Fiction
Pequeña muestra del vicio en el que caigo todos los días

Pequeña muestra del vicio en el que caigo todos los días

Mario Bellatin

Desde hace cerca de treinta y dos horas te tengo presente. Tanto, que cuando veo que me escribes me impresiono. Es que estoy llevando a cabo una suerte de experimento con las palabras que se intercambian, que no sé si resultará como lo tengo pensado. Te contaré su mecanismo cuando ya esté puesto en funcionamiento. Tu imagen ahora, después de leerte, se me hace nítida en el gabinete de baile. No sólo tu silueta, sino el aura que seguro se desata y algunos perciben. Estoy agobiado de trabajo. Hago cuatro libros al mismo tiempo. Hoy a mediodía caí rendido, en un estado raro. La noche anterior me había dormido a las seis de la mañana y a las nueve recibí a mi asistente de foto. Me aceptaron el libro de la kahlo tal como está planteado. Con cuarenta fotografías que registran el viaje que realicé para ver a esa frida con vida que habita en un poblado lejano. Para recordar que debía terminar semejante libro compré unos tenis converse all star       –una edición limitada con motivos de frida—. Tienen decenas de retratos, los cuales puedo mirar cada vez que agacho la cabeza. Me han invitado a puerto rico para febrero, y el próximo jueves parto a cuba como acompañante de sergio pitol. Feliz con mi nueva perra. Como sabes, se llama chispas y señorita coralí al mismo tiempo. El nombre de señorita coralí proviene del personaje de una amiga escritora que estoy leyendo, y el de chispas de una obra de teatro cuyo personaje central se llama chispas bellatin. Los libros que estoy escribiendo tal vez se titulen: Pequeña muestra del vicio en el que caigo todos los días; Las dos fridas; La historia de mishima —una autobiografía ilustrada—; y Todos saben que el arroz que cocinamos está muerto —una breve autobiografía ilustrada—. No es cierto que haya ido al congreso de puebla. Me encontré con el equipo de venezuela aquí, en el centro, una noche en la que todos parecían querer divertirse más de la cuenta. Una historia triste: la ponente principal del grupo, cuyo tema era precisamente mi libro El gran vidrio, no pudo viajar porque su hijo murió al caer el día anterior por la ventana. Quien me lo contó, leyó en público la ponencia, y me dijo que había notado una suerte de vaticinio en el texto redactado por la académica. Qué mundo éste. Creo que por eso utilizo ahora las fotos, para verlo de verdad, para apreciar lo irreal en lo que estamos atrapados, para mirar los fantasmas, los tiempos paralelos, los vivos y los muertos comiendo de un mismo plato de arroz. Soy maestro de un poeta excepcional, indígena y travesti, que construye sus textos con una lógica perfectamente imposible. Para llevar a cabo nuestras sesiones nos encontramos en un punto intermedio, que para mí significa dos horas de viaje y para él tres. Se trata de alguien que nunca ha visitado la ciudad. Se lo tienen prohibido en su comunidad, donde su trabajo de todos los días es el de enfermero. Es impresionante su proceso de escritura. Lo hace en nahuatl, lo traduce él mismo al español, y después toma una foto. Se trata del poeta con el proceso de escritura más largo que conozco. Cuéntame de tu viaje a ese pueblo olvidado de los estados unidos, si debes ir de nuevo a comprar pantalones para tu marido, y cuáles son ahora las inmensas preguntas celestes que debes contestar a tu hija…

