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El paraíso del Cosmonauta

El paraíso del Cosmonauta

Christina Soto van der Plas

Daniel Espartaco Sánchez.

Cosmonauta.

México: Malaletra, 2012.

En El Libro de los Pasajes, Walter Benjamin dice, comentando el “El viaje” de Baudelaire, que “el sueño de la lejanía pertenece a la infancia. El viajero ha visto lo alejado, pero ha perdido la fe en la lejanía”. De la misma manera, se puede señalar que los seis cuentos que componen Cosmonauta (2012) de Daniel Espartaco Sánchez (Chihuahua, 1977) tienen como eje central la lejanía del sueño de la infancia que da como resultado una narrativa de lo cotidiano visto desde los ojos de un viajero. La búsqueda estelar de los narradores cosmonautas (que no deben ser confundidos con los astronautas, sus equivalentes estadounidenses) los lleva a navegar por el cosmos, “el conjunto de todas las cosas creadas”, en un intento de ubicar el paraíso. Este parámetro geográfico se establece a partir del primer relato que le da nombre a la colección, “Cosmonauta”, en el que el narrador, deja en claro desde un inicio que “el orden de las cosas” es vulnerable en el marco de esta carrera espacial.

El narrador llamado de “Cosmonauta”, Ilich, reaparece en su versión infantil en dos cuentos en los que el equilibrio se trastocada de raíz. En “Estación Espacial Mir”, Ilich “el acróbata del Circo Ruso de Moscú” observa la tierra desde su posición privilegiada, la orilla del techo de su ventana, mientras reflexiona juguetonamente sobre la consistencia de la tierra a sus pies. A su vez, en “África” el intento de Ilich es definir su diferencia con respecto al resto de las familias, pues es vegetariano, su madre lee libros de Kant y Hegel, “tipos con peinados raros”, y de su padre, antes de que reaparezca, sólo sabe que es cazador en África.

Estos dos cuentos, junto con “América”, trazan las posiciones en la carrera espacial tanto del imperialismo y su “propaganda” como del comunismo soviético y su simbología ya desprovista de significado: la Internacional, los planes quinquenales, el overol y el pañuelo rojo, los cosmonautas. Más que una mirada nostálgica, se trata de apuntalar en retrospectiva una de las coordenadas ideológicas del siglo xx. El comunismo reaparece como trasfondo lleno de cotidianeidad en todos los relatos, pero funciona como un foco desviado y vaciado de contenido heroico. Estos nudos cotidianos son precisamente con lo que comienzan los cuentos: el clímax es el inicio que se va destejiendo a medida que progresa la narración. En el caso de “El hielo se derrite lentamente”, por ejemplo, se trata de unos zapatos de marca que develan la situación endeble de su portadora. La narradora estrena los zapatos “que terminarían cubiertos de lodo y encajados en las costillas de alguien” en el funeral de su padre durante el cual se entera de que era comunista.

“La ciudad blanca”, el último cuento, el de mayor aliento y precisión del libro, concreta los temas cardinales de la búsqueda paradisiaca de Cosmonauta: el lenguaje y la infancia. A la par del descolocado parámetro geográfico del paraíso se intenta, también, establecer un tiempo acorde. Eme, el protagonista del único cuento narrado en tercera persona, acaso por la necesidad de señalar en retrospectiva un fin o finalidad pretérita, es un diputado federal que fue comunista. Durante su fiesta de cumpleaños escribe sus memorias o “viajes por el mundo socialista” que titulará La utopía desmantelada, desmembrada o desterrada, en donde narra la caída del sistema soviético y, en paralelo, la decadencia de su propia vida.

La prosa irónica y ocurrente de Daniel Espartaco Sánchez llevará al lector a seguir el intento de ubicar el paraíso, “perdido, en el futuro o en un lugar determinado, por ejemplo, el socialismo” para concluir, no sin una crítica implícita, que “el paraíso es el estado anterior a la conciencia. El mismo término ‘paraíso perdido’ es simplemente un intento de nombrar algo imposible, anterior al lenguaje”. Tanto la infancia como el lenguaje originario son, en retrospectiva, paraísos perdidos que Cosmonauta intenta bordear mediante una mirada mordaz, la del cosmonauta, que ve la tierra con ojos de un viajero que ha perdido su fe en la lejanía.


Posted: September 14, 2012 at 3:39 pm

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