Essay
“¿Es verdad la verdad y mentira la mentira?”

“¿Es verdad la verdad y mentira la mentira?”

Angelina Muñiz-Huberman

Sebald no solamente recreaba personajes, sino que se recreó a sí mismo. Mejor dicho, se reinventó. Manejó verdad y mentira como si fueran un solo concepto.  O como si no existieran y fuera necesario uno nuevo: “verdadear” o “mentirear”…

 

“¿Es verdad la verdad y mentira la mentira?”

Cada día la ficción es más ficción. Verdad que sí. No, mentira. Como si las palabras dejaran de existir. Sólo quedara la pronunciación y el sonido. Lo demás, inválido. A medias. Cojeando. Tartamudeando. Trastabillando.

La palabra vuelta del revés y usada para significados particulares. Lo que yo digo es así y los demás entienden lo que sea. Cualquier cosa. Nada. Nada. Hasta tú, querido lector, sólo crees lo que te conviene. ¿De qué sirve escribir?

¿Y hablar? Pues hablar es otra farsa. Las palabras no dicen lo que dicen. Pueden ser hipócritas, cariñosas, vagas, indiferentes, bienintencionadas, malintencionadas, irónicas. Claro que, sin exagerar, lo mismo pueden ser exactas y precisas. Simpáticas y alegres. Biensonantes aunque también altisonantes. Todo depende del tono y del gesto facial.

Luego, la palabra necesita muletas o, por lo menos, un bastón.

Pasemos al difícil problema de la verdad y la mentira. ¿Por qué se dice la verdad y por qué se miente? A veces la verdad duele, pero también la mentira. Aunque la mentira puede usarse para tranquilizar o para suavizar una situación difícil. En cambio, la verdad puede ser brutal y causar gran daño. El signo positivo y el signo negativo se barajan entre las dos.

Pensándolo bien, la mentira, sobre todo la usada por políticos, religiosos y gobernantes, puede provocar persecuciones y muertes masivas. Los ejemplos  clásicos son la Inquisición y los regímenes totalitarios, el fascismo y el nazismo que, a fuerza de repetir lemas llegan a ser creídos. Es de todos conocida la frase atribuida al nazi propagandista: “Repite una mentira con insistencia y se convertirá  en una verdad”. Es lo que, en otras palabras, se llama “ilusión de la verdad”. Querer intensamente que una mentira sea verdad y llegar a creer que lo es. Hasta el mentiroso se lo cree. Y cada vez suena más verídico.

O bien, desear que algo que le pasó a otro te haya pasado a ti y te apropias de una historia y hasta le agregas más detalles y la embelleces. Ves la cara de sorpresa de quien te oye y sigues agregando más y más detalles. Ya está. Has escrito una novela sin darte cuenta.

La pules.

Le sacas brillo.

La repites.

La contemplas.

Hasta que alguien te dice.

No lo habías contado así. Es una nueva versión.

Empiezas a enredarte.

Borrón y cuenta nueva.

Te has delatado.

¿Qué hacer contigo? Ya nadie te cree. Ahora tú tampoco te crees.

¿Y la verdad? Quien dice siempre la verdad no puede echarse para atrás. La verdad es firme. Más bien, parece firme como una roca. Pero hay otro pero. Aparece el punto de vista. Y eso todo lo cambia.  Llegas a la conclusión de la relatividad. Te acuerdas de Albert Einstein y tu verdad empieza a desmoronarse. Has descubierto que la verdad es subjetiva y objetiva. A no ser que te topes con filósofos y científicos, para quienes sólo cuenta la objetividad. Mas si te topas con poetas sólo cuenta la subjetividad. ¿Cuál escoger?

Por ejemplo, cómo defines a la verdad y a la mentira. El diccionario no te lo aclara. Lo peor es cuando te dice que la una es lo contrario de la otra y viceversa. ¿Entonces?

Luego me dedico a buscar sinónimos de ambas palabras y me encuentro con que para verdad hay unos cuantos, pero para mentira hay una larga serie. Tal parece, que va ganando la mentira.

Tengo también otra observación. Para la mentira existe el verbo mentir. Para la verdad no hay verbo, aunque podría crearse uno: “verdadear”, que no me suena nada bien. Entonces hay que “decir la verdad”. ¿Verdad que sí?

¿Será que ambas son hermanas o, por lo menos, hermanastras? Para seguir complicándolo Carlo Collodi creó el cuento de un muñeco de madera llamado Pinocho castigado por ser mentiroso. Aquí entramos en terreno peligroso: la moral, el bien y el mal. Y, claro, no hay que darle vueltas: la relatividad.

Algo que sabía muy bien Ramón de Campoamor con sus famosos versos:

Y es que en el mundo traidor

nada hay verdad ni mentira:

todo es según el color

del cristal con que se mira.

 

Encontré algunos refranes que contrastan o juegan con la verdad y la mentira:

—La verdad permanece, la mentira perece.

—De la mentira comerás, de la verdad ayunarás.

—Más vale decir mentiras que parezcan verdades, que verdades que parezcan mentiras.

—Niños y locos, la verdad en la boca; cuerdos y sabios la mentira en los labios.

-Miente más que habla.

—El cerebro es embustero, el corazón, verdadero.

—Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo.

Y podría seguir agregando muchos más, pero para terminar el siguiente de la tradición sefardí: Refranico mentiroso non hay.

Sigo adelante. El 21 de octubre de 2021 apareció un artículo sobre W. G. Sebald, “The Storyteller”, en The New York Review of Books por Ben Lerner, que confirma todo lo anterior. Sebald no solamente recreaba personajes, sino que se recreó a sí mismo. Mejor dicho, se reinventó. Manejó verdad y mentira como si fueran un solo concepto.  O como si no existieran y fuera necesario uno nuevo: “verdadear” o “mentirear” según qué tan cerca o lejos estuvieran de los originales. Más bien le parecía normal poder manipular los hechos y que los demás lo creyeran. Como hablaba del pasado parecía casi imposible comprobarlo.

El mencionado artículo da algunos ejemplos de sus mentiras. Decir que había dirigido una obra de Harold Pinter en sus años de estudiante en Freiburg; que era el fotógrafo de una revista estadounidense; que fue a caballo a su examen final. O bien, citar en su tesis de maestría fragmentos de dos cartas de Theodor Adorno, cuando sólo recibió una; como maestro inventar citas de autores; apropiarse de historias de otras personas; falsificar las fotografías que aparecen en sus obras o no dar las fuentes apropiadas.

Sin embargo, todo ese material incautado dio lugar a unos espléndidos libros. ¿Realmente importa, entonces? No lo creo. Cada vez es más ficción la ficción y cumple con su papel.

¿Es verdad la verdad y mentira la mentira?

 

 

Muñiz Huberman es autora de más de 50 libros. Ha ganado el Premio Xavier Villaurrutia ,  el Premio Sor Juana Inés de la Cruz el Premio José Fuentes Mares, Magda Donato, Woman of Valor Award, Manuel Levinsky, Universidad Nacional de México, Protagonista de la Literatura Mexicana, Orden de Isabel la Católica, Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2018, entre otros.

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Posted: May 26, 2022 at 8:44 pm

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