!!!Golpe de la derecha proyanqui en Venezuela!!!!
Gisela Kozak
Yankee, go home!!!!
“Un golpe de derecha en Venezuela apoyado por los yanquis” indica que no todo está perdido, que existen las mismas razones que en el Chile de Allende, en 1973, para rasgarse las vestiduras y denunciar a Estados Unidos, el enemigo de todos los pueblos libres del mundo. De nuevo, el supremacismo moral se ejerce sin cortapisas ni prevención y, una vez más, la gente real no importa. Como librepensadora, feminista y activista LGBT, como demócrata convencida del valor de los derechos humanos y las libertades civiles y políticas, no puedo menos de sorprenderme de que un siglo después de la revolución bolchevique, se finge superioridad moral para ocultar desafueros horrendos, en la misma senda que Trotsky, Lenin y Stalin. Las purgas dentro de las Fuerzas Armadas, las ejecuciones sumarias, el hambre y el terror no parecen relevantes. Convencida de sus dogmas, la izquierda ciega grita la consigna castrista: dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada.
Es decir, se vale asesinar a decenas de personas menores de 25 años de los barrios pobres de Venezuela en los últimos días, matar de hambre a la gente pero no dar el brazo a torcer en materia económica ni aceptar ayuda humanitaria, golpear con bates las nalgas de jovencitos protestones, detener sumariamente a cientos de personas cansadas de mendigar al gobierno por comida. Se vale, para no darle la razón a la “derecha-imperialista-neoliberal-occidental-racista-colonialista” (de la otra derecha nacionalista, patriarcal y cristiana de Putin y su club de autoritarios no se habla). El discutible manifiesto de Noam Chomsky y setenta intelectuales, entre los que se encuentra lamentablemente un venezolano valedor del régimen, Miguel Tinker Salas, es indignante al desconocer la lucha democrática de Venezuela y justificar la represión y la sangre del gobierno de Nicolás Maduro. Ni siquiera les avergüenza señalar que se han armado a milicias paramilitares: estos intelectuales de izquierda comprenden semejante desafuero revolucionario como una necesidad para protegerse de la represión que desataría la horrorosa derecha imperialista.
Los firmantes del manifiesto temen una invasión estadounidense y una guerra civil, es decir, una Siria en el Caribe; temen igualmente la represión desatada de la cruel derecha venezolana vendida a los intereses del capital. No tiene ninguna importancia el destino de millones de personas pues es preferible el estado actual de Venezuela que propiciar una salida luego de haberse agotado todas las vías posibles. Nadie en su sano juicio —excepto el chavismo enloquecido— quiere un enfrentamiento armado; precisamente la oposición mayoritaria en el parlamento, única instancia legitimada por el voto popular entre los poderes públicos, busca una salida pacífica ante la usurpación del dictador Maduro, tal como indica el artículo 233 de la Constitución vigente. Además, la oposición venezolana ha propiciado una Ley de Amnistía para civiles y militares que ayuden a la instauración de la democracia y sus repetidos mensajes a la población todavía afecta al oficialismo son de reconciliación. Pero, claro, es evidente que Chomsky y compañía no se toman la molestia de investigar.
!!!Lacayos del imperialismo!!!
Ah, perdón, es que se me olvidaba: para esta intelectualidad satisfecha con su propia “bondad” todo ha sido orquestado en Venezuela por Estados Unidos. Según Chomsky y compañía los venezolanos somos una masa idiota que no ha pasado hambre, tampoco hemos visto morir gente de desnutrición y enfermedad ni hemos asistido al funeral de un asesinado. No: Estados Unidos ha polarizado al país y nosotros, los idiotas, no hemos presenciado que se le confiscaron las competencias a la Asamblea Nacional en 2016 con una amplia mayoría opositora y se evitó el referéndum revocatorio a Nicolás Maduro en este mismo año. Jamás los idiotas fuimos testigo de las iniciativas de diálogo saboteadas por el gobierno, como reconoció el enviado de República Dominicana en el reciente Consejo de Seguridad. Del mismo modo, es mentira que ha emigrado más del 10% de la población del país. Tampoco Maduro y su nomenclatura armaron una Asamblea Nacional Constituyente en escandalosa violación de las disposiciones electorales vigentes, con el fin de contar con un suprapoder capaz de violar la Constitución. Por supuesto, los muertos heridos, torturados y detenidos desde 2014 hasta hoy son pura propaganda yanqui. Finalmente, si Nicolás Maduro se reeligió en 2018 inhabilitando a los partidos más importantes del país y a sus candidatos, evitando la observación internacional exigida por los demócratas venezolanos y llevándose por delante todas las disposiciones y reglamentaciones existentes en la materia en Venezuela, tal cosa no tiene importancia: se trata de inventos de CNN.
