Conversación con Luisa Valenzuela
Mónica Maristain
“En ese momento había grandes escritoras
en América Latina que no fueron consideradas por el canon.”
Luisa Valenzuela
Luis Valenzuela ganó el Premio Carlos Fuentes. Es la primera mujer que obtiene este galardón, con 125 mil dólares en premios y una escultura de Vicente Rojo, luego de Mario Vargas Llosa (2012), Sergio Ramírez (2014), Eduardo Lizalde (2016) y Luis Goytisolo (2018).
Fue precisamente este último escritor español quien estuvo en el jurado para decidir el ganador y fue quien reconoció también su estudio de los entrecruzamientos entre autores latinoamericanos y la curiosidad viajera reflejada en sus escritos.
En la Feria Internacional de Guadalajara ganará además la Medalla Carlos Fuentes y abrirá el Salón Literario. “Tan enorme es la emoción, como si la FIL que amo me convocara a un abrazo de reconocimiento, que resume mi largo y profundo amor por México”, dijo la escritora al aceptar la medalla, que lleva el nombre de ese “genio de la literatura, genio en todas sus acepciones y alusiones”.
Nacida en Buenos Aires, Argentina, en 1938, Valenzuela residió varios años en París y Nueva York, con largas estancias en Barcelona y México. Su obra ha sido editada en más de 17 países de América, Europa, Asia y Oceanía y traducida al inglés, francés, alemán, holandés, italiano, portugués, serbio, coreano, japonés y árabe. Ha publicado más de 30 libros, entre novelas, volúmenes de cuentos, microrrelatos y ensayos. Ha obtenido las becas Guggenheim y del Fondo Nacional de las Artes y, entre otros reconocimientos, cuenta con el Premio Nacional Kraft, los doctorados honoris causa por la Universidad de Knox (Illinois) y la Universidad Nacional de San Martín (Provincia de Buenos Aires), además del Premio Esteban Echeverría de la Asociación Gente de Letras. Desde 1989 radica en Buenos Aires, donde fue declarada Personalidad Distinguida de las Letras y Ciudadana Ilustre.
Está contenta y un poco complicada. Antes de venir a México tendrá que ir a Sevilla, al Instituto Cervantes de allí y, en el medio, atender a miles de periodistas. “Tengo la cabeza dada vuelta”, dice, mientras todavía evalúa si vendrá con su nieta a recibir el Premio Carlos Fuentes, pues “ella tiene muchos amigos allá, le encanta México. Claro, yo estoy muy acostumbrada a viajar sola, ya veremos”, dice con su acostumbrada soltura y esa imagen joven, vital, a pesar de que ya tiene 81 años.
Nunca fue a la universidad. A veces lo lamenta. Dice que para asumir ciertos estudios le hubiera convenido seguir una educación más formal, aunque también desestima la “sacralización” que han hecho muchos escritores argentinos de esa casa de estudios.
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Mónica Maristain: Es la primera mujer que gana el Premio Carlos Fuentes.
Luisa Valenzuela: Bueno, yo no me considero ser especial por ser mujer. Lo he ganado por ser escritora.
M.M.: Una escritora constante, ¿le ha dado su vida a la literatura?
L.V.: Bueno, mi vida tiene muchas otras partes, muy repartida, pero es cierto que lo central en mi vida fue la escritura. Al punto tal que cuando no estaba escribiendo literatura, porque he hecho periodismo, hice radio, me desesperaba. Después me he dado cuenta de que he escrito más de 30 libros, que es mucho. Se ve que es una necesidad. Ahora ya no tanto, lo demasiado publicado ocupa un buen lugar en la biblioteca, la industria editorial está mermando por estas latitudes.
M.M.: Usted se ha dedicado también a difundir a muchos escritores. Un poco como el fallecido escritor Ricardo Piglia.
L.V.: Ricardo Piglia era un crítico, un verdadero y real crítico. Yo nunca he sido crítica, yo nunca he querido ni siquiera escribir crítica literaria. Espero que los escritores escriban como me gusta hacerlo a mí. No soy imparcial, pero sí he hablado mucho de escritores que admiro, he estado muy cerca de ellos.
M.M.: ¿Qué diría ahora del Boom?
L.V.: El Boom fue glorioso para todos nosotros porque puso a la literatura latinoamericana en el tapete, en la mira de todo el mundo, pero es cierto que ellos no miraron a las mujeres, no había escritoras en el Boom. En ese momento había grandes escritoras en América Latina que no fueron consideradas por el canon. Pienso en Clarice Lispector, en Rosario Castellanos, en Elena Garro, en Silvina Ocampo, María Granata, Elvira Orphée, muchísimas escritoras extraordinarias. El Boom no dejó de ser algo muy interesante para que el mundo tomara conciencia de esta voz literaria, de nuestra región.
