Essay
El mundo alrededor
COLUMN/COLUMNA

El mundo alrededor

Angelina Muñiz-Huberman

A veces me despierto extrañada de estar aún viva y del mundo alrededor. ¿Qué es esa luz que penetra entre las rendijas de la persiana? ¿Qué es ese leve peso de la sábana? ¿Qué son esos ruidos a lo lejos? Y creo -creo-, porque no estoy segura, que estoy viva.

¿Qué me hace estar viva? La respuesta parece ser los sentidos. ¿Sabré lo que son los sentidos? Con ellos percibo el mundo alrededor y soy percibida por los demás. Ya lo dijo Antonio Machado en Proverbios y cantares:

El ojo que ves no es

ojo porque tú lo veas;

es ojo porque te ve.

¿Estaré viva o estaré consciente? ¿Hay algo más allá de los sentidos? Ver, oír, oler, gustar, palpar. Se agrega a los cinco un sexto intuitivo.

Y otras veces me despierto oyendo revolotear un pájaro en el cuarto. Y no sé si aún sigo soñando.

El mundo alrededor está poblado

de lo visto y lo invisible.

Hay tanto, tanto,

que no sé por dónde empezar.

Despierto en la madrugada y hay poca claridad. No enciendo la luz. Me levanto a tientas. No hay ruidos. Los sentidos parecen ausentes, pero alguno me ayuda. Palpo las paredes y camino hacia la sala donde la leve luz de la luna me ayuda. Las sombras van y vienen. Imagino lo que puede haber. Un sobresalto y algo de miedo. El zumbido de un mosquito. Si viviera mi gata me ronronearía y la cogería en brazos. Pero no. Me apoyo en la ventana. Veo alguna que otra luz en los edificios vecinos. Los que duermen y los insomnes. Arriba la luna llena y las estrellas. Venus me saluda. Hola, Venus.

Si caminara por un bosque todo sería a base de los sentidos. Lo que podría oír: canto de pájaros, silbido de serpientes, aullido de lobos, croar de ranas, chirrido de grillos, rugido de leones, insectos arrastrándose y tantos más. También, el caer de las hojas, la lluvia goteando, terrones deslizándose. No pararía de sorprenderme con cada sonido.

Y lo que no puedo oír, porque el oído humano es limitado. Lo que me pierdo. Lo que carece de nombre porque ignoro su existencia.

Y los sonidos que duelen. Porque oír duele. Es extraño explicar que un sonido duele, pero es así. Algiacusia es el término médico para la intolerancia a sonidos altos. Hasta las palabras pueden doler, hieren, si es el propósito de dañar.

El mundo sordo. Quien no oye. Beethoven componiendo música silenciosa  para él. Sus grandes acordes porque tenía la ilusión de que podría oírlos. Inútilmente. Sólo quedaron para los que oyen.

En cambio, para Juan Ruiz de Alarcón las paredes oyen, pero se equivocó, las paredes suenan.

Seguir caminando por el bosque y ver alrededor sería un panorama inacabable. Tanta hierba, maleza, arbusto, flor, árbol y el reino animal: ardillas, aves, tigres, leopardos, monos, chimpancés. Y muchos más que ni siquiera conocería sus nombres. Y si hubiera un arroyuelo, los peces nadando. A lo que agregaría lo que no puedo ver, a pesar de que está ahí. No veo mi cuerpo por dentro, ni mis pensamientos. Tampoco la danza de los coloides, salvo cuando un potente rayo de sol los ilumina. En compensación se inventaron microscopios y telescopios.

Luego están los grados de la visión: quienes padecen de astigmatismo, de miopía, de ceguera y la modificación que hacen del mundo alrededor.

Palpar sería una sorpresa. Lo rugoso de los árboles, lo espinoso del nopal, lo áspero de la arena, lo fresco de las hojas, lo suave de los pétalos, la caricia a una liebre si se dejara tocar. Lo duro de una piedra. Tactos indefinibles, desconocidos, sorprendentes. O bien, el tacto en el acto del amor: la promesa de la piel.

En cambio, oler atrae o repele. Los perfumes, las esencias, el vaho de la comida, la tierra húmeda, y olores sin nombre, por primera vez. Desagradables hay muchos, lo podrido, lo muerto, la orina, el excremento, que nos advierten de su peligro. Y, claro, lo que no puede olerse. Lo sabemos por otros animales menos limitados: los perros, por ejemplo, que gracias al olfato reconocen lo que nosotros ignoramos.

Las papilas gustativas nos permiten disfrutar de lo comestible, lo dulce, lo salado, lo picante y lo intermedio como lo agrio y lo ácido. Un potenciador del sabor es el umami (glutamato monosódico) descubierto en Japón, y seguramente habrá otros más que ignoramos. Y algo curioso: la mezcla de lo visual y lo gustativo. Platillos presentados estéticamente, pensemos en la comida japonesa, frente a los de vista extraña: los ostiones, las carnes, los pescados enteros y los pollos dando vueltas en el asador. A los que podemos agregar los alimentos prohibidos por razones religiosas.

De niña se me ocurrió probar las flores y el agua de colonia. No me pasó nada, a pesar de que creí que me iba a morir.

Conocí a una persona que padecía de anosmia y para ella no oler implicaba no disfrutar de la comida. Le daba lo mismo lo que le pusieran en su plato.

Si vuelvo al despertar es abrir los ojos al mundo en torno pleno de colores. Doy gracias a la luz que me permite jugar con la fantasía de los colores. A falta de colores en nuestros cuerpos frente a la policromía de otros animales los añadimos en las telas, los vestidos, los maquillajes, los tatuajes, los tintes de cabello y lo que se nos ocurra. Desarrollamos la pintura, en cuadros, paredes, casas, muebles, libros, lápices de colores para los niños. En contra de Sor Juana Inés de la Cruz que nos advertía del “engaño colorido”.

Luego están los sentidos adicionales como la intuición, la conciencia del yo, la identidad, el ser lo que somos que me remite a la archicitada frase de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”.  Y aquí recurro a las palabras de José Luis Díaz Gómez tomadas de su extraordinario libro, La neurofilosofía del yo. Autoconciencia e identidad personal: “Los vínculos entre lo que se ve, lo que se oye y lo que se manipula son fundamentales en la representación espacial”.

El mundo alrededor no podría entenderse

sin el despertar de los sentidos

caminando por el bosque.

-Foto de Sebastian Unrau en Unsplash

Angelina Muñiz Huberman es autora de más de 50 libros. Ha ganado el Premio Xavier Villaurrutia ,  el Premio Sor Juana Inés de la Cruz el Premio José Fuentes Mares, Magda Donato, Woman of Valor Award, Manuel Levinsky, Universidad Nacional de México, Protagonista de la Literatura Mexicana, Orden de Isabel la Católica, Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2018, entre otros.

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Posted: May 22, 2023 at 10:19 pm

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