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Buddy Guy, padre nuestro que estás en la tierra

Buddy Guy, padre nuestro que estás en la tierra

David Dorantes

Early in the Morning

Vine a Lettsworth porque me dijeron que acá nació nuestro padre, un tal Buddy Guy. Por los caminos del sur, vámonos para Louisiana. Aquí dicen que Matusalén vivió novecientos años. Es el corazón del Bible Belt. Por estos pagos lo que diga ese libro no se discute, se venera. Lettsworth no es siquiera un pueblo. Acaso un caserío escondido entre pantanos y caminos entreverados bajo bosques de Treeebeards. En la intersección del Gayden Road con la vía de tren hay una casa de madera. La fachada mira al norte. La vivienda se cae pedazos podrida por el tiempo, el desgano, los elementos. Es una típica Shotgun House. La puerta trasera y la delantera están paralelas una frente a la otra. En el sur de Louisiana ese tipo de viviendas se construyen así desde la ocupación francesa para que corra el viento con las dos puertas abiertas y paliar el calor. Desde aquí uno puede llegar hasta el mítico Río Mississipi tras una caminata corta. Una mañana, una mañana linda, alguien de por aquí se levantó para cantar los blues.

 

Pick A Bale of Cotton

George Guy nació en esa casa el caluroso jueves 30 de julio de 1936. Sam Guy e Isabelle Guy eran unos parceleros que se ganaban la vida con las cosechas por temporada. El pequeño George ayudaba al negocio de sus padres y le pagaban dos dólares con cincuenta centavos por cada cien libras de algodón que cosechara. No sabemos cuándo recibió su seudónimo de Buddy. El blues está lleno de canciones sobre el trabajo brutal de levantar el algodón. Busquen Pick A Bale of Cotton de Lead Beally o King Cotton de Corey Harris para que se hagan una idea. Un día el tío Mitch llegó a la casa de los Guy con un Diddley Bow. Suena sofisticado, pero no lo es. Es un palo con dos cuerdas tensadas, de metal o nylon, sobre el cual se pasa una botella o tubo para crear un efecto sonoro de lamento que se desliza mientras el ejecutante posa los dedos de menor a mayor o viceversa. El instrumento es parte del origen del blues desde el siglo XIX. El niño George quedó embelesado con el juguete. Las únicas cuerdas de la libertad son las de la música.

 

Boogie Chillen

La familia de Buddy Guy escuchaba en la radio las canciones de John Lee Hooker. Con el Diddley Bow el pequeño practicaba el tema Boogie Chillen de Hooker bajo la guía de su vecino Henry ‘Coot’ Smith. La primera guitarra que tuvo el joven la compró el patriarca Sam a su vecino ‘Coot’ Smith. En la década de 1940 los niños afroamericanos de los pueblos no podían cursar más allá del noveno grado. Para continuar en la preparatoria había que mudarse a la ciudad. A los trece años Buddy salió de Lettsworth rumbo al otro lado del Río Mississipi para vivir con su hermana Annie Mae en Baton Rouge. Se fue con la música a otra parte. La McKinley High School recibió al fuerte piscador de algodón que salía de la parcela por primera vez en su vida. Sin embargo, no hay blues sin desgracia. La matriarca Isabelle sufrió un ataque cerebrovascular y Buddy Guy tuvo que dejar la escuela al poco de llegar. Se puso a buscar un trabajo con que ayudar a costear el tratamiento y medicinas de la madre.

 

The Things That I Used To Do

La amorosa Annie Mae ‘Auntie’ Guy le dijo a su hermanito Buddy que en la Universidad Estatal de Louisiana (LSU, por sus siglas en inglés) había trabajo. El robusto muchacho fue contratado como afanador. De día aseaba pasillos y salones. Las noches de los fines de semana Buddy Guy y sus hermanos pagaban 75 centavos para entrar al Temple Roof, un templo masón en el North Boulevard, para escuchar a los grandes maestros como B.B. King, Bobby ‘Blue’ Bland, Junior Parker y Eddie ‘Guitar Slim’ Jones. Al joven George Guy los guitarristas King y Jones lo marcaron para siempre por razones muy distintas. El propio guitarrista contó años después que su sueño adolescente era tocar con la precisión y emoción de B.B. King. Pero presentándose en el escenario con el arrebato y pasión de Eddie ‘Guitar Slim’ Jones. Buddy Guy se declaró apóstol del blues en la guitarra eléctrica porque la Fender de Jones y la Gibson de King lo calaron hasta el alma con su sonido único. El histórico Temple Roof hoy se cae a pedazos por el abandono.

