La elocuencia de los hechos
David Medina Portillo
…sus ideas para acotar la brecha de las desigualdades son más una defensa razonable de la cultura del esfuerzo que una forma de victimismo clientelar: un relato desde el sentido común en favor de la iniciativa individual y la movilidad social, tan desacreditadas por los críticos de una meritocracia ampliamente caricaturizada como echaleganismo.
Con el inesperado surgimiento del fenómeno Xóchitl Gálvez en las semanas recientes, era previsible que el oficialismo la descalificara en coro, con la estridencia simultánea y espontánea (comillas) de sus intelectuales, activistas, propagandistas y demás viris y epigmenios. Aunque lo interesante no es eso, lo relevante ha sido ver cómo la atacan. Porque argumentos no tienen más allá de equipararla a una botarga al servicio de la minoría rapaz, el Supremo Poder Conservador.
La parte más grosera de esta ofensiva tiene que ver con el racismo de un partido que desde su nombre, Morena, expropió para su beneficio las muy socorridas variantes de la militancia identitaria. Aunque no cualquier activismo, por supuesto. Solo el que les conviene. En este caso, el de un indigenismo legitimado por el discurso pauperista y clientelar de la moral obradorista.
Parece difícil identificar a Xóchitl con la derecha y menos encajaría en la derecha confesional. Su labor legislativa sobre la interrupción legal del embarazo tanto como su feminismo y su trabajo entre las comunidades indígenas y marginales son conocidas de años atrás. No obstante, en un debate reciente uno de los más activos propagandistas del régimen, Epigmenio Ibarra, literalmente la denunció por pertenecer a la derecha como si de un delito se tratara. En realidad, la propaganda solo hace eco de lo que dice el líder y el que nos tocó, AMLO, acaba de denunciar a la mismísima ONU como agencia de la derecha.
A su vez, la derecha más o menos radical o solo despistada tampoco está contenta con la participación de Xóchitl Gálvez, en quien creen identificar a una renegada del obradorismo pero con idéntica agenda. En este sentido, han subrayado ya su activismo feminista pero se sienten más contrariados aún por un pasado supuestamente marxista que, obviamente, difunden como un desenmascaramiento urgente. Sin embargo, las revelaciones sobre su juventud militante en la Liga Obrera Marxista ella misma las difundió y reconoció públicamente desde hace tiempo —por ejemplo, en un podcast de enero cuando aún era aspirante a la jefatura de gobierno de la CDMX.
Xóchitl Gálvez es más una política de hechos que ideológica. Y en periodos de encono generalizado esta sola evidencia es lo que más desconcierta a propios y extraños. Su trabajo entre las minorías está dirigido a resolver problemas concretos en situaciones particulares. En cualquier caso, el relato con el que acompaña esa labor de ninguna manera puede ser confundido con el blablablá pintoresco y demagógico de López Obrador y su séquito.
En efecto, el trabajo de Xóchitl Gálvez en las comunidades no forma parte de una ofensiva ideológica. Así sus ideas para acotar la brecha de las desigualdades son más una defensa razonable de la cultura del esfuerzo que una forma de victimismo clientelar: un relato desde el sentido común en favor de la iniciativa individual y la movilidad social, tan desacreditadas por los críticos de una meritocracia ampliamente caricaturizada como echaleganismo. Algo inconcebible entre los críticos del status quo para quienes las desigualdades son estructurales y no desaparecerán si no es con el sistema mismo. Dicho de otra manera, el discurso de Xóchitl Gálvez es igualitario e identitario pero no es una versión más de las guerras culturales del progresismo antiliberal en las que se han enfangado los doctrinarios de la 4T.
Esta es la explicación por la que el lopezobradorismo nunca ha podido cumplir promesa alguna. Dar resultados no está en su naturaleza puesto que la clave (la coartada) del “cambio verdadero” es que nada puede cambiar mientras no cambie todo. Contra este discurso el de Xóchitl Gálvez parece buscar un regreso a los problemas de aquí y ahora, es decir, un retorno a una realidad cuyas soluciones sean palpables. No el discurso sino los hechos, la elocuencia de los hechos. Eso es lo que está en juego.
David Medina Portillo. Ensayista, editor y traductor. Editor-In-Chief de Literal Magazine. Twitter: @davidmportillo
©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.
Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores y columnistas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de esta revista ni de sus editores, aunque sí refrendamos y respaldamos su derecho a expresarlas en toda su pluralidad. / Our contributors and columnists are solely responsible for the opinions expressed here, which do not necessarily reflect the point of view of this magazine or its editors. However, we do reaffirm and support their right to voice said opinions with full plurality.
Posted: August 1, 2023 at 8:35 pm