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El sonido Morricone

El sonido Morricone

Jaime Perales Contreras

El pasado lunes murió Ennio Morricone, uno de los legendarios músicos del cine. Recientemente él y John Williams recibieron el Premio Princesa de Asturias de las Artes. El presente ensayo es un breve homenaje a ambos compositores y, en especial, a la memoria de Morricone. Forma parte del libro Leer cine, que editorial Fontamara y Ediciones Coyoacán publicarán en este año.

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Ennio Morricone ha compuesto más de 400 bandas originales.  Recibió un premio especial de la academia de Artes y Ciencias de Hollywood en el 2006 por sus magníficas y multifacéticas contribuciones al arte de la música para el cine. Asimismo, diez años después, ganó su segundo Óscar por su trabajo original para el filme de Quentin Tarantino The Hateful Eight. Y, ahora con el otorgamiento del galardón del Princesa de Asturias de las Artes, junto con el gran John Williams, a sus noventa y dos años cumplidos en el 2020, su música sigue tan viva como cuando realizó su debut en el cine en el año de 1961.

Morricone estudió trompeta y música coral con Goffredo Petrassi en el Conservatorio de Santa Cecilia en Roma, una de las más antiguas instituciones musicales en el mundo. Il Maestro, como se le llama a este notable compositor, en su juventud escribió temas para dramas de radio, piezas de música clásica y trabajó con bandas de jazz. Sin embargo, lo que lo empezó a dar a conocer fue la composición de la banda original para un oscuro filme de vaqueros titulado Por un puñado de dólares (1964), dirigido por Sergio Leone, su antiguo compañero de escuela. En ese filme, Leone, reticente, contrató a un actor de televisión llamado Clint Eastwood. Eastwood tenía tres meses de vacaciones en la producción de Rawhide (1958-1965), una exitosa serie de vaqueros en los Estados Unidos. Leone quería en el estelar para su película a James Coburn, en ese tiempo más famoso que Eastwood; sin embargo, Coburn era demasiado caro y no se le pudo pagar lo que él pedía y por ello escogió a Clint Eastwood porque era un actor que salía más barato. Morricone, de hecho, considera el tema de Por un puñado de dólares como uno de los peores que ha escrito para el cine.  En una conversación con Alessandro De Rosa, comentó que un año después de haber sido estrenada, fue a ver la película de nuevo con Leone al cine, y a la salida ambos se miraron a los ojos y tras unos segundos de silencio, exclamaron a carcajadas: ¡Qué película tan mala!

Curiosamente, hubo un fructífero assemblage entre Leone, Morricone e Eastwood para tres spaghetti Westerns: Por un puñado de dólares (1964), Por unos pocos de dólares más (1965) y El bueno el malo y el feo (1966). Los tres compartirían el trabajo de estos magníficos filmes, mejor conocidos como La trilogía del hombre sin nombre.  Cuarenta años más tarde de estrenado El bueno, el malo y el feo, el propio Eastwood fue la persona que le entregó en la ceremonia del Óscar la estatuilla honoraria a Morricone por su desempeño como compositor.

El inmortal e icónico sonido wah, wah, wah, wah, del filme El bueno, el malo y el feo, fue inspirado por el aullido incidental de un coyote que aparece al principio del filme y, con ello, lo utilizó como leit-motiv para su inmortal banda sonora que lo catapultó a la fama. Su tema se convirtió en el éxito musical número uno en las listas de popularidad de los años sesenta en los Estados Unidos. En ese sentido, Morricone podría utilizar la célebre frase de Igor Stravinsky: Yo no busco, encuentro

Ennio Morricone transgredió la música del género Western, el cual era asociado generalmente con la balada y la canción al estilo de cantantes country como Gene Autry y Roy Rogers. Los silbidos, guitarra eléctrica, voz femenina, armónicas, oboes, coros y flautas en armonía, han dejado una huella cultural inconfundible. Nadie antes que en las películas de Sergio Leone se había atrevido a realizar esta combinación tan afortunada. Muchos de estos instrumentos eran prohibitivos en el Western. Incluso, Morricone utiliza con sintetizador efectos sonoros particulares sin importar que estos produzcan un efecto hilarante como el canto de una rana en Los héroes de Mesa Verde (1971) del propio Sergio Leone. Morricone para apoyarse en ello, utilizó sus conocimientos de la música concreta, en el cual el ruido de una puerta era igual de importante que el sonido de un violín.

