El insoportable cinismo
Sergio Negrete Cárdenas
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“Mas vale que te crean tonto a que te sepan ladrón” es la máxima que un político le aconseja a otro en una novela de Luis Spota, por décadas un singular retratista de México. Una triste realidad entonces y ahora: muchos mexicanos pensarán que quien llega al poder y no roba es un tonto a condenar, no un ejemplo a encomiar. En su última novela, Días de poder, y que se apuró en terminar (sabía que enfrentaba un cáncer de páncreas, murió en 1985), nada menos que el Presidente de esa República que no es México pero tanto se le parece, dice a uno de sus subalternos que le reprocha otra acción en que favorece a su rapaz parentela: “Si no soy yo, ¿quién?; si no es ahora, ¿cuándo?”
López Obrador nunca lamentará haber sido Presidente. Dejará Palacio Nacional demasiado rico y, si mantiene su extraordinaria capacidad para el autoengaño, creyéndose una figura histórica y quizá hasta transformacional. Lo que habrá mostrado realmente es la extraordinaria capacidad de engaño que un hombre puede ejercer sobre millones…
Mentiras, dinero y poder
Palabras que bien podría pronunciar Andrés Manuel López Obrador tras más de cinco años gobernando México si tuviera, aunque fuese en la más recóndita secrecía, un arrebato de sinceridad. Ambicionó como pocos el poder presidencial y lo logró. Consiguió llegar a Palacio Nacional con una ambición desmedida solo equiparable a la escasez de sus escrúpulos. Como muy pocos políticos mexicanos, entendió el poder de la mentira y el dinero en la era democrática.
Fue fiel soldado del PRI, incluso bajo el neoliberalismo delamadridista, hasta que Cuauhtémoc Cárdenas resquebró el monolito tricolor en 1988. Al michoacano lo traicionaría menos de dos décadas más tarde para ser, por primera vez, candidato presidencial. Para entonces ya era un experto en el arte de la extorsión callejera y violenta, fuese tomando pozos en Tabasco o las calles de la Ciudad de México. Aprendió rápido que poder llama dinero y que dinero permite alcanzar más poder; se convirtió en un virtuoso de ese círculo vicioso. Cargo al que llegaba, fuese líder nacional del PRD, jefe de gobierno capitalino, lo primero que hacía era empezar a controlar el dinero que fluía por el aparato y acumularlo para sus fines.
Por años perfeccionó la mentira en torno a, y sobre su, persona. Era un hombre sencillo que estaba en la política para servir al pueblo, sobre todo a los pobres, que siempre irían primero. Un modesto departamento en barrio clasemediero, Copilco, se complementaba con un Tsuru (blanco, claro). Demócrata de pura cepa, alérgico a las corruptelas y quien barrería con dureza las escaleras de arriba para abajo. Apasionado de la transparencia en el ejercicio público, creyente en que cada peso debía ser cuidadosamente vigilado y administrado. Nada de contratos otorgados directamente, todo por riguroso concurso. Decía con aplomo y cuidado todo lo que sus auditorios querían escuchar. Sería un celoso guardián de las instituciones democráticas y regresaría al ejército dónde tenía que estar: en los cuarteles. Sus fieles repetían a coro: no roba, no miente y no traiciona.
Muy pocas veces resbaló y en todas las ocasiones se sobrepuso. A los videos de Imaz y Bejarano, al arranque autoritario de 2006 y los bloqueos de Reforma buscando torpedear a un gobierno legítimamente electo y, sobre todo, la opereta de proclamarse “Presidente Legítimo”. La violencia que se desató con Calderón y la frivolidad corrupta de Peña Nieto acabaron de convencer a millones que el tabasqueño podría representar, contra toda la evidencia disponible, una solución para el país.
El cinismo y la hipocresía más extraordinarias
López Obrador finalmente fue alcanzado por su propia persona en Palacio Nacional, evidenciando su cinismo, doblez e hipocresía. Se obstinó en mantener la ficción contra la luz de los hechos. Su narrativa es insostenible, pero no tiene otra. Poco a poco, aunque demasiado tarde, han ido cayendo las diversas máscaras que ofreció al público durante décadas.
Lo que hace insostenible, aparte de insoportable, su narrativa son las evidencias que un día sí, y otro también, se acumulan en su contra. Hoy está rodeado de numerosos Imaz y Bejaranos que muestran a un gobernante corrupto hasta la médula. Ni modo que ordene investigar a sus hijos, como tampoco lo hizo con sus subordinados. ¿Qué fue una robadera en Segalmex? Es que priistas engañaron al pobre del Director General, su exjefe, y a quien mantiene en la nómina gubernamental. ¿La casa que su hijo mayor habitaba en Houston? Es que la señora debe tener dinero. Está arrinconado en la narrativa que por tanto tiempo le funcionó: niega todo, absolutamente todo, y saca a ondear ese pañuelo tan blanco como el Tsuru. Hoy ya no le queda más que despotricar que el pueblo debería saber lo que gana Carlos Loret de Mola.
Esto al tiempo que el autoproclamado demócrata hace lo indecible por acabar con esas instituciones que lo frenaron en al menos algunas de sus acciones, sobre todo las autoridades electorales y el Poder Judicial. No sacó al ejército de las calles, pero vaya que lo metió a administrar empresas públicas, de paso hinchándose de contratos y presupuesto, todo además entregando el país a los grupos criminales sin cansarse de ofrecerles abrazos.
López Obrador nunca lamentará haber sido Presidente. Dejará Palacio Nacional demasiado rico y, si mantiene su extraordinaria capacidad para el autoengaño, creyéndose una figura histórica y quizá hasta transformacional. Lo que habrá mostrado realmente es la extraordinaria capacidad de engaño que un hombre puede ejercer sobre millones y de destrucción de un país al tiempo que no se cansaba de robarlo. El cinismo más insoportable que jamás habitó Palacio Nacional.
Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka
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Posted: January 15, 2024 at 10:29 pm
Engañar, no lo sé… no había ni que tener más de dos dedos de frente para saber que el señor era un ratero y extorsionador desde el año 2000 en que se encaramó en el gobierno del DF. Lo que hay en México es digno de los más altos estudios sociológicos: el cómo un pueblo entero desea ser engañado y saqueado por un político como López Obrador.