LA VIDA SEGÚN RUSHDIE
Mónica Maristain
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Hace 20 años, cuando visitó la Feria Internacional del Libro, la vida de Salman Rushdie pendía de un hilo. Había sido amenazado por las esferas más radicales del mundo islámico, a causa de la publicación de su libro Los versos satánicos.
Esa presencia poderosa, la primera ante el público luego de que en 1989 se dieran a conocer las amenazas que lo confinaron a vivir permanentemente rodeado de guardaespaldas, hizo presencia en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, al abrir el Salón Literario, en el encuentro librero más importante del continente.
Rushdie, nacido en Bombay en 1947, fue presentado por el mexicano Pedro Ángel Palou como “el mayor contador de historias” y a las historias, precisamente, el también autor de Hijos de la medianoche, dedicó su larga alocución.
Salman tiene la nacionalidad británica desde que abandonó su país natal en 1961 y su celebridad, además de la innegable calidad literaria de obras famosas como las mencionadas, obedece a la amenaza de que es objeto por los sectores más radicales del mundo islámico a causa de su libro Los Versos Satánicos.
Fue el 14 de febrero de 1989 cuando una llamada telefónica le comunicó la condena a muerte que había dictaminado el ayatolá Jomeini. Desde entonces, ha vivido, como el periodista italiano Roberto Saviano, una existencia donde la posibilidad de morir asesinado en el momento menos pensado fuera una daga permanente sobre su conciencia.
Desde entonces (y Guadalajara no fue la excepción) camina rodeado de guaruras. Cuando concluyó su exposición en la apertura del Salón Literario de la FIL, una guardia de 25 voluntarios se agregó a su seguridad personal para formar un cerco de protección alrededor de su figura.
Admirador de Gabriel García Márquez, Milan Kundera, Gunter Grass, Mijaíl Bulgákov e Ítalo Calvino, entre otros, Salman Rushdie dijo que deberíamos sentir pena por las personas que al crecer desestiman las historias que les contaron en la niñez, al considerarlas “insignificantes”.
“Son personas tristes y deberíamos sentir pena por ellas”, dijo, al afirmar también que “son las historias las que nos hacen ser lo que somos”, en una apuesta por los libros a los que no amamos con virtud permanente, sino ante los cuales deberíamos plantearnos desafíos.
“El amor no es eterno y el amor por los libros tampoco, por eso debemos volver a enamorarnos tal vez de aquel libro que habíamos descartado, tal como me sucedió con El tambor de hojalata, de Günter Grass, al que desestimé sin más la primera vez que lo tuve en las manos y al que recuperé 10 años después para convertirlo en uno de los libros más importantes de mi vida”, afirmó.
“Crecí en Bombay, una ciudad que ahora lleva el nombre menos cacofónico de Mumbay y que ha cambiado muchísimo desde mi niñez. Las historias que llegaban de Occidente me resultaban maravillosas. Desde Hans Christian Andersen hasta Las aventuras de Huckleberry Finn (Mark Twain), esas historias me enseñaron el sentido de la libertad que puede tener un niño”, dijo.
“Los cuentos que tenían lugar en otra parte me resultaban una maravilla, aunque la verdadera maravilla acontecía con las historias que estaban cerca de mí y que entraban con libertad a mi casa, pues no éramos religiosos. Creo en las grandes historias del hinduismo sin ser hinduista y siempre sentí que Ganesh, esa criatura con cabeza de elefante, en cierto modo me pertenecía pues constituía el signo de una alegría colectiva”, afirmó.
Para el escritor, las historias ponen nerviosos a los fanáticos y ahí radica su poder vigente. Mencionó Las mil y una noches como ejemplo de una historia que ha atravesado los siglos hasta llegar a Hollywood, “donde las alfombras vuelan y Robin Williams se convierte en un genio”.
Con las historias fantásticas, el ser humano aprende, según Rushdie, a echar mano de recursos de defensa y desarrollo que no sabía que poseía. Con las historias es posible pensar que Caperucita matará al lobo alguna vez y no hay que olvidar, como decía Kundera, que “las posibilidades de la novela realista están todas exploradas y el género por tanto está destinado a una repetición constante”.
