografía de este atormentado pintor irlandés. Bacon compartió una intensa relación con Peter Lacy, piloto militar británico quien, en su alcoholismo, tuvo arranques violentos contra el pintor. En un giro del destino, uno de los retratos de Lacy se volvió una pieza de lujo en el mercado del arte. En 2017 se vendió en más de 38 millones de dólares en la casa de subastas Sotheby´s.

El mundo de los ricos y famosos forma parte del mapa de las obsesiones de Restrepo Pombo. 16 retratos excéntricos (2014) reúne sus entrevistas a personalidades de diferentes esferas desde la cocina hasta la política, pasando por la cultura. Algunos de los perfilados son Susan Sontag, Clint Eastwood, Spencer Tunick, Tim Burton, Carla Bruni, Alejandro González Iñárritu, Gael García y Diego Luna, Michel Houellebecq.

Al platicar con él, lo primero que salta a la vista es la absoluta perfección con que faja su camisa y lo impecable de su atuendo en general. Completamente opuesto a la abyección de algunos de sus personajes. ¿Dónde traerá guardado ese lado oscuro?

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Tomaste las riendas de la revista Gatopardo en un momento álgido de la violencia en México y le diste un giro editorial. ¿Cuál es tu enfoque periodístico?

Gatopardo tuvo una época en que se publicaban historias importantes sobre la guerra contra el narco y la seguridad en México, un tema del que siempre es importante hablar pero si te quedas en eso pierdes otros mundos. Hicimos una revista polifónica donde cada autor que publica tiene una visión y una mirada. Lo que me interesa es que se pueda leer un enfoque y en la edición siguiente  el opuesto y que los dos sean interesantes y que incentiven la discusión. Algunos medios caen en definir una línea editorial, pero a mí me interesa que cada texto sea una voz. Me gusta el periodismo con mirada.

Sin embargo no podemos escapar a la realidad de nuestros países. ¿Cómo te aproximas a los problemas de Latinoamérica desde tu trabajo?

Trato de estar en contacto permanente con escritores, periodistas, editores y colegas de todo el continente. Consulto todo tipo de medios de diferentes países. Tengo la impresión de que la información circula cada vez con más fluidez. Sin embargo, me parece que todavía falta estrechar los lazos entre toda América. Y las buenas historias —de ficción y no ficción— son uno de los mejores vehículos.

¿Qué tomaste del mundo del periodismo para construir a Umaña en tu novela Formas de evasión?

Siempre he estado rodeado de ese mundo. Mi papá es filósofo pero trabajó toda su vida haciendo periodismo cultural en Tiempo y mi tío es el director del diario actualmente. Mucha gente me aconsejaba no dedicarme al periodismo , pero crecí en las redacciones. En Colombia trabajé en Cambio, la revista de Gabo (García Márquez). Yo tenía 19 años y ahí tuve mi primera experiencia periodística mientras estudiaba letras. Pero siempre supe que quería nadar en esas dos aguas. Para responder a tu pregunta: Umaña es un personaje inspirado, en gran medida, en colegas que he conocido a lo largo de mi carrera. Él tiene varias obsesiones: la principal es la posibilidad de vivir varias vidas.

En tu libro 16 retratos excéntricos incluyes a Ingrid Betancourt, pero no está el perfil de Juan Manuel Santos. ¿Qué te dejó escribir “Juan Manuel Santos, la vía del elegido” (Gatopardo, 2016)?

Escribí el perfil de Santos después de la publicación de 16 retratos excéntricos, pero seguramente hubiera podido hacer parte de ese libro. Fue una experiencia interesante en la que aprendí mucho porque seguí durante un año al entonces presidente. Lo acompañé en su avión, en juntas de su gabinete, negociaciones de paz con las FARC. Nunca había explorado tanto el poder político, pero lo hice no porque fuera el presidente sino porque estaba haciendo algo histórico: impulsar el proceso de paz. Juan Manuel Santos empezó su carrera política siendo subdirector del periódico El tiempo que pertenecía a su familia. En Colombia el poder, la política y el periodismo van de la mano. Creo que el presidente me dio el acceso también porque tenemos una relación de amistad y porque había leído mi trabajo. Cuando lo busque para entrevistarlo le dije: “Vamos a hacer algo parecido a lo que ocurre en House of Cards”. Y me respondió: “Me encanta esa serie, aunque el periodista termina muerto”.

¿En retrospectiva crees que Juan Manuel Santos realmente merecía el Nobel de la Paz (2016)?

No sé si yo pueda decir si lo merecía o no. Entre otras cosas, porque no soy jurado del premio Nobel, soy periodista. Y creo, firmemente, en que los periodistas no somos jueces. Somos testigos. Nuestro trabajo es poner en escena la realidad que observamos, con la mayor precisión, y son los lectores quienes deben decidir. Aunque sí tengo una opinión personal: creo que Santos logró un acuerdo fundamental para la historia de Colombia.