Qué bueno que hayas aceptado el ofrecimiento de coordinar el libro del encuentro en brown. Que lo hagas en medio de tanto trabajo además. Me alegra mucho que se haga un libro de nuestro encuentro. Yo tengo algunos textos, el de sergio delgado, por ejemplo, completo. No puedo imaginar pasar por debajo de las aletas de los leones marinos, que seguramente no las tienen tan pronunciadas como uno cree. Esos túneles de cristal no existían en mis tiempos. Los vagos recuerdos de acuarios tienen que ver con aguas verdosas, que emitían un olor peculiar. De vez en cuando se alcanzaba a ver algún lomo desdibujándose en las aguas espesas. Por lo visto los caminos para realizar el libro de lo sucedido en brown están abiertos. Cada quien puede hacer la pirueta que más le acomode y tú serás una suerte de compañía o de aval. Comencé con el otro medicamento, con el de precio muy alto. El asunto no es el dinero sino, como te decía, el problema es el proceso de pagarlo. Además me cae mal físicamente. No tanto como los anteriores. Éste se caracteriza por las subidas y bajadas de ánimo que produce. Cuando tomo vino el dolor de cabeza es intenso. Me regalaron una cámara de madera, hecha a mano. Bella. Funciona a la perfección. Ayer revelé el primer rollo. Ahora, hoy, tengo una agenda larga que comienza desayunando con un amigo. Vamos después a visitar una cantina. Iremos luego a un refugio de perros, pues me quieren entregar una pastor blanca con ojos verdes. Allí trataré de sacar fotos de los animales confinados, del cementerio y de la sala de cremación con los que cuenta el refugio. Después me despediré de aquel muchacho. Tú lo conoces. El martes llega uno de mis personajes principales: la mujer de seattle que se dedica todos los años a desenterrar con sus propias manos a su marido en la cúspide de la montaña de un pueblo andino. El personaje aparece en mi libro La escuela del dolor humano de sechuánM.u<. Quiere visitar, después de treinta años, el primer pueblo en latinoamérica en el que se instaló. No creo estar en condiciones de realizar el viaje con ella. No tengo muchas ganas de ir. Tampoco de continuar con el libro que debo entregar. Hoy avancé como un cuarto de página. He decidido, con respecto a la medicina, tomar la mitad de la dosis prescrita. ¿Será una buena opción? En lugar de dos veces al día sólo una. Probaré.

Estoy con una gripe fuerte. Hace interferencia con los supuestos efectos secundarios de una medicina que experimento —muy cara, casi impagable—, que se cree voy a poder ahora sí soportar. Entonces el dilema se plantea de la siguiente manera: ¿Cómo es posible, si uno está buscando en realidad un recodo amable dónde morir, que deba gastar de pronto mucho dinero para conseguir una medicina que te va a producir lo contrario? Lo dejo todo en manos de mi socia de la escuela. Ella hace la transacción y yo me quedo con la idea de que no participo en nada. Hasta ahora la medicina, de la cual ya tomé cinco dosis, parece que funciona sin efectos secundarios. Por ejemplo, no siento que me persiguen en la calle. Tampoco le doy vueltas a la idea de que la gente del banco tiene mi dirección y se la darán a los ladrones. Hoy ya los bronquios están mejor. Cancelé todas las citas salvo una cena y avanzo con el libro de las fotos, el de frida kahlo. Anoche me regalaron una cámara de madera, pinehole, maravillosa, y ya tengo los contactos para que me revelen los rollos sin necesidad de ir a lugares de comercio. La próxima semana hago mi equipaje y me voy por un mes a oaxaca. A un estudio acondicionado según las normas de los grabados de san jerónimo. Allí acabaré con el trabajo pendiente. Decisiones: rompí mi relación con anagrama. Desde ahora publicaré en méxico con unos muchachos simpáticos y serios que se llaman sexto piso. En argentina con entropía, y en francia con la pequeña passage du nord ouest. Una editorial muy precisa. Nada de mafias, grandes editoriales, engaños, gente fea, y contratos malévolos. Quiero editores atentos a mi trabajo, que entiendan y aprecien sus movimientos. Te muestro una pulsión: quiero tener otro perro. ¿Será bueno? ¿Efecto secundario de la medicina tal vez? Me dieron un xoloiscuintle que tenía la costumbre de orinar sólo en el edredón de mi cama. Cuando la señora de la tintorería me vio aparecer por octava vez en una semana, advertí que algo no andaba bien. Le entregué el perro a mi amigo koke, quien lo aceptó sólo porque era mío ya que no le gustan los perros sin pelo. En su casa orina siempre en el jardín. Ahora ya lo adora y orinó siempre en el jardín. Parece ser que el xolo no quería vivir aquí conmigo. Pero buscaré una border collie. Antes debo terminar el libro que me puse mayo como fecha límite para acabar. ¿Cómo va todo contigo? ¿pasaste bien el largo fin de semana? Dile a tu pequeña hija que la figura del pirata es buena y mala a la vez.

