La lección del maestro, Sergio Pitol

• Riccardo Pace: Sergio Pitol. Miradas comparatistas (Literal Publishing/Universidad Autónoma de Querétaro, 2022).

Me gusta imaginarme el cuarto alfombrado y acogedor, hoy ya santificado y hasta profanado, en el que alumno y maestro pasan alguna de muchas tardes conversando cálidamente. Incansables, la noche fresca los alcanza entre discusiones de grandes clásicos literarios, óperas grandilocuentes y teleseries de estreno; y sin saberlo ninguno de los dos, en esa y en todas las noches que compartieron, se empieza a plantar una semilla que germinará y crecerá a lo largo de dos décadas, hasta convertirse en el árbol tan extenso que es este libro. Los nombres de nuestros dos personajes son: Sergio Pitol, el maestro, y Riccardo Pace, el alumno.

Sergio Pitol: Miradas Comparatistas, es un libro atrevido. Requiere que se empiece a leer olvidándose de todo prejuicio respecto a los textos académicos o de crítica. Necesita más bien un lector que esté lleno de dudas, preparado para que en cada entrada el texto haga una acrobacia inesperada y se muestre con elementos tan coloridos como el certificado de nacimiento de la Literatura Comparada o una imagen de Conrad comiendo sapos, por mencionar un par de ejemplos. Y como un árbol, su texto se abre y se bifurca entre elucubraciones y reflexiones de todos los grados, de todos los tipos posibles y, usando una expresión de Raúl Ruiz, termina “yéndose por las ramas, derecho a lo esencial”.

Pitol, cuando Pace lo mira, es muchas cosas: es siempre Pitol el prócer literario, pero es también Pitol el cosmopolita, Pitol el viajero, Pitol el cupido veracruzano y, sobre todo, Sergio el maestro. “Las miradas pueden cambiar tanto al observador como al mundo que observa”, dice Pace en su libro. Y luego lo demuestra, a lo largo de sus páginas, mientras modifica al Pitol que mira desde la distancia, y de paso reconfigura todos los textos que analiza y los temas que va tocando. Esta es el alma del libro, su capacidad de ofrecernos la “mirada tierna” de su creador. Una mirada que no pretende ser el bisturí que disecciona y clasifica, sino una que busca entender y admirar, desde la distancia y desde todas las distancias; una mirada que espera ser muchas miradas, para captar la complejidad de algo tan diverso como un autor.

La ternura es el corazón que mueve el libro, “ternura” crítica en contraste con la escuela del resentimiento denunciada por Harold Bloom. Es su misión interponer la ternura ante todas las cosas y observarlas bajo este lente para ver de qué forma se comportan. Por lo demás, es lo más comparatista que se puede ser, ya que “Ver todo significa reconocer el hecho último de que todas las cosas que existen están mutuamente conectadas en un solo todo, incluso si las conexiones entre ellas aún no son conocidas” (Tokarczuk, 2019, párr. 6). Solo entendiendo esto es posible hacer una investigación tan exhaustiva como la de Pace en su libro, que no pierde oportunidad de atraer a su campo de estudio todo cuanto conoce: libros, teleseries, anime, pinturas y, especialmente, la vida misma. Siempre tratando todos y cada uno de estos temas con la misma seriedad con la que se trata el todo, y especialmente con la misma ternura.

Mientras el autor nos narra fragmentos de su vida y sus encuentros con Sergio Pitol, hace algo más que memoria. Se convierte en anecdotista, en dibujante (como su madre, que dibujó el retrato que figura en la portada); busca más que solo releer las palabras del escritor y más bien explora maneras de capturar al Sergio Pitol que vive, al que ronda los pasillos de la universidad veracruzana, al que cualquier día de la semana derrama la leche en la alfombra para que su mascota se la beba o se vuelve casamentero tan solo para ver felices a dos queridos amigos. Y para lograr esta complicada tarea, Riccardo Pace debe de infundir la misma energía vital al texto. Este carácter tan extenso y diverso que tiene su obra, tan complejo y sencillo a la vez, debe ser así porque solamente de esta manera se puede acercar a capturar algo de todo aquello que fue su maestro, solo desde la multiplicidad es posible entender la complejidad.

La crítica que plantea no se queda en lo que dicen las palabras únicamente, la teoría no es solamente el contenido de su marco teórico del capítulo primero (que, por lo demás, parece todo menos un marco teórico; se siente más bien como una plática con un amigo), sino que se transmuta en la forma del texto. Su prosa juega porque en la vida siempre se juega. Su prosa ensaya porque en la vida siempre se ensaya, y se yerra. Su prosa es tierna porque él propuso una nueva forma de hacer los estudios literarios: desde la ternura.

Este libro es muchos libros. Es el libro producto de una profunda y detallada investigación y reflexión, el que propone nuevas perspectivas de estudio e interpretación de una obra ampliamente estudiada e interpretada como lo es la de Sergio Pitol. Es también un libro íntimo y hermoso, en el que sus personajes viven y hablan, y en el que mejor que cualquier biografía, se nos revela a nosotros como lectores un pedacito de la intimidad de la vida de Sergio Pitol. Y también es un libro casi experimental, en el que se buscan estirar las fronteras de los estudios literarios y su academia, tratando de conciliar la rigidez de los investigadores y la humanidad de las humanidades. Pero, y especialmente, es un libro necesario, un libro que se debe de leer no tan solo si se es ya un interesado por la vida y obra de Sergio Pitol, sino tan solo si se considera uno un humanista. En este libro habita el resultado de la unión de dos vidas enteras dedicadas por completo al humanismo, en todas sus formas.

Emiliano Uribe Aguilar. Asistente de Investigación con la beca FONDEC. En colaboración con Francisco de Jesús Ángeles Cerón, ha escrito y publicado “Cómo se hace una novela de Unamuno: una discusión sobre el género escritural” (revista Superación Académica, SUPA, Universidad Autónoma de Querétaro) Asimismo, ha publicado diversos textos literarios en revistas universitarias.

Posted: June 6, 2023 at 4:34 pm