 

Stormy Monday

En la familia Guy había otros dos músicos. Sam Guy tocaba la batería y Phil Guy la guitarra. Junto con su hermano George acompañaban a artistas locales de Baton Rouge como John ‘Big Popa’ Tilley o en la Raful Neal’s Band. A los 17 años Buddy Guy era un guitarrista habitual en los bares de la ciudad. Fueron sus años de aprendizaje, absorbiéndolo todo de los viejos maestros que pasaban por el Deep South. Era la turbulenta década de 1950 y el tono del blues en el sur de Estados Unidos por entonces se afinaba como una música de protesta contra las injusticias que muchos artistas veían a su alrededor. Por ese tiempo en Inglaterra la chaviza estaba descubriendo el blues. Eso generó a bandas como The Rolling Stones o The Beatles. De manera paradójica, en Louisiana el blues todavía era descrito por los blancos como música del diablo, música de pobres, música de negros. Mientras tanto Elvis Presley ya derretía de calentura a las chavitas de tez pálida con su estilo de cantar… heredado del blues.

 

First Time I Met The Blues

El jueves 30 de mayo de 1957 el locutor de radio ‘Diggie Doo’ Maeaders, de la estación WXOK en Baton Rouge, le permitió al joven Buddy Guy que grabara en su estudio una cinta de demostración para buscar un contrato discográfico. El muchacho envió su música a la compañía Ace Records en Jackson, Mississipi. Los ejecutivos ni se tomaron la molestia de responderle. Esa es la primera grabación de los blues del piscador de algodón. Nada tontos los de Ace Records sacaron el disco años después cuando el guitarrista ya era famoso. Por entonces el pobre blues del sur ya sonaba macizo en el norte ricachón. Chicago, Illinois, vivía un esplendor gracias al bajista Willie Dixon que oficiaba como músico y empresario. Los trinquetes que armó Dixon para hacerse rico a costa de los campiranos muchachos del sur parecen una novela policíaca con mujeres fatales y balazos. La brújula del corazón guio a Buddy Guy hacia el norte. Se subió al tren el miércoles 25 de septiembre de 1957. Viajar es la respuesta, no importa la pregunta.

 

Sweet Home Chicago

En Chicago el joven Buddy Guy se encontró a puros muchachos del sur como él. El estilo rural sureño del Delta Blues se transformó en el Chicago Blues. Son lo mismo, salvo que en el norte pusieron grandes amplificadores a las guitarras lo que aumentó el espectro de efectos. En ese tiempo había varias compañías discográficas de blues en Chicago: Chess, Vee-Jay, Delmark y Cobra. Willie Dixon era asesor de Chess Records e impulsor de conciertos, giras, festivales. Buddy Guy cayó en blandito. Por esos años ahí vivían todos los maestros del género. Uno podia ver actuar de lunes a domingo a Muddy Waters, T-Bones Walker, Howlin’ Wolf, Alberta Adams, Luther Allison, Big Bill Broonzy, Junior Wells. A un lado de esas leyendas el piscador de sonrisa franca se hizo sitio como acompañante de primera fila. Willie Dixon se sorprendió con el sonido de Buddy Guy y le dio trabajo como músico de sesión. Además, le entregó algunos temas que grabó como ‘sencillos’ sin repercusión. Dixon sólo le pidió que no fuera tan estridente al tocar.

 

In The Wee Wee Hours

En Chicago el joven Buddy Guy se hizo muy compa de Junior Wells. La compañía Delmark Records le pidió a Wells que les grabara un disco. Buddy Guy acudió al estudio el 22 y 23 de septiembre de 1965 para lucirse en la lira. En Chicago los ojos de Willie Dixon todo lo veían. Buddy Guy no podía grabar con otra compañía que no fuera Chess Records. Buddy y Junior calcularon la trampa con cuidado. Junior Wells lanzó el disco Hoodoo Man Blues (noviembre, 1965) con doce temas que son sus obras más célebres y acabadas. En los créditos del disco aparecen Junior Wells (armónica y voz), Bill Warren (batería), Jack Myers (bajo) y Friendly Chap (guitarra y coros). El misterio del guitarrista amigable se resolvió años después cuando Buddy Guy ya había cumplido su contrato leonino con Chess Records. Hasta hoy la edición original de ese acetato es una de las piezas más codiciadas por los melómanos del blues. El coleccionismo es un arte mayor que nunca tiene al coleccionista de discos satisfecho ni feliz, yo sé de eso.

