Interview
Escribir como si no fueses escritor. Entrevista con Ariana Harwicz

Escribir como si no fueses escritor. Entrevista con Ariana Harwicz

Enrique Urbina

Matate, amor, la aclamada primera novela de Ariana Harwicz, se ha publicado en México bajo el sello editorial Dharma Books. De una prosa delirante y maliciosa, Matate, amor narra la historia de una mujer cuya vida en el campo en compañía de su cónyuge y su hijo pequeño no parece ser suficiente para lo que sucede dentro de ella: un mar salvaje que quiere tirarlo todo. La protagonista constantemente ataca y transforma los roles sociales que se le imponen como madre y como mujer, pero también como persona que tiene una profunda vida interior.

En el marco de la FIL Guadalajara 2019 platiqué con Ariana sobre esta novela.

Enrique Urbina: Ariana, tu novela me parece furiosa en muchos sentidos, pero el primero, el más claro, es en el de la protagonista y su relación con la madre, con la idea de madre. No te voy a preguntar qué es ser madre para ti, sino qué es la Madre para ti; qué es esa figura arquetípica y política de la madre en una familia

Ariana Harwicz: Me obsesiona mucho el tema de la maternidad en la literatura, el arte, pero en la vida… Y no sé qué es, pero me interesa muchísimo porque es un fenómeno tan perturbador que ustedes [los hombres] quizás de otro modo lo pueden entender, pero no del todo. La madre, para mí, primero es la cosa extraña, de ciencia ficción, de que algo viva adentro tuyo. No me parece algo natural. Me parece un artificio, un invento. Es una de las vivencias más enloquecedoras que alguien puede tener y eso para la escritura es genial.  Es la locura que se forme un cuerpo en tu cuerpo y que luego lo expulses, y que después sea un amor que tienes que crear para toda la vida. Es una identidad un poco falsa, impuesta: eres madre, ¿pero por cuánto tiempo? Y hay mujeres que no pueden sentirse madres aun teniendo un hijo, y ahí se genera un caos. Es un viaje hacia la locura porque la maternidad también tiene que ver con el deseo. Es algo muy sexual, muy físico. Pero, por otro lado, se ha idealizado a la madre como un instrumento político. Aquí en México siempre tiene un lugar santificado y eso es muy agobiante para la mujer también.

EU: Mencionaste que no se te hace natural, pero en Matate, amor me parece que hay un devenir animal/natural. La naturaleza es también una figura muy presente.

AH: Pero el bosque en Matate, como un editor dijo una vez, es un bosque del lenguaje, un bosque artificial; está, pero no de un modo idílico, clásico o realista.

EU: Particularmente está este tratamiento con la figura del ciervo que la protagonista se encuentra repetidas veces en la novela y que, parece, es quien, con su mirada, le otorga su identidad. Hay un reconocimiento en estos animales de ella misma, quien también se expresa en un lenguaje casi animal.

AH: Sí, la novela está muy influida por todo lo selvático o de mundos más allá… Esta novela siempre se lee en clave realista, pero se podría mirar en clave fantástica. ¿Cómo puede ser que el ciervo te mire, o que la madre encuentre al bebé en la copa de un árbol como un mono? Hay detalles incrustados que develan que no es una novela realista, pero también hay una poética sobre lo mundano, lo cotidiano el matrimonio.

EU: Claro, puede ser leída en una clave realista, pero, parafraseando a Marcelo Cohen, toda literatura debe alterar la realidad. Y en Matate, amor, el lenguaje la deforma; la prosa distorsiona la realidad. ¿Qué es la realidad o lo real para ti?

AH: Para mí lo real es esa distorsión. Ese binomio realidad/ficción nunca lo entendí. Me parece teatral, una puesta en escena, todo. Esta conversación misma. La vivo y me veo viviéndola y me salgo de ella. Y la escritura también es una puesta en escena. Todo es mentira, pero como decía Picasso: “mentir para decir la verdad”. Él decía “para qué me interesa pintar el árbol que está ahí; a mí me interesa el árbol connotado”, su árbol. Ese juego de lo que existe y no existe es como una comedia.

EU: Siguiendo el tema de lo real, hay un tratamiento de la locura muy específico en tu novela, porque además del lenguaje delirante, es una locura impuesta en la protagonista. Es una locura utilizada como aparato de poder y sometimiento. ¿Cómo es esa locura para ti?

AH: Muy Foucault lo que decís, pero sí hay una tradición de mujeres tratadas de locas, internadas. Retomo esa tradición y esa frase típica de “estás loca, hacete internar” o “curate”. La locura como una punición. Ella [la protagonista de la novela] no está loca y cuando se la llevan, de hecho, es una pantomima. Pero, bueno, sí, siempre me interesó ese borde. Cuando vivía en Argentina trabajé haciendo pasantías en el Borda, el hospital más conocido del estado para casos psiquiátricos. Siempre me interesó ese borde. Ella [la protagonista de la novela] está loca porque no ve el mundo como los demás.

EU: Mencionas mucho la comedia y la broma. Creo que en tu novela está muy presente porque Matate, amor es una rebelión hacia muchas cosas. Me parece que es, sobre todo, una rebelión de la literatura desde la literatura.

AH: Creo que me gusta eso de escribir como si no se fuese escritor, escribir como si no se estuviera escribiendo una novela, escribir sin hacer concesiones a la época. Uno puede rebelarse haciendo ese procedimiento o esa operación de decir “no estoy escribiendo una novela para Anagrama o Dharma Books para que no sea traducida”. Estoy ejerciendo una violencia, poniendo bombas.

EU: Para concluir, Matate, amor es una novela exitosa que se ha publicado y traducido en muchos lados. ¿Qué diferencias sobre su publicación hay en México respecto a los demás países?

AH: En México recién comienza la aventura. Apenas está por llega a librerías y no he participado en coloquios o discusiones, que me gustaría seguir con toda esa política de autor que yo tengo de acompañar el libro. Así que no sé, pero en cada país ha generado cosas distintas. En cada cultura, en cada lengua, en cada violencia impactó de otro modo con el común denominador del feminismo, pero con detalles diferentes que es lo más importante. En Israel, Turquía, Georgia, Croacia, Francia, Estados Unidos, en todos los países generó empatías distintas, sobre todo en sociedades que supuestamente son más conservadoras y represivas, pero hay algo universal claro, la madre en cada cultura es diferente, pero tiene ese imperativo.

 

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Posted: January 15, 2020 at 10:30 pm

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