Leo sobre tus amigos muertos y comprendo que no debo olvidar los preparativos que, hasta hace poco, elaboraba para resolver mi propia muerte. Los había dejado de lado durante estos meses, en los que se me permitió permanecer un tiempo sin medicamentos. No experimentar los efectos secundarios me devolvió las ganas de seguir con vida. Ya lo tenía casi todo listo. Profesar el islám me impide ser incinerado. Me da satisfacción apreciar desde ahora ciertos detalles de la ceremonia fúnebre. Un ritual alejado lo más posible de los artificios contemporáneos creados para el tratamiento cotidiano de la muerte. Un sepelio apegado a la tradición es lo que deseo. Con derviches girando alrededor de la madera burda de un ataúd envuelto con varios metros de paño verde y cubierto con un sinnúmero de capas de pétalos de flores. Ahora que retomo esos preparativos, recuerdo que el viaje a nueva york donde nos conocimos estuvo planeado como una suerte de final de recorrido.

Me llama la atención que los problemas los puedas arreglar comprándole pantalones al padre de tu hija. Yo espero a unos periodistas con cámara. Las pastillas ya van siendo amaestradas y me desespera que las teclas de mi computadora medio nueva se encuentren casi todas estrelladas. Malditas mac, cada vez duran menos. En realidad lo que me molesta es haber estado haciendo toda la mañana el libro de la kahlo. Es un libro falso. Aunque de vez en cuando introduzca en la narración mis propios asuntos, lo siento deshonesto porque no viene de la nada ni va a la nada, como creo que se mueven los demás textos. Mi hijo tadeo es un niño preocupado por el lenguaje y sus normas. Le desespera, por ejemplo, que la piaf no pueda ser traducida en su verdadera dimensión. Ha planeado vivir conmigo cuando cumpla trece años. Por lo pronto viene en octubre. Lo iba a ver ahora en mayo en parís, pero los médicos me dijeron que mejor me quedara en mi casa hasta que se resuelva mi situación. Estuve con él en lima una semana antes de conocerte. Me acompañó a la inauguración del museo travesti de perú. El vive en setè, frente al cementerio marino de paul valery, y casi desde la puerta de su casa sale el barco con destino a tánger. Esta madrugada llega mi amiga de los andes, y el viernes creo que partimos a oaxaca. Acabo de darme cuenta de que tengo señalada en mi agenda una conferencia sobre televisión. Debo reflexionar en público sobre una emisora cultural. Eso me va a obligar a volver antes de tiempo. Hace unos momentos llamé a unos amigos que tienen cachorros de jack russell a disposición. Hubiera preferido una border inteligente, aunque quizá sea mejor tener dos razas distintas. Esta noche tengo cita con los egresados de la escuela. Nos reunimos para discutir los trabajos de cada uno. A veces hablamos de la vida. No queremos hacer taller. Debo llamar también al experto en cámaras estenopeicas para que dicte un curso en la escuela. Tengo que prepararme para la visitante de seattle. Hace un rato salí a la calle y vi que el espejo de mi auto había sido robado. El auto se encontraba estacionado precisamente delante de la tienda que vende espejos. Ya lo repuse. Nada que contar, salvo que el texto de la kahlo me aburre. No sé qué hacer. Sobre todo cuando veo que dentro de su opacidad las fotos son más reales y transparentes.

