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¡Sheinbaum 40 puntos arriba!

¡Sheinbaum 40 puntos arriba!

Sergio Negrete Cárdenas

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Los regímenes hegemónicos, con un grupo o partido político dominante, tienden a considerar que gozan de amplio apoyo popular y que este se manifestará contundentemente en las urnas. La ciudadanía puede, por otra parte, tener una proporción importante de voto oculto que prefiere no manifestar abiertamente…

“Claudia Sheinbaum va a arrasar. Son millones los que apoyan a López Obrador y que trasladarán entusiastas el voto a su elegida. Todas las encuestas la muestran aplastando a Xóchitl Gálvez hasta por 40 puntos de diferencia, una precandidata que se perdió tras una llamarada de petate inicial. La gente no quiere que regrese el PAN, menos el PRI, y el PRD no existe. El Frente Amplio por México es una coalición de perdedores. Los viejitos adoran a López Obrador porque reciben su pensión, porque por fin alguien los tomó en cuenta, y no faltarán a la cita electoral para votar por quien mantendrá la marcha de la 4T. Faltan meses, pero es como si la elección presidencial fuese mañana: Claudia ya ganó, lo que está en juego es si Morena alcanza la mayoría calificada en el Congreso, para así seguir sin obstáculos con los planes de AMLO”.

Una narrativa que se escucha una y otra vez, palabras más, palabra menos. A seis meses y medio de la elección, este relato parece un poco prematuro, aparte de no tener sustento fuera de unas encuestas cuya validez se ignora en muchas ocasiones. Pero una historia que se repite mil veces se convierte en verdad, o al menos eso parecen creer muchos.

 

Chile, octubre de 1988

Augusto Pinochet parecía imbatible. Había dado un sanguinario golpe militar, sin duda, pero había presidido un milagro económico. La década de 1980 no había sido perdida para Chile, sino el momento del fuerte despegue, el arranque de años de elevado crecimiento en tanto muchos otros países de América Latina, incluyendo México, estaban sumidos en el estancamiento con inflación y deuda.

La Constitución de 1980 establecía una larga y rocambolesca transición a la democracia, incluyendo la posible validación de Pinochet en el poder. A partir de la entrada en vigor de esa Carta Magna, en marzo de 1981, el dictador iniciaría un periodo de ocho años. Poco antes de concluir ese mandato, se realizaría un plebiscito para consultar a la ciudadanía sobre su permanencia otros ocho años (hasta marzo de 1997). Pero si perdía, se quedaría un año más (hasta marzo de 1990) para entregar el gobierno a alguien elegido en las urnas, elección en la que no podría ser candidato.

Tras un intenso debate, buena parte de la oposición política decidió participar en el plebiscito, por tanto legitimándolo, y pidiendo el “no”. Paulatinamente lo que se esperaba una cómoda victoria para Pinochet fue emparejándose. El resultado final fue 54.7% por el “no” y 43.0% por el “sí”. El dictador había sido derrotado. Su candidato también lo sería en las elecciones realizadas posteriormente. Acabó entregando el poder a la oposición en la persona de Patricio Aylwin.

 

Nicaragua, febrero de 1990

La revolución sandinista había logrado derrotar a mediados de 1979 a la brutal dictadura familiar de los Somoza, expulsando del poder a Anastasio Somoza Debayle, Presidente tras su padre y hermano mayor. La revolución sandinista eventualmente devino también en dictadura, si bien de corte socialista. De los diversos líderes revolucionarios, uno se impondría como dirigente, y Presidente del país a partir de 1985: Daniel Ortega Saavedra. Una fuerte presión de Estados Unidos, así como el declive de la Unión Soviética, llevaron a que se convocara a elecciones.

La amplia expectativa era que Ortega sería reelecto como candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ya con una aceptación a regañadientes de Estados Unidos. La candidata de la llamada Unión Nacional Opositora (UNO) fue Violeta Chamorro. Las encuestas favorecieron a Ortega hasta el último momento.

Violeta Chamorro se convirtió en Presidente de Nicaragua con el 54.7% de los votos, con Ortega sufriendo una derrota contundente al obtener 40.8%.

 

Regímenes hegemónicos hacen narrativas hegemónicas

Los regímenes hegemónicos, con un grupo o partido político dominante, tienden a considerar que gozan de amplio apoyo popular y que este se manifestará contundentemente en las urnas. La ciudadanía puede, por otra parte, tener una proporción importante de voto oculto que prefiere no manifestar abiertamente… hasta que es el momento de tachar en secreto la boleta electoral. Las claves, que no son menores, es que haya un piso razonablemente parejo en la campaña y elecciones limpias que permitan la verdadera manifestación de la voluntad popular.

Entonces las narrativas más contundentes pueden ser destruidas por una mayoría ciudadana.

Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka

 

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Posted: December 16, 2023 at 10:23 am

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