Ayotzinapa y sus normalistas
Julio César Durán
La educación pública es hoy en México un tema que suscita conflictos. Las políticas educativas se han vuelto rígidas, incompletas, incomprensibles para muchos estudiantes y profesores a lo largo y ancho del país. Eso no está pasando únicamente desde el regreso del PRI a la silla presidencial, pero sí se ha intensificado desde entonces.
La educación pública y quienes están relacionados con ella, de una manera tan siniestra como absurda, se han visto acompañados de muertes y hechos violentos en México. ¿Por qué?
El pasado viernes 26 de septiembre, un grupo de estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, fue cercado y atacado deliberadamente con armas de fuego por policías municipales de Iguala y fuerzas paramilitares, ante la indiferencia –se ha mencionado– de la policía estatal y federal, acto seguido algunos muchachos son capturados y llevados en patrullas; el saldo: 6 personas muertas, mas algunos heridos y 43 estudiantes desaparecidos (súmese el anuncio de que hoy el alcalde José Luis Abarca Velázquez está prófugo). Días más tarde se encuentran seis fosas clandestinas con aproximadamente 28 cadáveres calcinados y desmembrados. Con la captura y declaración de cerca de 30 presuntos involucrados en el crimen contra los normalistas –entre ellos policías municipales– se desata la sospecha de que entre aquellos muertos se encuentren algunos de los jóvenes que “desaparecieron”.
Hoy se difunde que “Guerreros Unidos”, un grupo delictivo con presuntos nexos con diversos niveles de gobierno de Iguala, le pone un ultimátum al Gobierno Federal y Estatal, y exige se liberen a los 22 policías detenidos si no “empezaremos a poner nombres de la gente que nos apoyaba del gobierno”, rezaba una manta. ¿Por qué un grupo de sicarios atentaría contra la vida de unos estudiantes de bajos recursos de un pequeño pueblo de Guerrero? ¿Por qué la amenaza nada dice de los normalistas y sólo se dirigen al Gobierno Federal?
La alternativa que ha ofrecido el proyecto de Escuela Normal desde los años 30, un semillero de maestros con actitud crítica y vocación a nivel nacional, ha sido víctima de la negligencia de las instituciones gubernamentales, que en el mejor de los casos los dejó en el olvido. El hecho no se trata de ninguna manera de un caso aislado, presiones y violencia contra normalistas las hemos visto en años recientes en lugares como Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Estados que han sido violentados constante y sistemáticamente ya sea por grupos paramilitares o por las mismas instancias de “Seguridad Pública”, piénsese en Acteal o Aguas Blancas por mencionar los casos funestamente célebres.
No sólo eso, las escuelas normalistas rurales han sido también quienes en el estado de Guerrero han ofrecido lo que ni gobierno local ni federal (con todos sus programas sociales de “primer mundo”) han conseguido: fuente de educación, cultura y apoyo en contingencias naturales.
Precisamente la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, ha demostrado con todo y sus carencias a nivel práctico, ser un lugar de reflexión y producir educadores con una consciencia crítica, de ser un lugar privilegiado para la resistencia cultural. Los normalistas, principalmente en el sur de nuestro país, son quienes han venido cuestionando las políticas que el Gobierno Federal impone lentamente a la educación pública. Aquellos, de un par de años a la fecha han estado gritando la consigna de que la educación no es una mercancía, sino un deber popular.
¿Qué nos queda como sociedad civil? La memoria ya no es suficiente, la indignación tampoco. La impotencia y la desesperanza de un país que se va desmembrando rápidamente quedan únicamente en los titulares de algunos medios mientras las muertes continúan (llámese el joven estudiante desollado, los ejecutados en Villahermosa, la masacre de civiles en Tlatlaya). El problema de seguridad en México no tiene que ver únicamente con bandas delictivas, sino con la innegable fuerza institucional que se dedica a proteger diversos intereses, y si esos intereses están de por medio, se dan a la tarea de ejercer terror y violencia contra el pueblo mismo. No se puede evitar tildar a esto de Crimen de Estado.
¿Qué tan torcida debe estar la sociedad mexicana cuando nos desgarramos las vestiduras si alguien arroja una piedra contra un banco, pero permanecemos indiferentes ante genocidios en nuestra propia casa? Por un lado quedamos atrapados entre la comodidad de voltearle la cara a tragedias como ésta y la incapacidad de operar una acción definitiva que evite futuras masacres donde distintos órdenes de gobierno estén involucrados. Por otro, tópicos políticos como la criminalización del ser estudiante, ser joven, ser maestro, o la culpabilidad de su propia suerte a las víctimas de muertes violentas, que se vienen arrastrando desde el Panismo, se recrudecen con el regreso del PRI.
Estos días, a nivel nacional, se preparan movilizaciones en solidaridad con los normalistas desaparecidos y sus familias, así como para exigir el esclarecimiento de la tragedia. La pregunta es ¿qué sigue después? ¿Qué pasara con los detenidos y presuntos implicados en el caso? ¿Qué pasará si se determina que los cuerpos encontrados en las fosas son o no los de los estudiantes?
Me pregunto si tras unas semanas de polémica dejaremos en el olvido a los jóvenes de Ayotzinapa, listos para indignarnos con una futura tragedia en contra de personas que sí están “moviendo a México”. Si los estudiantes son encontrados, ¿qué reacción nos espera sobre los cuerpos que se han descubierto? Pensando en que siguen siendo personas asesinadas de manera violenta y que eso es algo ante lo que no se puede permanecer indiferente.
Adenda. Los normalistas desaparecidos no son cifras nada más: Felipe Arnulfo Rosa, Benjamín Ascencio Bautista, José Ángel Navarrete González, Marcial Pablo Baranda, Jorge Antonio Tizapa Legideño, Miguel Ángel Mendoza Zacarías, Marco Antonio Gómez Molina, César Manuel González Hdz, Julio César López Patolzin, Abel García Hernández, Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, Doriam González Parral, Jorge Luis González Parral, Alexander Mora Venancio, Saúl Bruno García, Luis Ángel Abarca Carrillo, Jorge Álvarez Nava, Christian Tomás Colón Garnica, Luis Ángel Fco Arzola, Carlos Iván Ramírez Villarreal, Magdaleno Rubén Lauro Villegas, José Luis Luna Torres, Bernardo Flores Alcaraz, Israel Caballero Sánchez, Arturo Vázquez Peniten, Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, Mauricio Ortega Valerio, José Ángel Campos Cantor, Jorge Aníbal Cruz Mendoza, Giovanni Galindes Guerrero, Jhosivani Gro de la Cruz, Leonel Castro Abarca, Miguel Ángel Hernández Martínez, Antonio Santana Maestro, Carlos Lorenzo Hdz Muñoz, Israel Jacinto Lugardo, Adán Abraján de la Cruz, Christian Alfonso Rodríguez, Martín Getsemany Sánchez García, Cutberto Ortiz Ramos, Everardo Rodríguez Bello, Jonás Trujillo González, José Eduardo Bartolo Tlatempa.
NOTAS:
1 http://guerrerossme.blogspot.mx/2014/09/policias-atacan-normalistas-en-iguala.html
2 http://revoluciontrespuntocero.com/difunden-video-de-los-normalistas-en-patrullas-de-la-policia-de-iguala/
3 http://www.jornada.unam.mx/2014/10/06/politica/007n1pol
4 http://www.proceso.com.mx/?p=383991
Posted: October 8, 2014 at 10:45 pm