La música de Morricone en los filmes de Leone era un diálogo entre el sonido y la imagen y, por ello, se colocó en primer plano.  En una entrevista, Sergio Leone, al hablar de El bueno, el malo y el feo, comparó su película con una ópera barroca:

Prefiero compararla con un concierto. No hay ningún realismo en la ópera. Se trata de algo diferente… Aquí cada personaje tiene su tema musical. Y es también un instrumento de música que sirve a mi escritura. En ese sentido, juego mucho con las armonías y el contrapunto (…) Y necesito crescendos y efectos teatrales que sean coherentes con el espíritu general de la obra. Entonces la música adquiere una importancia capital.

Es más, la sincronización entre música e imagen se dio de una manera innovadora en Érase una vez en el Oeste (1968), el cual se hizo la música antes que el filme. Lo cual era algo sumamente inusual, ya que la música generalmente se adapta a la imagen una vez que la película está completamente finalizada. La música de Morricone para esta película, se utilizó como una guía. Los movimientos de los actores se ajustaron a la música con la ayuda de grandes bocinas que se usaron durante la filmación de Érase una vez en el Oeste. Igualmente, Leone realizó los movimientos de la cámara conforme escuchaba el tema del compositor italiano. De hecho, cuando Ennio Morricone presenta en sus conciertos las colaboraciones más memorables con Sergio Leone, casi académicamente subtitula esa sección como La modernidad y el mito en el cine de Sergio Leone. Algo que podría encajar en la propia música de Morricone..

Gracias a su éxito conseguido en los filmes de Leone, a Ennio Morricone se le encargó la música para más de cuarenta películas de vaqueros realizadas en Italia. Aunque Morricone afirma modestamente que la entrada en escena de sus temas es silenciosa, con sus composiciones refuta el lugar común el cual afirma que el mejor soundtrack no debe notarse. En este caso, la combinación de la armonía tonal de este compositor con la imagen produce un efecto dramático tan efectivo que llevó a Sergio Leone a sostener que el cincuenta por ciento del éxito de sus filmes se debió a los temas producidos por Ennio Morricone. Y Morricone fue fiel a Sergio Leone hasta su muerte, el cual consideró como un amigo y gran director de cine.

A pesar de haber sido contratado durante la década de 1960 para componer música para filmes tipo B, Morricone también ha trabajado en su carrera con directores italianos renombrados como Marco Bellocchio (Con los puños en el bolsillo), Gillo Pontecorvo (La batalla de Argel), Pier Paolo Pasolini (Saló o las 120 jornadas de Sodoma), Giuliano Montaldo (Sacco y Vanzetti), con el polaco Roman Polanski (Frantic), el español Pedro Almodóvar (¡Átame!)y con cineastas norteamericanos como Terrence Malick (Days of Heaven), Samuel Fuller (White Dog), Brian de Palma (The Untouchables y Casualties of War), John Carpenter (The Thing) y Quentin Tarantino (The Hateful Eight). 

De la colaboración entre Tarantino y Morricone cuenta la leyenda que Tarantino, gran admirador, lo quería contratar para que compusiera la banda original para Kill Biil, Inglorious Basterds y Django. Sin embargo, Morricone, además de no mostrar gran simpatía e interés por las películas de Tarantino, se encontraba trabajando estrechamente en ese momento con el director Giuseppe Tornatore, con quien también, al igual que con Leone, ha tenido una fructífera amistad y participación en sus filmes; por ello, declinó las ofertas de Quentin Tarantino. Algo similar le ocurrió con Stanley Kubrick, quien le pidió que realizara la música para Naranja Mecánica (1971): él tampoco estaba disponible, lo que Morricone lamentó años después. Así que Tarantino no tuvo más remedio que utilizar música de filmes anteriores del italiano, que en opinión del compositor fue una decisión errónea, porque sustrajo de contexto a su música.