 

Buddy’s Groove

La segunda parte de la década de 1960 fue la de las convulsiones, la del ácido, el reventón, las preguntas, la rebeldía, la encueradera, el sainete. Buddy Guy apareció en escena con su primer disco solista. I Left My Blues in San Francisco (Chess Records, 1967) fue el caleidoscopio sonoro perfecto para esos años. Es un blues sazonado con hierbita que ataranta. Once canciones que pasan sin cesar del blues, al funk, soul y de regreso. La impresión que causó ese disco, y el estilo de tocar de Buddy Guy, marcó hasta nuestros días a todos los guitarristas de blues y blues-rock. Hasta un joven y tímido guitarrista llamado Jimi Hendrix le pidió permiso a Guy de grabarlo en un concierto con una cinta de carrete para después escucharlo al detalle y aprender. Eric Clapton se cambió a la Fender Stratocaster cuando le escuchó tocar en ese modelo de guitarra. La escala pentatónica en Do menor se convirtió en la seña de identidad de Buddy Guy que adornada con su poderoso vibrato es algo único y demoledor. Suena fácil, pero es puro vértigo.

 

Come See About Me

En el escenario Buddy Guy es una tormenta de sonidos, aullidos, espamos. Cuando el viejo piscador de algodón canta, aúlla con ese twang que parece romperle la laringe. Tiene el don de un imán. El poder de un profeta. La seducción de un bailarín. La fortaleza de un luchador. La prestancia impecable de un dandi decimonónico. Su falsete remite a los juegos vocales de James Brown. Entre canciones bromea coqueto con las mujeres de primera fila. Lanza proclamas sobre el valor de la amistad y la honestidad. Suele bajar del escenario para guitarrear entre la audiencia que lo toca como si fuera un iluminado. Puede que lo sea. No sólo es un gran músico que derrocha arte, también es un gran entretenedor y lo disfruta. No tiene conciertos rutinarios ni regidos por un patrón preestablecido. Se mueve por un impulso interior que deja exhausto al público. El blues en sus manos es una experiencia de gozo. La banda sonora de la fe en la que todo se pondrá mucho mejor. Es un adolescente octogenario que da hasta cien conciertos al año.

 

Smarter Than I Was

Una de las señas de identidad estética de Buddy Guy es su guitarra Fender Stratocaster negra con lunares blancos. Una extravagancia que esconde una historia familiar. Antes de subirse al tren para dejar Baton Rouge prometió a su madre que se iba a Chicago a ganar mucho dinero y volvería por ella en un Cadillac negro con lunares blancos. Isabella Guy se angustió porque su chavalo se metiera en problemas y vagancias por cumplir su palabra. Doña Isabella murió en 1968 y nunca supo que su hijo sólo le gastaba una broma en la despedida. Con esa guitarra tan singular, Buddy Guy ha grabado discos que son pilares en la historia del blues. Damn Right, I’ve Got The Blues (1961), Feels Like Rain (1993), Slippin’ In (1994), Sweat Tea (2001), Blues Singer (2004), Skin Deep (2008), Living Proof (2010) y Born to Play Guitar (2015) son las tablas de la ley del gran patriarca vivo de una tradición musical que fue la base para el jazz, rock and roll, rock y derivados. Las manos de Buddy Guy transmiten el misticismo del blues con la sabiduría de un chamán.

 

The Blues Don’t Lie

El 25 de septiembre del 2022 es la fecha señalada. Buddy Guy dijo que ese día saldría su nuevo disco, The Blues Don’t Lie. Es el 65 aniversario de su viaje a Chicago para cambiar el panorama de la música para siempre. Ya conocemos una canción de ese disco. El lamento Gunsmoke Blues es su queja furiosa por los constantes tiroteos en las escuelas de Estados Unidos. Unos culpan al tirador, otros culpan a las armas, pero la gente se sigue muriendo. Eso dice Buddy Guy en la canción a dueto con el intérprete de rock-folk Jason Isbell. Un millón de pensamientos y rezos no los traerán de regreso nunca más. Eso dice Buddy Guy. El disco es además una crónica reflexiva en catorce canciones que el propio patriarca hace sobre su vida desde la perspectiva de sus 86 años. Buddy Guy ha dicho varias veces que mantendrá ardiendo la flama del blues mientras siga vivo. B.B. King, Eddie ‘Guitar Slim’ Jones, Howlin’ Wolf, Muddy Watters y Junior Wells estarían orgullosos de haberle pasado la antorcha al risueño piscador de algodón que salió del sur.

 

David Dorantes (Guadalajara, México) periodista y escritor. Ha sido reportero de cultura, deportes, crimen e investigaciones especiales para los diarios Siglo 21Público-Milenio y Houston Chronicle, además de columnista de música en los semanarios Primera Plana y Cambio. Tomó el taller de Crónica Periodística con Gabriel García Márquez invitado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano 2000 y ganó el Premio Emisario de Periodismo de la Universidad de Guadalajara 2000. Uno de sus cuentos apareció en la antología Dime si no has querido. Antología de cuentos desterrados (Literal Publishing, 2018), la primera de autores Latinoamericanos en Houston. Actualmente es periodista free-lance para varias publicaciones en Estados Unidos, México y España. Su Twitter es @HDaviddorantes

 

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Posted: September 22, 2022 at 8:51 pm

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