Essay
La guerra me ha educado
COLUMN/COLUMNA

La guerra me ha educado

Lolita Bosch

Yo soy, de corazón, novelista. La literatura me ha enseñado a entender a los demás, me ha enseñado a entender el mundo y me ha enseñado a entenderme a mí misma. Porque pensar literariamente es entender. Es un instinto que tenemos todas y todos nosotros y que utilizamos siempre, aunque no nos estamos dando cuenta. Decir quiénes somos es nuestra principal manera de salvarnos.  Si ahora entrara alguien y me pusiera una pistola en la sien y me dijera “Lolita dame todo lo que traes”, yo le diría “llévate todo lo que traigo, pero no me hagas daño, porque yo soy mamá”. Porque esta es nuestra primera manera de salvarnos: decir quiénes somos.

También usamos recursos literarios de manera muy natural, durante nuestro día a día. Si ahora entrara una familia a la que hay que decirle que ha muerto la madre, de manera natural sabríamos como decírselo a una niña de ocho años, y utilizaríamos un tono diferente que al decírselo al marido. Tendríamos maneras distintas de explicar las cosas. Esto es un instinto literario y lo tenemos absolutamente todas y todos. Los escritores lo tenemos más desarrollado porque lo utilizamos para trabajar, pero los lectores también lo tienen, y los analfabetos también lo tienen. Es un instinto de supervivencia natural.

Cuando a mis estudiantes de literatura les pregunto por qué quieren hacer una novela, siempre me dicen que tienen algo importante que decir, que han vivido una experiencia muy traumática (normalmente la gente escribe más sobre el dolor que sobre la alegría), que tienen un recuerdo que necesitan que los demás lo sepan, que tienen algo que decirnos. Y yo les digo que sí, pero sé que no es verdad. Yo sé que en realidad tienen algo importante que decirse. Porque escribir es entendernos. Es hacer un esfuerzo para entendernos de una manera humilde, respetuosa y utilizando la ignorancia como motor esencial. Decir “yo esto, no lo entiendo”. Esto es escribir. Pasar del “por qué he sufrido esto” al “qué es esto que he sufrido”.  Y de hecho entendemos muchísimas de las emociones que existen en el mundo y muchísimas de las emociones que nosotras mismas tenemos porque las hemos leído.

La buena noticia es que podemos perfeccionar este instinto.

Este instinto que todos usamos de manera natural, podemos convertirlo en una herramienta. Y podemos convertirlo en una herramienta porque todos necesitamos decir quiénes somos, en algún momento de nuestra vida. No solo cuando escribimos un libro o no solo cuando vivimos en un contorno de guerra. Sino en el día a día. Hay una frase catalana muy útil que es “jo vull dir la meva”, que significa “yo necesito decir lo mío”. Yo necesito que los demás me entiendan, porque si no, no voy a poder con esto. Y esto es lo que hace la literatura. La literatura quiere entender a la persona a la que le pasan las cosas. Y la literatura ha hecho que nosotros queramos a gente que de otra manera no querríamos. El protagonista de Crimen y castigo es un asesino, Emma Bovary es infiel. Y, aunque hayamos sido víctimas de la infidelidad, igualmente queremos a Emma Bovary. Porque la hemos mirado de tan cerca, y de una manera tan lenta, y con tanta atención, que la queremos. Genera empatía. Mirar literariamente al otro es una manera de generar empatía.

Y yo lo sé porque a mí me lo ha enseñado una guerra.

En el año 2006, Felipe Calderón, presidente de México, le declaró públicamente la guerra al narcotráfico. Lo que desde fuera es un conflicto casi desconocido, a veces, cuando encontramos a gente que lo conoce nos habla o de las mujeres de Ciudad Juárez, que es dramático en sí mismo, pero no incluye toda la guerra, o cree que tenemos un gobierno en México que nos está protegiendo como ciudadanía de los ataques del narcotráfico. Esto no es así. En México no tenemos un gobierno que nos esté protegiendo contra el narcotráfico. En México tenemos narcotráfico. Y el narcotráfico es en realidad una red brutal del mercado negro. Y esta red brutal del mercado negro está peleando en nuestras calles. Hay políticos involucrados, hay gente del gobierno involucrada armada (militares, marinos, policías, federales), y sobretodo hay una red financiera muy grande, que es el auténtico dueño del narcotráfico, que solapa todo esto y blanquea dinero gracias, aunque no nos demos cuenta, a la ayuda de todos nosotros. Nosotros, de alguna manera, en algún momento y aunque nos cueste pensarlo, hemos colaborado en la guerra de México. No queremos, pero hemos colaborado en la guerra de México. Y esto, que es un derecho que deberíamos tener, yo lo descubrí porque cuando vi que podíamos aprender a escribir y repensarnos en comunidad, me di cuenta de qué tan grande era esta comunidad.

 

Lolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero vivió mucho tiempo en Albons (Baix Empordà). También ha vivido en Estados Unidos, India y, durante diez años, en la Ciudad de México. Ha publicado, entre otras novelas, Tres historias europeasLa persona que fuimosLa familia de mi padre o Esto que ves es un rostro, así como su antología personal de literatura mexicana Hecho en México y el ensayo narrativo Ahora, escribo. Su Twitter: @LolitaBosch

 

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Posted: February 17, 2019 at 11:50 pm

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