Los misterios se hacen cada vez más insondables. ¿¿chris?? ¿¿tenía que por fin pasar algo con él tal como señalas?? No recuerdo. La escena del perro que mencionas se congela en colores ocre. Yo tengo escrita una secuencia que involucra a un perro en un parque de nueva york. Se encuentra publicada no sé dónde. Un tipo que acostumbra espiar a la hija de una amiga cuando juega, ve que la niña encuentra un jack russell perdido que camina arrastrando su correa. La niña la toma. Busca al dueño. El tipo sospecha que la niña no quiere hallarlo, porque desea quedarse con el animal. Le pregunta al amigo de la madre —a quien no conoce— si el perro es suyo. El hombre le dice que sí, toma al animal y se lo lleva algunas cuadras antes de abandonarlo. Me despedí del personaje del que te hablé. El día comenzó temprano. El sujeto no había dormido en toda la noche y llevaba todavía encima los efectos de los éxtasis y demás enervantes que había consumido hasta unas horas antes. Todo comenzó a salir mal. Es decir, fuera de orden. Pero estaba perfecto. Desayunamos y después fuimos a una cantina que resultó estar clausurada. Yo tenía una cita horas más tarde para ver a una perra que daban en adopción. Finalmente fuimos a ver al animal a un lugar inmundo, lleno de personajes oscuros y de perros hechos mierda. Yo estaba mareado por el efecto de los medicamentos y mi acompañante tenía muchas ganas de tomar una cerveza —como te dije, la cantina escogida en un principio para ir después del desayuno se encontraba clausurada—. Advertí en ese momento lo incoherente de mi actitud. ¿Cómo era posible siendo una cita de despedida ir a un lugar tan desagradable? Me querían dar un animal tan traumatizado que no se dejaba tocar por ningún ser humano. Nos otorgaron, a mi compañero y a mí, la categoría de adoptantes y de inmediato construyeron el imaginario de una vida ideal para los tres. Mi amigo, la perra y yo habitando juntos. Se ve que la van a pasar lindo, decían las mujeres del hospicio. Mientras uno de ustedes hace una cosa el otro puede estar con la perra, y después pueden salir a pasearla. Y se va a encariñar de inmediato con los dos, ya lo verán. Nos fuimos casi de inmediato. Nos dirigimos a una piscina ubicada en el piso cuarenta de un hotel cercano. Permitimos que fueran desapareciendo poco a poco las imágenes del refugio. Tomé desde esa altura fotos con mi cámara de madera. Dejé a mi amigo en su casa cuando ya era casi de noche. Durante la jornada había perdido la apuesta sobre quién era el director de El gabinete del doctor caligari. Por esa razón le debo hasta ahora una pestaña de coca. Antes de irse, me regaló la película El hombre de la cámara, de ziga bezla. Yo esa noche me fui a una cena que terminó a las seis de la mañana. El joven estudioso, de quien me había despedido al atardecer, iba a asistir a una fiesta erótica. Sabía que a esa hora estaría despierto y le envié un mensaje telefónico mandándole un beso. De inmediato me contestó que me enviaba dos con sal. Dormí y horas después fui con perezvón a esa suerte de paraíso de perros en que se convierte el campus de la universidad nacional los domingos. La arquitectura del lugar es infinita. Perfecta para ser retratada con una cámara estenopeica —esta tarde me entregan las copias reveladas— y luego asistí a una comida donde mi amigo philippe. Tomé absenta de la verdadera, la que hacen de manera casera y venden solamente en un bar escondido de barcelona. La verde, la que no contiene anís. Después lo planifiqué todo para salir de cacería medio erótica, pero me quedé dormido. Me desperté a la mañana siguiente, ya era lunes, y llamé al médico para decirle que había hallado la fórmula para no sentirme tan mal, que consistía en saltarme una toma. Me dijo que esa solución no funcionaba, que antes que saltarse una dosis era mejor no tomar nada. Al comenzar a escribir esta mañana seguí las órdenes prescritas. A ver qué sucede. Tengo cita psico-literaria dentro de una hora. Debo escuchar un texto como si yo fuera una especie de analista lacaniano. Quiero ir después a la mezquita, no la he visito desde hace cerca de un año. Antes debo pasar por el veterinario para que desparasiten a perezvón y mandarle hacer una plaquita a abelardo, el xoloixcuintle que le he regalado a mi amigo koke. No sé si los efectos secundarios me permitan hacer tantas cosas. Sin embargo, tus palabras me dan ánimo, pues siempre me cuentas historias más fuertes que las mías. Y sí, tienes razón, debo mejor hacer vida de lagarto. Sin embargo, es desagradable el sentimiento de culpa que me toma cuando advierto que no estoy realizando nada productivo. Hablé con mi hijo tadeo. Se va a ir a un seminario de varios días donde le van a enseñar a construir objetos voladores. Dice que todavía no encuentra las palabras adecuadas en español para expresar lo que la piaf quiso decir en sus canciones. Mañana vienen de la televisión a entrevistarme. Llega también la huésped de los muertos de perú. No sé si sea bueno ir de viaje con ella. Quizá sí. Avanza el libro de la kahlo. Ahora le toca el turno al capítulo que habla del fascismo presente en mi familia. ¿Crees que tenga derecho para dejarlo todo e irme a acostar con la televisión puesta en un programa cualquiera? Quizá algún día encuentre a alguien que se haga cargo de mis decisiones. ¿Qué pasaría si uno al otro le dijera siempre la verdad? Probaré hacerlo. Al menos ya sabemos lo que sucede cuando uno le dice al otro lo contrario.