A sugerencia de sus amigos y familia, y porque se dio cuenta que Tarantino a través de sus filmes, combinados con su música, servían como un puente para atraer distintas generaciones de auditorio, Morricone finalmente aceptó y afirmó categórico que como sea un Western, no hago la película. Y, a pesar de su promesa, hizo la banda original para el filme de vaqueros The Hateful Eight.

Quentin Tarantino llamó a la colaboración para The Hateful Eight un sueño hecho realidad. Su banda sonora le quedó al filme como un traje hecho a la medida. Morricone, según Tarantino, tuvo la idea del tema original con sólo leer el guión. El tema principal de The Hateful Eight, a través de la combinación de las percusiones e instrumentos de cuerda in crescendo, sugieren el movimiento de la diligencia que camina en la nieve de la primera escena y, a su vez, muestra de manera intrínseca la futura violencia, depravación y maldad que se desarrollará durante el transcurso de la película. Para Tarantino, la música para The Hateful Eight, más que el tema de un Western, le sugiere que es para una película de horror.

Y, al igual que su paisano Nino Rota, el célebre autor del tema de El padrino (1971), y de gran parte de las bandas sonoras para los filmes de Federico Fellini, Morricone, gran admirador de Bach, estudió música clásica. Tanto Rota como Morricone tienen la influencia de Richard Wagner y sus óperas en varios de sus temas musicales para el cine. Algo que se puede bien identificar de esa influencia de Wagner en Morricone es la variación de La cabalgata de las valquirias para Mi nombre es nadie (1973) del director Tonino Valeri. Esa simplicidad rítmica y armónica de Wagner es identificable en varios de los temas del músico italiano.

De hecho, su composición estrictamente musical, denominada música absoluta, incluye más de cien temas, entre los que se incluyen: Concerto per orchestra 1 (1957), Secondo Concerto para flauta, cello y orquesta (1984), Framenti di Eros para soprano, piano y orquesta (1985), Terzo Concerto para guitarra, marimba y cuerdas (1991), entre otras.

El sonido Morricone fue tan exitoso que, a fines de la década de los años de 1960, también hubo imitadores como Franceso De Masi, Michele Lacerenza, Stelvo Cipriani y Bruno Nicolai, entre otros. A su vez, la influencia de Ennio Morricone es fundamental para músicos tan importantes como John Williams, quien sin el antecedente de Morricone, Williams no se hubiera atrevido a crear temas tan reconocibles para cada personaje de la película Star Wars (1976), que, por cierto, también se le identifica por usar temas heroicos de influencia wagneriana, como El cantar de los nibelungos en esta ópera galáctica. Morricone fue una presencia fundamental en el cine de la década de 1960, como John Williams lo sería en los años de 1970. La música del primero representó un cine desengañado y nostálgico, el segundo proyectó el sonido de un cine de esperanza y amplitud visual. 

Morricone también ha marcado a conjuntos musicales tan diferentes como Metallica, en el cual, cada vez que realizan un concierto, inician con El éxtasis de oro, que Morricone compuso para una de las escenas finales de El bueno, el malo y el feo.

Igualmente, el compositor Franz Zimmer fue influido por Morricone para la película animada de Gore Verbinski Rango (2011), la que, como se sabe, es una sátira de los spaghetti Westerns. También generaciones posteriores como Gnarls Barkley y su hit Crazy (2006) se inspiró en los temas del italiano.

Con su particular sonido, Ennio Morricone es uno de los autores que ha aportado una valiosa contribución para que la música de cine pasara a ser un elemento técnico, como se le consideró por mucho tiempo, y convertirse en un poderoso, bello e indispensable componente artístico.

 

Jaime Perales Contreras. Escritor, ensayista y comunicador. Trabajó durante doce años en la Organización de Estados Americanos (OEA), en la sede en Washington, D.C., en las áreas de Democracia y Seguridad humanitaria. Entre sus distinciones, ha obtenido la John William Fulbright Scholarship, la beca del Consejo Británico y la del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Se acaba de publicar una nueva edición corregida y aumentada de su ensayo biográfico Octavio Paz y su círculo intelectual (Ediciones Coyoacán/ITAM) (2017)) y su último libro de relatos se titula El gallo que fingió ser Jorge Luis Borges (Fontamara, 2015).

 

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Posted: July 6, 2020 at 9:53 pm

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