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AMLO, soberanía ramplona y fentanilo

AMLO, soberanía ramplona y fentanilo

Sergio Negrete Cárdenas

AMLO amenazó a los republicanos que quieren mandar tropas a México que podría pedir a los mexicanos residentes en sus distritos, y a otros hispanos, que votaran contra ellos en la próxima elección, una amenaza recibida con carcajadas por los susodichos. Es el problema cuando se pretende enfrentar un problema grave con soberanía ramplona.

El polarizador ha encontrado una nueva causa, un nuevo enemigo. Andrés Manuel López Obrador fue un candidato exitoso dividiendo a los ciudadanos. Estaba ese pueblo bueno que él representa contra los fifís y conservadores. Es la estrategia que ha mantenido ahora que vive y trabaja (esto último es relativo) en Palacio Nacional. Se lanza ahora con todo enarbolando la causa de la soberanía nacional, enrollándose en la bandera como niño héroe. Porque se trata de defender el suelo de la patria contra esos estadounidenses que pretenden invadir a México con sus tropas.

 

Maniqueísmo histórico

El problema es que ahora el tabasqueño aspira a unificar a los que siempre ha dividido. Espera el apoyo de todos cuando ha muchos se los ha regateado. Su maniqueísmo histórico le hace creer que el mexicano sigue resentido con Estados Unidos por una guerra que se perdió junto con la mitad del territorio hace 175 años, de la misma forma que espera rencor contra España por una conquista que tuvo lugar hace cinco siglos.

López Obrador quizá nunca esperó que su estrategia frente al crimen organizado sería un fracaso tan estrepitoso. Aparentemente se creyó su propio diagnóstico que los grupos criminales estarían agradecidos si se les dejaba de perseguir, y responderían dejando de delinquir, o en todo caso repartiéndose con discreción territorios y rutas para operar. Pensó que si anunciaba públicamente que no buscaba meterse con ellos, responderían de la misma manera. Ofreció abrazos en lugar de balazos, pero el problema es que siguieron los balazos.

López Obrador quizá nunca esperó que su estrategia frente al crimen organizado sería un fracaso tan estrepitoso. Aparentemente se creyó su propio diagnóstico que los grupos criminales estarían agradecidos si se les dejaba de perseguir, y responderían dejando de delinquir…

La abierta claudicación del Gobierno Federal trajo consigo que las organizaciones criminales ocuparan todo el lugar que dejaba vacante el Estado. No es claro qué tanto es que las autoridades no se atreven a intervenir por el desequilibrio de fuerzas, dada la incapacidad de enfrentar a esos grupos. Gobiernos débiles y desorganizados ante un crimen, por el contrario, muy organizado. Esto es, lo que coloquialmente se conoce como un Estado fallido. La otra posibilidad es, si cabe, más aterradora: autoridades electas a nivel municipal, estatal o incluso federal que han hecho simbiosis con ese crimen organizado. No se combaten porque están asociados, repartiéndose y compartiendo el poder. En pocas palabras, un narcoestado.

 

Emergencia por fentanilo

La violencia en México ha sido brutal por ya 15 años, la novedad obradorista ha sido cambiar la estrategia registrando el mismo fracaso. Por más de cuatro años no puede decirse que el gobierno mexicano tiene una guerra sin cuartel contra el crimen organizado. Por el contrario, al menos en apariencia, ante los ojos de Estados Unidos y de tantos otros, se tiene a una administración complaciente, derrotada o cómplice.

Esto mientras que en años recientes ha estallado la crisis del fentanilo, que ha alcanzado proporciones aterradoras. Las muertes por sobredosis de drogas ya sobrepasan las cien mil por año, con el fentanilo siendo por mucho el más importante. No se trata de drogas caras que causan adicción pero que podían ser utilizadas por años, y con tratamiento superadas. Se trata de un opioide sintético extremadamente barato por su potencia en pequeñísimas cantidades: hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces que la morfina. Se mezcla con otras drogas para abaratarlas, por lo que una dosis que cause la muerte puede ser extremadamente pequeña.

Según se dice, en alguna ocasión una periodista le preguntó al presidente Gustavo Díaz Ordaz sobre si México era un “gran trampolín” de drogas hacia Estados Unidos. La respuesta fue que para una gran alberca, era necesario un gran trampolín. La respuesta mexicana sobre la oferta de drogas siempre ha sido la misma: porque hay demanda. El problema ahora es que el gobierno de AMLO no parece preocupado por tratar de reducir esa oferta. Muchos políticos estadounidenses encuentran redituable atacar a México: se le puede culpar de todo, y sus votantes no están en Estados Unidos. Trump mostró que ese camino funcionaba y permitía ganar elecciones. La crisis del fentanilo les está permitiendo plantear lo antes impensable: atacar a grupos criminales en territorio nacional.

Muchos políticos estadounidenses encuentran redituable atacar a México: se le puede culpar de todo, y sus votantes no están en Estados Unidos. Trump mostró que ese camino funcionaba y permitía ganar elecciones.

Flanco débil de AMLO

López Obrador no puede argumentar que su estrategia contra los cárteles de la droga funciona. Dijo que en el país no se produce, ni consume, fentanilo, lo que fue rápidamente desmentido. El canciller Ebrard ya está en un doble juego: validando a su patrón mientras que trata de sacarlo del problema. Viajó en días recientes a Estados Unidos argumentando que iba a “defender a México”, al tiempo que repetía que se busca cooperar contra el fentanilo.

El problema es que los estadounidenses quieren acción, no ofertas de cooperación. Mientras tanto, AMLO amenazó a los republicanos que quieren mandar tropas a México que podría pedir a los mexicanos residentes en sus distritos, y a otros hispanos, que votaran contra ellos en la próxima elección, una amenaza recibida con carcajadas por los susodichos. Es el problema cuando se pretende enfrentar un problema grave con soberanía ramplona.

 

Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka

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Posted: March 16, 2023 at 3:47 pm

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