Ya se me va pasando lo peor de mis malestares. Es que la ciudad de oaxaca es fantástica. De todas las que conozco, creo que es donde la mezcla de mundos se ofrece de forma más perfecta. Estás donde quieres estar con sólo desearlo. Tanto en el tiempo como en el espacio. Las fotos que voy tomando están cada vez mejor y los textos que redacto carecen por completo de energía. Al menos ya terminé una primera estructura del libro de frida. Ahora a meterle diente y a escupirla. Son los términos adecuados para denominar el trabajo pendiente. ¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo interesante que es la acción de probarse mortajas? Las mías, las que me está confeccionando mi amiga gabriela, son de papel. Precisamente alguien —que tú también conoces— me acaba de escribir que trabaja sobre el tema de la resurrección de la carne, y otra persona, desde parís, me pide que le envíe un texto relacionado con el futuro del hombre y la ropa. Creo que mencionar las mortajas de papel son un buen tema a tratar con las dos personas que me escriben. Las que me fabrica mi amiga parecen perfectas. Al final deberé escoger sólo una. Las van a someter a un tratamiento para que duren el tiempo que van a permanecer sin usarse. Me asegura gabriela que pueden quedar guardadas por semanas, años o décadas. En esta ciudad he descubierto además una costumbre que tiene que ver con los baños públicos. Más fuerte que los baños rusos que visité en nueva york. O que los de estambul. Aquí existe un oficio que es el de bañador. El sujeto está como dos horas contigo sacando las impurezas físicas y espirituales, creo que de varias generaciones además. Me he comprado una licorerita que llevo siempre llena de mezcal. Al primer síntoma de bajón producido por la medicina tomo un trago. ¿Tu imagen en el espejo te refleja?, es una pregunta que hace mucho tiempo he estado por hacerte.

Anoche estuve pensando en los amigos que me describiste. Me gustó hacerlo. Debe ser porque paso por momentos extraños, como todos, supongo. Las palabras que te escribí me sirvieron después como comienzo de un libro. Creo que ya está incluso apuntalado. Como sujetado con agujas y alfileres. Al menos ya lo tengo completo en imágenes, que he colocado en una caja de espaguetis. Ayer tuve una lectura de fotos con un antiguo maestro de la escuela de escritores. Es un fotógrafo reconocido. Fue curioso el imaginario que vio reflejado en las siluetas que le iba presentando. Claro que si alguien hiciera lo mismo con mis textos me provocaría una carcajada. ¿Por qué funcionan en la imagen elementos que para la palabra serían de una obviedad intolerable? Sin embargo allí estaban las fotos, delante del maestro, hablando ellas mismas sin titubeos.