M.M.: Por otro lado, fue perdiendo su voz en el sentido de las imitaciones y también Latinoamérica tenía un tono exótico y folclórico que proponía el Boom.
L.V.: Sí, hasta por ahí. Algunos eran más exóticos que otros. Carlos Fuentes no tenía nada que ver con Gabriel García Márquez, ni Cortázar tampoco. Cada país tenía su identidad, su color propio. Lo que pasa es que en nuestra memoria quedó metido el realismo mágico, algo que tenía que permear toda la literatura latinoamericana, pero si lo leías de cerca no era así.
M.M.: Usted escribió un libro que se llama Cortázar-Fuentes. Entrecruzamientos, no lo he leído aún… pero son dos escritores bastante diferentes, ¿verdad?
L.V.: Te vas a sorprender si lo lees, porque hay muchos entrecruzamientos extraordinarios entre Cortázar y Fuentes. Los fui encontrando maravillosamente. Lo propuse cuando se cumplieron los 50 años de Rayuela. Por ejemplo, siempre comparan “Chac-mool”, de Carlos Fuentes, con “La noche boca arriba”, de Julio Cortázar. Pero no tienen nada que ver, salvo que “La noche boca arriba” trae a un príncipe azteca. En cambio, tiene mucho que ver con el cuento de Cortázar, “El ídolo de las Cícladas”. Para empezar, los dos están enterrados en Montparnasse; los dos, como último viaje, fueron a Buenos Aires. Cortázar me contó su libro póstumo, que nunca lo escribió y tuve el libro póstumo de Carlos Fuentes, Federico en su balcón. Los dos tienen hermanas y nadie se acuerda de esas hermanas. Hay anécdotas maravillosas y una admiración mutua muy fuerte. Hay una carta de 20 páginas que le escribió Julio a Carlos antes de conocerlo, cuando publicó La región más transparente.
M.M.: No he leído todavía ese libro, pero sí leí Escritura y secreto, en el 2002, cuando las mujeres no escribían tantos ensayos…
L.V.: Es cierto. Ahora hay gran reflexión sobre el lenguaje femenino que está ahí y también lo desarrollé en Peligrosas palabras, del 2001.
M.M.: ¿Usted ha ido cambiando su postura femenina o siempre ha sido así?
L.V.: Siempre ha sido así, aunque sin conciencia. Lo de la escritura de mujer ha ido evolucionando con el feminismo. Mi primera novela la escribí a los 21 años, la publiqué en 1966 (Hay que sonreír). Eso ya está ahí, pero no lo tenía yo consciente. Esta cosa del enfrentamiento con el machismo ya está en mi primera novela que se llama Hay que sonreír. Yo nací feminista y me irrita cuando me llaman una escritora feminista, porque me parece que así me encasillan y te obligan a mantener ciertos códigos que los mantienes o no los mantienes. No dudo que soy feminista de alma.
M.M.: ¿Qué importancia tiene para usted la UBA?
L.V.: Debo confesar que ninguna. No he ido a una universidad. Fue la calle, empecé el periodismo cuando tenía 22 años. Ingresé en el diario La Nación. No quería una carrera eterna; o bien quería ser científico-matemático o bien quería estudiar un bachillerato eterno donde aprendiera de todo. El periodismo suplió esa necesidad. Acabé siendo profesora universitaria y doctora honoris causa por un par de universidades. La UBA también tienen sus propios cánones, historietas, que no tienen nada que ver conmigo. Por supuesto que aplaudo la universidad pública.
M.M.: ¿La UBA tiene un condimento especial para ciertos escritores argentinos?
L.V.: Sí, claro. La ven como “sagrada”. Hay muchos monstruos sagrados circulando por ahí, pero no es mi caso. Para mí no es una gran preocupación la universidad, aunque más de una vez lamenté no tener una formación universitaria, para cierto rigor académico que uno necesita. Ahora me vendría bien para estos discursos que tengo que dar.
M.M.: Recibirá en México la Medalla Carlos Fuentes y el Premio Carlos Fuentes…
L.V.: Off the record: Espero sobrevivir. Son muchas emociones. Ahora mismo me estoy yendo a Sevilla, a la Academia Española de la Lengua. Me estaba convenciendo mi nieta para que la lleve, ya es grande, pero yo viajo sola muy alegremente. Ella tiene amigos en México, le encanta ese país, así que es probable que la lleve.
M.M.: ¿Hay algo importante que vaya a publicar en estos momentos?
L.V.: Están saliendo cosas mías, entre ellas la novela que para mí es muy importante, El mañana. También hay una antología que me han pedido recientemente. Hay otro libro muy chiquito de un diario que empecé para mí, cuando salí de una meningitis. La escritura y el cuerpo, se llama, en ese momento que el cuerpo está amenazado y la escritura queda cortada.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: November 7, 2019 at 9:48 pm