En definitiva, los opositores venezolanos somos lacayos del imperio yanqui, cipayos que queremos un centro comercial en cada esquina, somos supremacistas blancos y amamos a Donald Trump. La verdad es otra. Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, pertenece al partido Voluntad Popular, organización socialdemócrata inscrita en la Internacional Socialista. Está respaldado por una coalición de partidos cuyo espectro político oscila entre el centro y la izquierda y defiende la Constitución vigente de 1999, cuyas raíces socialdemócratas son evidentes para quienes la conocen. De hecho, el propio chavismo a partir de 2007 ha querido cambiar la Constitución que prohijó, por la misma razón que los comunistas de viejo cuño terminaban enterrando cualquier resquicio liberal referido a derechos humanos y libertades individuales, civiles y políticas. Estas “tonterías burguesas” obstaculizan procesos radicales de ingeniería social, tan caros a la izquierda ciega, que terminan aplastando las sociedades. La oposición venezolana organizada rescata tales aspectos liberales y lucha por su efectivo cumplimiento en Venezuela: ¿esto lo hace la derecha cipaya proyanqui?
Si Donald Trump y Jair Bolsonaro apoyan a Juan Guaidó, así como tantas democracias en la región y en el resto del mundo, Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan, Miguel Díaz Canel, Daniel Ortega, Xi Jinping y Alexander Lukashenko apoyan la dictadura madurista. Al menos Trump y Bolsonaro saldrán por elecciones, pero los demás ya sabemos quiénes son y cuál es su política. Si el mundo vive el auge de los populismos nacionalistas y conservadores, la izquierda tiene que preguntarse el porqué de semejante auge en países que se inclinaron por la izquierda en el pasado o en el propio Estados Unidos. Claro, esta reflexión requiere de una lucidez muy escasa dentro de una izquierda poco autocrítica. Ésta se preocupa por el destino del petróleo venezolano, único objetivo de Estados Unidos de acuerdo al catecismo “progre”, como si no supiera que se trata del país que paga su factura petrolera regularmente, a diferencia de Cuba. Los negocios con China y Rusia, turbios y contrarios a la soberanía nacional, no tienen importancia para Chomsky y su comparsa, del mismo modo que carecen de interés los miles de millones de dólares perdidos en los bolsillos de los corruptos oficialistas, pérdida reconocida por exministros chavistas como Jorge Giordani y Héctor Navarro. Sí, el destino de Venezuela no depende exclusivamente de los venezolanos, pero la gran responsable de esta desgracia ha sido la Revolución Bolivariana, que ha rematado nuestras riquezas al mejor postor, producido un ecocidio en la Amazonia y despilfarrado un millón de millones de dólares por concepto de renta petrolera.
Maduro es para los venezolanos el equivalente, guardando las distancias, de los nazis para el mundo en la Segunda Guerra Mundial: un peligro letal. Así como los aliados incluyeron a la URSS del asesino Stalin en la lucha, nosotros contamos con Donald Trump y Bolsonaro (que no poseen por cierto el prontuario de Stalin), ya que la izquierda continental (Bachelet, Rousseff, Lula, Mujica, Vázquez, López Obrador, Correa) decidió, en mayor o menor grado, proteger a un criminal como el dictador de Venezuela. La vergüenza le debe dar a otros, no a nosotros.
!!!Vivan los intelectuales orgánicos!!!
Es lamentable que tantos jóvenes estén bajo la influencia de partidarios de tiranías entronizados en universidades del primer mundo, creídos de su superioridad moral, portadores de ideologías incapaces de crear otra cosa que horror y sufrimiento en nombre de los pobres y débiles del planeta. Toda universidad que se precie debe incluir diversos puntos de vista, pero, claro, esta izquierda ciega y mentirosa odia la diversidad e imponen su agenda de militantes disfrazados de académicos, a los que el conocimiento importa poco. Con cuál autoridad critican a Donald Trump y a Jair Bolsonaro cuando desde Estados Unidos, Australia o Europa, pretenden dictar cátedra sobre mi sufrido país y darle respaldo a un tirano como Nicolás Maduro.
