Essay
Mi íntima multitud: la pluralidad existencial que nos define

Mi íntima multitud: la pluralidad existencial que nos define

Gioconda Belli

Hoy me llega en la intimidad de mi jardín un paquete conteniendo el nuevo poemario de Gioconda Belli. Lo abro con ansiedad y gran expectativa porque llevo años leyendo la obra de la compañera poeta nicaragüense. Confieso que como lector me siento identificado con su voz porque ésta siempre propone una vasta gama de candentes verdes que transportan al que la lee a un mundo tan suyo y tan de todos. Como lector puertorriqueño, habitante de una patria chica, me voy identificando con esa otra patria chica que propone y describe tan maravillosamente Gioconda Belli en su más reciente colección de versos, Mi íntima multitud.

El libro se anuncia con grandes entradas: V Premio Internacional de Poesía Generación del 27, y publicado nada menos que por la Colección Visor de Poesía, catedral altamente estimada por poetas importantes que desean en ella ver su santuario. No me dejo deslumbrar (o en todo caso falsamente impresionar) por los lauros, porque Gioconda lleva muchos premios en su bolso y ninguno le ha restado la calidad literaria de su obra. Sobrepasado ya el primer gran efecto desplegado en el marquise del libro, me acomodo bajo la sombra de un antiguo roble a leer los nuevos versos de Gioconda Belli.

Ya a mi vieja edad no creo en las casualidades ni en las coincidencias y no es sorpresa para mí que el primer poema del libro titulado Permanencia de los jardines me agarre leyéndolo precisamente en la sombra verde de mi jardín. Bueno, mi querida Gioconda, ya me tienes donde más apropiado no puedo estar, ahora puedes soltar los versos de tu aguerrida voz, la sensualidad de tu siempre atrevida voz .

Cuando me posee un sentimiento o una idea hay un proceso intuitivo que me indica cuál es el mejor medio. Ciertas emociones sólo puedo expresarlas en poesía, así como me sobrevienen historias o ideas que requiere de la prosa para decirse. Quizás empecé siendo poeta porque en mi país se venera a Rubén Darío y existe un gran amor por la poesía.

Y lo de atrevida no lo digo en balde, porque precisamente eso leeremos en este conjunto, versos sensuales y atrevidos que dibujan una sonrisa de complicidad en nuestros labios: “Me construí como un jardín de senderos bien delineados./ con especies imposibles de clasificar/ pues siempre quise poner a prueba tus intenciones de/ jardinero/ domador de plantas y exterminador de plagas”. Ya las premisas y la propuesta del libro han quedado establecidas en este primer poema: el gran jardín humano (a veces personal, a veces nacional y siempre universal) que en ocasiones se nos presenta como “espeso matorral” y en otras como “senderos bien delineados”. ¿Acaso no es esa la real experiencia humana, caos-orden y en ocasiones contadas con la mano izquierda, un balance de dichas y placeres que nos permite seguir viviendo?

El resto del poemario no es sino un recorrido profundo por la experiencia humana que se ha virtualizado y desvirtualizado en dos mundos aparentemente opuestos: el mundo de la tecnología y el mundo natural. El terrible y a veces heroico ensayo humano se irá forjando entre esas dos realidades con los consabidos lexemas del hombre que son: el amor, la furia, la muerte, el desengaño y la esperanza que rehusamos desamparar porque es la que nos permite vivir aunque sea de mentiras y falsedades entre esos dos mundos descomunales. El jardín azulado, metáfora constante en esta poesía, se representa por la pantalla de la computadora que viene a darse como viva representación de la tecnología que libera y atrapa, creando nuevas soledades y brindando extrañas compañías. Es el mundo gris y estéril que a la vez se vuelve por acto de magia rico y prometedor. La tecnología será un mundo nuevo creado por el hombre en donde se conoce, pero a la vez se desconoce y se pierde. Un jardín bifurcado de números y electrones que de manera asombrosa va manejando las guerras y la pobreza social creadas por el hombre. A la par se da el otro mundo, el conocido por todos, el mundo verde natural de los pájaros, las plantas y los volcanes de Nicaragua. Un orden que irónicamente también posee la capacidad de destruir al mundo tal cual lo conocemos con su hombre ingenuo y desposeído. De hecho, la destrucción natural será manifestada con interminables aguaceros, tormentas, inundaciones y fuegos voraces que se disparan de las bocas de los volcanes destruyendo todo a su paso. Pero al igual que el mundo de la tecnología, dicho mundo natural posee la capacidad de crear y brindar al hombre un lugar donde solazarse, sentirse protegido del desenfreno interno y externo que surge del hombre, su ambiente natural y artificial.

La imagen o la metáfora del jardín persiste a través de todo el libro manifestándose en poemas donde vemos un vergel nacional descuidado (Oda a un país Güegüense), el edén del mundo destruido (Mensaje al final del año 2001) y por fin el huerto personal abandonado (Lo que amo y desamo). De igual manera veremos jardines más esperanzadores, más a tono con el balance natural del hombre, como en los poemas: Tarde de pueblos, Y el sueño se hizo carne y habitó entre nosotros y Adriana. El libro presenta el enfrentamiento de esos dos edenes: el antiguo verde-telúrico y el nuevo azul-tecnológico de la pantalla de la computadora. ¿Cómo se reconcilian, cómo se encuentran, cómo se aman, dónde se encuentran estos dos mundos?

La poeta parece proponer un abrazo a la modernidad y a la tecnología donde el acto de la seducción espiritual (y por qué no decirlo corporal) incorpore esa nueva verdad a la ya existente en el hombre, es decir, su estado telúrico, su estado de ser planetario. Gioconda Belli parece indicarnos que la tecnología no es sino otra manifestación de la sensualidad humana hecha descargas eléctricas y digitales. La escritora, haciéndole cara al milenio que entra, intenta comprender el nuevo mundo cibernético y lo que éste tiene que proponerle al mundo en las ramas de la creación, no descuidando la posibilidad de que éste se ha vuelto una extensión de la creación misma, la invención cibernética del hombre se ha vuelto poesía, se ha vuelto arte. En todo caso siempre es posible que el amor real del hombre se pierda entre estos dos mundos, sólo quedando la persistente soledad que el hombre siempre ha tenido. O como bien dice la poeta que todo haya sido un sueño, la propuesta que siempre puso Calderón de la Barca sobre la mesa. Tal vez por eso abunden tantas interrogantes metafóricas en este libro nuevo de Gioconda Belli.

Mi íntima multitud pasa a ser, pues, la íntima multitud de todos. Es la pluralidad existencial que nos define con todas sus altas y bajas (“azotada de viento, erosionada por múltiples inundaciones”), es la multitud de sensaciones y vivencias que al final nos vuelve íntimos con nosotros mismos, es lo que nos permite llegar a la verdadera esencia de lo que es ser verdaderamente humanos.

*Imagen de Jorge Mejía Peralta (All Creative Commons)


Posted: April 1, 2012 at 8:42 pm

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