Essay
Anne Carson: candados contra el olvido

Anne Carson: candados contra el olvido

José de María Romero Barea

A lo largo de esta semana, Literal presentará un dossier dedicado a la autora, galardonada recientemente con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020.

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No leemos para encontrar nuestra propia voz, sino para perdernos en otras voces. Atraídos más que nunca por la cotidianeidad virtual, recurrimos a otras vidas para contar la nuestra. En la no ficción creativa de las redes sociales, la autoficción persuasiva, el ensayo virtual al que oponer los argumentos sensuales de la poeta canadiense en lengua inglesa Anne Carson (Toronto, 1950), cuyo material lingüístico adormece su propia sentimentalidad con la expectativa de encontrar meras autobiografías. El resultado es el memorial, la crónica cronopoética que ninguna categoría puede contener por sí misma.

La lírica de la Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020 logra delimitar lo diversificado, progresa hacia lo revelador en las distintas expresiones que claman por ser escuchadas, nos enseña a priorizar. Un vistazo a su producción más reciente nos descubre a una escritora construida a sí misma, sin la obligación de demostrar nada a nadie. Frente a la inmovilidad literal, actos inmateriales de una existencia ambigua, ambivalente, ponen a prueba los límites de nuestra verdad; inquisitiva, la autora de Decreación (2005) actúa para ver qué sucede. Nada más pertinente que regresar a ella en esta época de informaciones falsas, retwiteados rumores, hechos alternativos a falta de noticias.

Nox

Con la simplicidad de una fábula, preindustriales modos de liberación: “El amor nada puede cambiar. Las palabras nada pueden añadir”. Se desliza el torrente meramente verbal entre collages y tarjetas postales, a contracorriente de una sensación de fatalismo: “Unumgängliche, aquello que no puede conocerse en su totalidad. No puede ser eludido o visto por detrás. Y sobre el cual alguien recaba datos pero permanecen más allá de su alcance”. La ráfaga de reminiscencias avanza a través de fragmentos de un pasado compartido, verdades sobre las formas en que nos mentimos. Todo destella, la voz se nubla: “Queremos que otras personas tengan un centro, una historia, un relato con sentido (…) Crea un candado contra el olvido”.

Nada se obtiene del dolor, salvo el dolor mismo. Lucha la elegía por el hermano muerto, a cargo de la poeta y profesora de cultura clásica en la Universidad de Michigan contra esta y otras variantes del nihilismo,  para reafirmar vida y biografía, “encerrar hechos para presentarlos e impedir que todo se desvanezca en la nada”. En el poemario Nox (Vaso Roto, 2018; Edición bilingüe a cargo de la poeta y traductora Jeannette L. Clariond) se convierten en uno los procesos de impresión y composición. La lírica saluda al arte, la traducción se convierte en “una habitación, no precisamente desconocida, donde se busca a tientas el interruptor de la luz”, mientras el producto celebra las maneras en que nuestro desconsuelo se transforma en técnica.

“Un hermano nunca termina. Lo persigo. Él no termina”. Esboza la Premio TS Eliot un largo poema sobre la redención, con una suerte de indiferencia postraumática que penetra un juego que socava la noción de identidad fija: “Su muerte cruzó el mar hacia mí, errante y lenta”. Se entrega a un frenesí léxico, como si la actividad mantuviera la pesadumbre a raya. Distorsiona la divulgación a fin de permitir la visualización de nuevos patrones y principios: “Las palabras humanas carecen de interruptor principal. Tan sólo son chispazos en la oscuridad”. El diseño del libro, a cargo de la fotógrafa Arlene Goldberg y el traductor Olivier Tafoiry (una caja que contiene una sola hoja de papel doblada hasta el infinito) agrega capas de significado, como si una mujer y su pena no fueran de por sí suficientemente dramáticos.

En Nox, el estilo se empodera contra las noches del significado, “como quien navega hacia alguna parte y fuese necesario practicar rituales en determinados lugares, a ciertas horas”. Logra la finalista del Premio National Book Critics Circle registrar el mal de la exclusión y la impotencia de lo que sobrevive. A través de una compasión instintiva, nos demuestra que es posible explorar los dilemas morales que se encuentran en el corazón del drama. “Pero todo terminó, y no logramos que nada funcionara, una y otra vez frustrados renunciamos, arrojamos las víctimas al mar”. Ocasionales ráfagas de lucidez se adentran en la pesadilla del sentido. “Seguimos navegando”. Una visceral teatralidad engendra una iluminación que penetra la niebla.