Salman Rushdie abogó por una vuelta a la literatura fantástica y cuestionó a los escritores jóvenes que sólo quieren escribir de lo que conocen.
“Escribe de lo que conoces si lo que conoces es realmente interesante. Si vives en un vecindario como el Yoknapatawpha de William Faulkner, adelante, de otro modo haz como Fitzgerald o Hemingway, que viajaron para escribir sobre lo que no conocían, haz como Melville y métete en el mar”, aconsejó.
“Hablo de la ficción fantástica que consiste en agregar varias dimensiones a la realidad para enriquecerla y no para escapar de ella, hablo de la ficción que inserta la fábula en lo real para hacerlo más verdadero”, dijo Rushdie.
“Todos somos criaturas que soñamos y podemos escribir nuestros sueños. Si lo que sueñas es Juegos del Hambre, rómpelo y vuelve a soñar un sueño mejor y sigamos inventando”, expresó.
El 12 de agosto de 2022 Salman Rushdie fue atacado cuando estaba a punto de dar una conferencia en Nueva York. Ni los guardaespaldas ni la gente que se acercó a defenderlo, pudieron evitar que Hadi, el terrorista, lo hiriera con un cuchillo, lo dejara desangrando, en un acto criminal por el que el escritor quedó sin un ojo y dejando endeble la seguridad que finalmente fue por su vida. A raíz de ese atentado, salió un libro que se llama Cuchillo y esa es la motivación de esta nota.
Editado por Penguin Random House, después de leerlo uno piensa: que le den el Premio Nobel a Salman Rushdie. No porque lo hayan agredido, sino porque después de la agresión pudo elaborar sus “meditaciones tras un intento de asesinato” en un libro glorioso que a la vez pone los dados en este territorio a veces tan perdedor. No hace falta la inteligencia artificial (algo a lo que el escritor Juan Villoro se opone férreamente en su nuevo libro No soy un robot, de Anagrama), ni siquiera las nuevas tecnologías, tan vastas e incomprensibles para mucha gente, sino la valiente actitud de un hombre que le hace frente a las palabras, a la vida, un gran ajuste de cuentas con ese asesino frustrado que ni siquiera había leído Los versos satánicos.
El libro se parece un poco a El colgajo, del francés Philippe Lançon, donde el periodista y ahora escritor cuenta cómo quedó su rostro después del sangriento atentado a la revista Charlie Hebdo. Philippe habla de la escritura en su profesión, de la crítica, de sus compañeros asesinados y es una verdadera delicia. Al mismo tiempo, sobrevuela un costado amargo, pesimista y genera un cierto sentimiento cercano a la depresión. El atentado contra Charlie Hebdo parece tan absurdo y tan criminal.
No significa que el atentado a Salman podamos aplaudirlo con risas, pero lo que es cierto es que la respuesta con Cuchillo, resulta ser un gesto de ilusionista, una maniobra propia de un prestidigitador que saca una paloma de la galera cuando nadie se lo espera.
El libro Cuchillo: Meditaciones tras un intento de asesinato (en inglés: Knife. Meditations After an Attempted Murder), que se publicó en 15 países, es su forma de “asumir lo sucedido y responder a la violencia con arte que anuncia una historia sobre el miedo, la gratitud y la lucha por la libertad y la autodeterminación”.
En una entrevista que dio en España, ante el excelente periodista Javier del Pino para su programa en la SER, “A vivir que son dos días”, Salman evade todo intento político de dimensionar el acto por el que milagrosamente está vivo. Al contrario, es como un espantapájaros resucitado que recuerda que la noche anterior al ataque “era muy bonita, una noche de luna llena y estaba frente a un lago, en el norte de Nueva York. Estaba en un buen lugar, acababa de terminar una novela y estaba enamorado. En los primeros años de la amenaza del atentado pensaba que iba a ocurrir, pero no ocurrió. Cuando me mudé a Nueva York, durante 25 años me olvidé del tema y ahora que sucedió el atentado parece que el tiempo retrocediera hacia el pasado”.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: October 28, 2024 at 9:46 pm