Ahora te quiero detallar el momento actual. Como un flashazo. Me encuentro delante de decenas de fotografías tomadas con una cámara de plástico. Al centro de la mesa está la computadora. He aplazado este instante hasta no tener todas las copias reveladas a un mismo tamaño. Pretendo, mirando las imágenes, inducir la escritura. Armar primero una suerte de itinerario. A la manera de un texto de viaje, que lamentablemente va a tener que ver con la existencia de una carretera. Odio ese género, el de relatos de carretera. Espero que mi trabajo no se entienda de esa manera. Nada más alejado a ese tipo de creación. Quiero que esté más cercano al ascenso de adrian leverkuhn o a un paseo de walser. He aplazado este momento hasta que las fotos no sean todas un objeto físico. Hay algunas imágenes previas tomadas con la cámara digital que la hewlett packard trucó para mí, con el fin de sacar adelante su proyecto del museo virtual que creó para demostrar que lo digital podía también ser artístico. Pero nada que esté dentro del mundo virtual debe servirme para llevar a cabo mi proyecto. Tal como pretendo hacer con la escritura, lo primitivo debe tener una presencia real. No lo primitivo visto como una contraposición con lo contemporáneo, sino por el trabajo manual, real, que supone el proceso fotográfi- co desde equipar la cámara con un rollo hasta tener la copia revelada frente mío. Había aplazado el momento porque debía tener también la caja de cartón del tamaño adecuado. Esta misma tarde conseguiré un extenso tablero de madera que sirva para que la totalidad de las fotos adquieran cierta perspectiva. Para lograr que, desplegándolas sobre una superficie con límites, vayan armando su propio relato. Es una de las reglas fundamentales de esa narración —sacrificarlo todo menos el contar—. Las fotos van a formar parte de una narración, aunque de una manera casi elemental. Resaltando lo ingenuo que puede mostrar una imagen captada con una cámara semejante. Tanto van a decir, que las palabras resultantes serán una copia casi objetiva de las fotos. Tengo pensado para el montaje colocar una imagen al lado de la palabra. A la manera de un diccionario ilustrado. Con las siluetas permitiendo la fluidez casi total de la lectura. Las fotos aparecerán no de manera objetiva, sino como resultado de un truco. Utilizarán primero la descripción y luego serán introducidas las intenciones. La primera imagen, por supuesto, y tomando en cuenta lo pedestre —y por lo mismo doblemente delicado— de la naturaleza de lo visual, será la toma de un texto convencional. Retrataré una hoja luego de ser sometida a un proceso de corrección.

Conozco a la perfección esas cámaras de ojo de pescado de la que me hablas. Como objeto son muy estéticas, blancas y cuadradas, pero las fotos que toma ya están predeterminadas. Se sabe, cuando ves las imágenes, que fueron hechas con una ojo de pescado de cuarenta y ocho dólares que venden en tal tienda. Diles a los que te escuchan en los debates que organizas sobre mis libros, que no den la menor importancia a lo que yo digo. Los textos y las imágenes están planteadas para que cada quien haga lo que le parezca con ellos.

Quiero decirte ahora las cosas que no te pude expresar en su momento. Estoy en una suerte de estado visual. Tú ¿cómo vas? ¿tu hija? ¿tu matrimonio? ¿nueva york? He tenido muchas obligaciones. No te he escrito antes porque deseo dedicar un tiempo largo para hacerlo. El domingo regreso a mi casa y trataré de llevar otra vida. Me interesa que hagamos planes juntos. Te escribo en cualquier momento. Sólo quería que supieras que deseo escribirte.


Posted: April 14, 2012 at 11:05 pm

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