Chomsky y quienes lo acompañaron en la sarta de mentiras y medias verdades del manifiesto que firmaron, son mentirosos e irresponsables, la misma clase de gente que defendió los horrores de la URSS en nombre del futuro del proletariado, los mismos que una vez que cayó el socialismo, dijeron que aquel horror “no había sido socialismo”. Los mismos que jamás trabajarían como mis colegas lo hacen en las universidades venezolanas: por menos de diez dólares al mes, sin servicios públicos regulares en los campus, con laboratorios desechos y bibliotecas desactualizadas, alumnos enflaquecidos y edificaciones en franco deterioro. Una izquierda ciega a la que en el año 2014 llamé “izquierda Disney”, la misma que ocupa la plana mayor del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la que tiene como “gran investigador” a un vulgar propagandista al estilo del español Juan Carlos Monedero. Es necesario combatirla. No es un problema ideológico, es un problema académico: mienten valiéndose de su estatus universitario.
Para terminar, qué fácil es ser antiimperialista viviendo en los Estados Unidos. El opio de los intelectuales, como diría Raymond Aron, se potencia como droga mil veces mejor en una bien servida mesa del norte del mundo o en la próspera Australia. En definitiva, drogarse con ideología de alta pureza ayuda a acallar la conciencia cuando se respalda una dictadura atroz.
Gisela Kozak Rovero (Caracas, 1963). Activista política y escritora. Algunos de sus libros son Latidos de Caracas (Novela. Caracas: Alfaguara, 2006); Venezuela, el país que siempre nace(Investigación. Caracas: Alfa, 2007); Todas las lunas (Novela. Sudaquia, New York, 2013); Literatura asediada: revoluciones políticas, culturales y sociales(Investigación. Caracas: EBUC, 2012); Ni tan chéveres ni tan iguales. El “cheverismo” venezolano y otras formas del disimulo (Ensayo. Caracas: Punto Cero, 2014). Es articulista de opinión del diario venezolano Tal Cual y de la revista digital ProDaVinci. Twitter: @giselakozak
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Posted: January 28, 2019 at 10:43 pm
La elocuencia de este escrito es tenaz. Como sociólogo y académico habría que buscar entonces explicaciones al carácter consecuentemente cínico y fanático a la vez, de esta izquierda decadente que se ubicó en los aparatos de estado, (sobre todo el cultural) y en las universidades. Quizás hay un “secreto” no pensado. La posición de privilegio desde la que se anuncian no fue alcanzada por un activismo subversivo o revolucionario. Al contrario, estos “scholars” acceden a su movilidad social, aparte del uso combinado del mérito y la retórica con la condición de haber abandonado un verdadero activismo subversivo. Apadrinándose a los Partidos tradicionales y no siempre de izquierda, concentrando su actividad en su mejoramiento personal y reclamado a las instituciones liberales sus derechos de inclusión, esta izquierda tomó por asalto instituciones académicas bajo la identidad del antiamericanismo y el izquierdismo. Renunciar ahora a ello seria reconocer que no era en serio y que hace tanto tiempo se vendieron “al sistema” que ni se acuerdan. En muchos hay una ligazón orgánica (viajes, becas, premios) que establecen una relación de deuda y el fundamento material de una carrera. Realidad solo posible por la permisibilidad contemporánea que el academicismo que bien KozaK ha llamado “izquierda Disney” goza en las sociedades liberales contemporáneas. No todos los intelectuales académicos de izquierda están enamorados de los tiranos populistas antiamericanos. Muchos son conscientes del carácter inmoral de apoyar regímenes donde ellos no podrían vivir y donde personas que son como ellos requieren solidaridad. El trabajo para entender esa dualidad viene haciéndose hace tiempo pero queda aun mucho que esclarecer.
Gracias por este texto.
Brutal, claro, real.
Como cubana que estudia en la academia norteamericana no sabe cuando entiendo y sufro la ceguera consciente de esa izquierda Disney, tanto norteamericana como latina. Tenemos que destruirla con nuestra historia de vida, que es lo que les falta.
No hay peor ceguera que la acomodaticia, claro si el apellido es extranjero, eso da lustre y añade un no se que filosófico. El caso venezolano es un caso atípico, y por ello he acuñado el de “retroimperialismo”, pues es el único caso en el cual sus FFAA se han puesto en coaligacion para traicionar a sus propios connacionales expoliandolos de patrimonio y territorio en provecho propio y de un tercero.
Mas claro, Imposible.