Flota

Frente a nosotros, las consecuencias del colapso impredecible: “El relato era como un cielo invernal, alto, tenue, impaciente, insatisfecho. Fue entonces cuando empecé a pensar en la expresión restos flotantes”. La voz invoca los términos, los convoca en una provocación lingüística a base de paradas y comienzos, que impulsan el libro hacia adelante y permiten que tenga lugar una exploración de los pensamientos de la autora, que siguen su propia lógica infundida por el insomnio, saltan a través del espacio y el tiempo, conectados por el más delgado de los hilos asociativos. Entre la dependencia y la ambigüedad, desviaciones y yuxtaposiciones, (“Fuimos/ ellos una vez.”, se enuncia en “El doliente designado”, “A saber por qué”). Si el riesgo de ser elíptico es sonar irregular, “Envidia del pronombre” esquiva recintos, apila significados, acumula complejidades que entrelaza declaraciones de otros, (“Exaptarse/ es adaptarse en una dirección externa”), fuentes en los márgenes de un territorio embrujado.

Escruta “Estructuras imponentes” registros de estratos inconformables, costuras y huecos, (“lo rehabilité/ yo sus frases entrecortadas quién si no entre caladas quién sino iba a hacerlo”), “Franqueza” acepta filtraciones de manantiales ocultos (“Pensemos en una persona de pie, sola, en una habitación. La casa está en silencio. Está mirando un trozo de papel. Nada más existe”). Profundiza en los procesos de su pensamiento mientras se desplaza de un lado a otro a través de ideas, recuerdos y conclusiones, traza un mapa del viaje desde la conciencia raíz, a través de una miríada de percepciones y recuerdos, hasta desembocar en el mundo físico. Polifónica la conversación entre los múltiples participantes del más reciente poemario de la ensayista y docente, Flota (2016; Cielo eléctrico, 2020; Traducción de Andrés Catalán y Jordi Doce). Atentas a la climatología interior, floraciones del idioma: lateral, navega alrededor de las interpenetraciones.

Su “Soneto abandonado” deja constancia de lo atávico que despierta, la “caída en picado/ lapso mental/ zambullida vertical”. Infeliz, “Trozeus” lucha por mantenerse en pie entre lo extraño: “¿Es placer?/ No tengo una respuesta”. Experimenta la interlocutora cambios dinámicos, se somete a extenuantes rondas conceptuales, “variaciones sobre el derecho a permanecer en silencio”; entrelaza raudas teorías, las hace ondear entre confesiones tensas para un nuevo lenguaje que considera el desorden como el significado, el yo abandonado sin confusión de egoísmo o incoherencia de propósito, consciente de que “la respuesta de la genialidad es la catástrofe”, una indagación sobre la naturaleza de la identidad que no se asienta en formas fijas, “una especie de balbuceo” que flota entre categorías, es memoria, crítica demasiado elusiva para ser inmovilizada.

Ubicuidad

En esta época de narcisismo cultural, la ficción colectiva cumple su objetivo de lograr estados de excepcionalidad a través de un discurso omnisciente que dice englobar todas las experiencias. La ubicuidad digital pronto degenera en analógica estasis: nos reduce a una simplificación excesiva de nosotros mismos, nos somete a la intrusión forense de la celebridad. La mejor poesía, al contrario, nos anima a usar nuestra peripecia para trascender individualidades.

Ajena al impulso de aclarar malentendidos o ajustar cuentas, una intimidad textual, obsesionada por escribir sobre algo que no sea ella misma, permea los libros de Anne Carson. Las formas de la Premio Internacional Manuel Acuña 2019 nacen de la bondad: escribe de lo que sabe, no presume de saber lo que no ha vivido. La universalidad de las colecciones Nox y Flota se logra desde el punto de vista de los alter ego de la poeta, ampliados en el alcance de sus perspectivas. Nos acostumbra a escuchar voces desconocidas, que nos reclaman por voluntad autoimpuesta.

Sevilla, 2020

 

José de María Romero BareaJosé de María Romero Barea es profesor, poeta, periodista, narrador y traductor. Twitter: @JdMRomeroBarea

 

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Posted: November 29, 2020 at 4:30 pm

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