En 16 Retratos excéntricos perfilas a Michel Houellebecq. ¿Cómo fue conocer a este escritor famoso por su misantropía?

Como personaje es un poco desagradable, pero como novelista me encanta. Las partículas elementales (1998) es de mi libros preferidos. Logré a través de diferentes canales que me diera una entrevista cuando fue a México. Volví a leer todo: cómo construye su mundo, su narrativa, su lenguaje. Eran las diez de la mañana, él estaba con un abrigo, tomando vino con los dedos y los labios manchados de nicotina. Tenía el pelo grasoso, se veía que no se bañaba hace días. Ignoraba mis preguntas o contestaba lacónico, sí o no. Al cabo de quince minutos le di las gracias; le dije que mejor me iba si lo incomodaba. Entonces él me detuvo y empezó a hablar. Se ha hecho una imagen de huraño pero en realidad es muy tímido.

Suele considerarse a Houellebecq un pesimista por la forma cruda en que ha retratado a la sociedad francesa y en particular a la izquierda progresista. Él escribió en su libro En presencia de  Schopenhauer (2018) que es reconfortante saber que la felicidad no existe más que en intermitencias. De alguna forma es un cínico optimista. ¿Tú te consideras cínico o optimista?

Me gustaría ser más optimista, pero por momentos la realidad es abrumadora. Muchas veces me pregunto si ahora vivimos en un mundo mejor o peor que, por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial o la Conquista. En mi día a día intento ser optimista sobre lo que me ocurre a mí y lo que pasa en el mundo: a veces lo logro pero por lo general me cuesta. El cinismo es una salida interesante, una especie de muro que uno construye para no dejarse afectar, para evitar que el mundo se derrumbe sobre uno. Houellebecq, claro, lo lleva al extremo.

¿Te sientes optimista sobre la izquierda en México?

Es un momento especialmente difícil para ser optimista sobre cualquier tipo de tendencia política en cualquier lugar del planeta. Creo que desde su llegada al poder, la izquierda mexicana tienen muchas promesas por cumplir.

¿Qué es lo que te llama la atención de la excentricidad y de la fama que exploras en tu libro de perfiles?

Una celebridad dice algo de cómo entendemos a la sociedad. Las Kardashians son famosas aunque no sabemos exactamente qué hacen. Hay gente que no hace otra cosa más que ser famosa. Me interesa cómo la gente construye su personaje, cómo llega ahí, cómo es su personalidad privada frente a la pública. Cada vez hay una mayor obsesión porque haya famosos así. Estoy interesado en indagar en eso y empecé a seleccionar personas que además de ser famosas son excéntricas, en el sentido de que salen del centro del pensamiento. Las personalidades que he perfilado tienen un discurso creativo.

Has entrevistado y escrito de la farándula de la cultura y la política. ¿Te sientes cómodo en las élites?

Puedo estar ahí pero el impulso de escribir de eso es porque siento que algo no está retratado completamente. Pero tampoco se trata de denunciar a los ricos. Creo que nuestro trabajo principal como escritores es describir, vaciarse de los prejuicios e ideas preconcebidas. Volverse una máquina de narrar para que el lector elija. Estoy cuidando no caer en la caricaturización, la burla porque el trabajo de escritor no es ser un juez sino mostrar las evidencias.

Estás por traducir tu ejercicio periodístico con las élites en una novela. ¿Cuáles son tus referentes en este tema?

Igual que en la novela de Umaña parto de una investigación real que yo hice. Formas de evasión se basa mucho en un personaje, pero esta nueva novela quiero que sea un mosaico de personajes de las élites. Una de mis referencias es Truman Capote quien escribió sobre los ricos. También hay una novela que me interesa desde la parte estructural que se llama Las correcciones de Jonathan Franzen. Pero no he visto una novela contemporánea donde se hable de este universo. Diego Enrique Osorno es una de las voces que más me llama la atención de mi generación que, desde el periodismo, ha encontrado la forma de hablar no sólo de los abajo sino de los de arriba, en particular con su libro sobre Carlos Slim.

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Restrepo Pombo sigue navegando en las constelaciones de la otredad desde la literatura y el periodismo. En 2019 será jurado Neustadt International Prize for Literature, un prestigioso premio que suele considerarse la antesala al Nobel de Literatura y también del premio Anagrama de Crónica. Actualmente está trabajando en su nueva novela que será publicada el próximo año y en una adaptación de Formas de evasión para el canal HBO.

Ana Emilia Felker es autora del libro de ensayos Aunque la casa se derrumbe (UNAM, 2017). Ganó el Premio Nacional de Periodismo 2015 en Crónica. Exbecaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y de Jóvenes Creadores del FONCA. Estudió Literatura comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, el Programa de Estudios Independientes del MACBA y Periodismo en la UNAM. En los últimos doce años ha colaborado en diversos medios nacionales e internacionales. Cursa el Ph.D. en Estudios Hispánicos y Escritura Creativa en la Universidad de Houston.

Posted: September 25, 2019 at 10:33 pm