Yo soy miembro de aquella izquierda académica norteamericana, y reconozco la validez de esta crítica. Es posible que algunos izquierdistas académicos norteamericanos vean en Maduro no a un autoritario brutal, sino a un héroe proletario, y vean en Guaidó a un mecenario del imperialismo. La miopía nuestra resulta bochornosa. Pero quisiera plantear con este comentario que aun los que vemos en Maduro a un dictador brutal, y en Guaidó a alguien cuya legitimidad democrática debemos tomar en serio, podemos oponernos dignamente a la injerencia de un país con claras ambiciones de dominación económica y geopolítica, un país que conocemos bien, desde las entrañas, un país liderado por un hombre desequilibrado, incompetente, y peligroso que a nada le importan los “shithole countries” como Venezuela (es una cita textual), un país que tiene en Jon Bolton, Eliott Abrams, y Mike Pompeo los más corruptos, menos legítimos, representates de la política exterior hacia América Latina, y, reconozcamolo, un pais con una larga historial imperialista. Quisiera proponer simplemente que la legitimidad de una resolución a la crisis en Venezuela DEBE excluir a estos actores de mala fe.
Yo soy miembro de aquella izquierda académica norteamericana, y reconozco la validez de esta crítica. Es posible que algunos izquierdistas académicos norteamericanos vean en Maduro no a un autoritario brutal, sino a un héroe proletario, y vean en Guaidó a un mecenario del imperialismo. La miopía nuestra resulta bochornosa. Pero quisiera plantear con este comentario que aun los que vemos en Maduro a un dictador brutal, y en Guaidó a alguien cuya legitimidad democrática debemos tomar en serio, podemos oponernos dignamente a la injerencia de un país con claras ambiciones de dominación económica y geopolítica, un país que conocemos bien, desde las entrañas, un país liderado por un hombre desequilibrado, incompetente, y peligroso que a nada le importan los “shithole countries” como Venezuela (es una cita textual), un país que tiene en Jon Bolton, Eliott Abrams, y Mike Pompeo los más corruptos, menos legítimos, representates de la política exterior hacia América Latina, un país que, reconozcámoslo, tiene un largo historial claramente imperialista. Quisiera proponer simplemente que la legitimidad de una resolución a la crisis en Venezuela DEBE excluir a estos actores de mala fe.
Quizá sean unos HP, pero son los HP que están de nuestro lado. Obama, Hillary y la izquierda estadounidense en general se aliaron con los que comercian nuestra sangre, por tanto son legítimamente nuestros enemigos.
¡Este artículo es una bocanada de cordura! Lo decepcionante de esta clase intelectual y autoreferenciada es que el pensamiento crítico les sirve sólo para demostrar lo que se busca. Los que defendieron las atrocidades de la URSS no tenían toda la información que se tiene ahora; sin ánimos de hacer apología a la izquierda de los 70, la clase académica “Monedero” viola todo método científico para demostrar su ideología.
Excelente texto! Gracias Gisela
Este escrito me hace recordar a Jose Vicente Rangel cuando citaba en su programa dominical a LOS NOTABLES. De esos tiempos me quedo una duda que hoy me asalta de nuevo, seria que se AUTO-PROCLAMARON como LOS NOTABLES o ese nombre se lo concedió su muy utilizado Lumpen del cual jamas quieren estar cerca?
Es deplorable que estas personas se atrincheren en membretes academicos y credenciales de dudoso valor etico y moral para tratar de justificar los crimenes y atrocidades de los gobiernos ilegitimos y criminales de Venezuela y Nicaragua. Esa izquierda jurasica, verdaderas pandillas armadas de falacias, que han escogido, sin pudor, convertirse en propagandistas y defensores de delincuentes y violadores de los mas elementales derechos humanos y de la dignidad humana; defensores del usurpador Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua; cuyos gobiernos son ilegitimos y responsables de crimenes de lesa humanidad. La soberania no es una licencia que le autorize a ningun gobierno cometer actos de naturaleza criminal, mucho menos de asesinar, ni reprimir derechos consagrados en la convenciones pertinentes,del derecho internacional humanitario. Tampoco cabe argumentar soberania en Venezuela, nuestro hermano pais que permanece
ocupado por tres divisiones de mercenarios cubanos.
Como puede alguien salido de una elecciones fraudulentas asumir la Presidencia. Parece un articulo de propoganda bien escrito, tratando de darle un matiz de legitimidad a algo que no lo es.
Como venezolano que vivido la corruptela y constante deterioro de la calidad de vida de los venezolanos este artículo me parece un bodrio.
A quien quiera profundizar sobre el tema recomiendo ver esta entrevista, para que entiendan porqué debe haber un cambio hacia la constitucionalidad
https://youtu.be/WYa7s-vrsfQ.