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Mártires y pioneras: parir y morir
COLUMN/COLUMNA

Mártires y pioneras: parir y morir

Socorro Venegas

La maternidad, tal como se entiende, es una especie de jungla a través de la cual se abre camino cada mujer, en parte mártir, en parte pionera; una peripecia de la que algunas mujeres sacan sentimientos de heroísmo, mientras que otras lo viven como un exilio del mundo que conocían.

Rachel Cusk

 

Una mujer ha superado o no ha necesitado plantearse algún dilema alrededor de convertirse en madre. Está embarazada y además de comenzar con ese ejercicio de ir acumulando en la madriguera lo que va a necesitar el retoño cuando nazca, también se informa sobre lo que sucede y sucederá en su cuerpo mientras avanza la gestación. Se prepara, recurre a la ciencia médica.

Hace 20 años, en su infancia, esta mujer tuvo encefalitis. En ese momento los neurólogos y pediatras que la atendieron le aconsejaron no tener hijos, pues las secuelas neuromusculares de la enfermedad lo harían difícil y con seguridad necesitaría una cesárea. Por eso tiene especial cuidado en preguntarle a los médicos que la atienden qué piensan; ¡tiene tantas ganas de creer que el tiempo ha vuelto obsoleta aquella recomendación! Ha decidido confiar la supervisión de su embarazo a un gran hospital en Londres. ¿Cómo podría salir mal algo?

Para su sorpresa, el especialista que llega a verla, llamado por la joven médica interna que la atiende primero y que más adelante se paralizará en la sala de partos, no solo no le cree, sino que piensa que miente para que le hagan una cesárea, en su mente esa cirugía mayor es un delicioso escenario, una alternativa que toda mujer preferiría, y desde luego la que tiene frente a él. Por supuesto que es un problema de salud pública la creciente cifra de cesáreas innecesarias en todos lados, pero, atención, esta paciente le ofrece traer su historial médico para que él corrobore lo que le dice. Ella está segura de que él la considera “una histérica, una fantasiosa, una cobarde”, pues así la trata. Y la mujer de esta historia se está enfrentando además a un médico, un señor que sabe mejor que ella lo que le ocurre y le ocurrirá.

Leo esta historia en el libro autobiográfico Sigo aquí, de Maggie O´Farril, escritora irlandesa nacida en 1972. Es profundamente significativo que haya decidido contar la historia de su épico primer embarazo después de haber narrado una escena similar en su espléndida novela La primera mano que sostuvo la mía. Como si no terminara de creer el calvario por el que atravesó, maltratada por un médico que juzgó que no quería someterse al dolor: “Enfadada ya, intenté decirle que en realidad estaba bastante acostumbrada al dolor, pero me lanzó una mirada de desprecio absoluto”.

O´Farrell relata que la más honesta cosa que había escuchado de un médico fue ésta, en una fiesta: “Lo que pasa con los partos me dijo en tono confidencial, arrastrando las palabras, señalando mi vientre es que todo sale bien o todo se fastidia. No hay término medio”. Y así fue. Después de humillarla y someterla a un parto natural, le autorizan la cesárea solo porque lleva tres días sufriendo como un animal sin que su condición progrese. La mala suerte quiere que sea justamente el médico maltratador el que está de guardia ese tercer día. Le concede, magnánimo, la cesárea, y hace constar la causa en el historial clínico de este modo: “por deseo materno”. Sin embargo, ese no es el final feliz de la historia.

La Organización Mundial de la Salud señala que no hay razón para que las mujeres tengan que morir en el parto. Parece, y también lo dice O´Farril, un riesgo superado, especialmente en un hospital de primer mundo. Existen protocolos que han reducido muchísimo estas cifras, y el mayor problema sigue estando en los países subdesarrollados, donde ocurren la mayoría de las defunciones. Con el Covid-19 la situación para las embarazadas se ha vuelto incluso más grave. Antes de la pandemia la OMS calculaba que 600 mil mujeres morían en el mundo debido a complicaciones del embarazo y el parto. No encontré cifras recientes, pero sí este dato nada trivial: México se comprometió a reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes entre 1990 y 2015, significaba ir de 89 defunciones a 22.2 por año, pero solo descendió a 62.2, y en esta cifra hay un obvio subregistro para los casos de fallecimientos a causa de abortos mal practicados. Hoy el Covid-19 es la primera causa de mortalidad materna en México, según datos del Observatorio de Mortalidad Materna en México.

Con frecuencia sabemos de casos de mujeres que terminan pariendo en el suelo de una sala de emergencias porque no las atendieron a tiempo o en un taxi, rechazadas y yendo de un hospital a otro. No solo se trata de que los servicios de salud estén disponibles, como ocurre en el Londres de Maggie O´Farrell, además de disponibilidad se necesita atención de calidad y yo diría respeto a los derechos humanos, cosa que tampoco existió en el gran hospital londinense. Precisamente, la pandemia ha comprometido todavía más tanto el acceso como la calidad de la atención médica para las parturientas.

¿Qué sigue en el calvario de la escritora? Se practicó la cesárea, los médicos comenzaron a correr, había sangre en el piso. Ella ve todo, no está completamente anestesiada. Escribe en su autobiografía: “En la mesa de operaciones, rajada como estoy, abierta, sangrando, con el tracto intestinal desovillado, desparramado…” Después sabrá que la cirugía se complicó a tal grado que estuvo a punto de morir.  Y va a recordar la presencia de un hombre que se mantiene en la sala de partos, no sabe si es un médico, un interno, un auxiliar, que llega a sostenerle la mano. A lo largo de su vida, siempre va a recordarlo: “Cuando conocí a este hombre, hacía unos minutos que yo era madre, y él, con un gesto pequeño, me enseñó una de las cosas más importantes de este trabajo: la ternura, la intuición, el contacto, y que, a veces, hasta las palabras sobran”.

Creo que no es mucho pedir que las mujeres puedan parir sin violencia.

 

Socorro Venegas es escritora y editora. Ha publicado el libro de cuentos La memoria donde ardía (Páginas de Espuma, 2019),  las novelas Vestido de novia (Tusquets, 2014) y La noche será negra y blanca (Era, 2009); los libros de cuentos Todas las islas (UABJO, 2003), La muerte más blanca (ICM, 2000) y La risa de las azucenas(Fondo Editorial Tierra Adentro, 1997 y 2002).  Ha recibido el Premio Nacional de Cuento “Benemérito de América”, Premio Nacional de Novela Ópera Prima “Carlos Fuentes”, Premio al Fomento de la Lectura de la Feria del Libro de León.  Es directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM. Su Twitter es @SocorroVenegas

 

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Posted: February 1, 2021 at 6:07 pm

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