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El golpe de Estado en El Salvador

El golpe de Estado en El Salvador

Lauri Cristina García Dueñas

Otra guerra entre hermanos

El Salvador, Centroamérica, atravesó una guerra civil entre 1980 y 1992 que dejó 75000 muertos, 12000 lisiados y 8000 desaparecidos, según organismos internacionales, en un país de unos cinco millones de personas en ese entonces y ahora de 6.4 millones. En el imaginario americano, hay personas que aún se preguntan si El Salvador sigue en guerra. La verdad es que aquella guerra terminó el 16 de enero de 1992 con la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en Ciudad de México, pactados entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha). Pero hay otra guerra que parece a punto de empezar. Aunque me gustaría equivocarme.

Los presidentes que se sucedieron fueron los siguientes: Armando Calderón Sol (ARENA: 1994-1999); Francisco Flores (ARENA, 1999-2004); Elías Antonio Saca (ARENA, 2004-2009); Mauricio Funes (FMLN, 2009-2014); Salvador Sánchez Cerén (2014-2019) y el actual mandatario Nayib Bukele (Nuevas Ideas).

El expresidente Francisco Flores murió en la cárcel acusado de corrupción, el expresidente Saca está en la cárcel, el expresidente Funes está prófugo en Nicaragua. Las acusaciones de corrupción es lo que los une a pesar de haber pertenecido a partidos distintos.

Describir al actual presidente no es fácil. Un hombre de 39 años, de clase alta, empresario, exalcalde de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador, quien nunca concluyó la universidad pero quien le habla golpeado hasta al cuerpo diplomático. Los gobiernos y la sociedad civil de Estados Unidos, Unión Europea (UE) y gran parte de la comunidad internacional han manifestado claramente su preocupación por el futuro inmediato de la democracia en El Salvador.

Es complicado también explicar cómo llegó al poder este hombre, capitalizando el descontento de la población contra los dos principales partidos que ahora ya son minoritarios, mediante discursos confrontativos y populistas, políticas públicas sin transparencia, muchas promesas, muchas redes sociales y mucha publicidad.

El 8 de septiembre de 2017, cuando todavía era alcalde de San Salvador, se le acusó de lanzar una manzana a la concejala del FMLN, Xochitl Marchelli Canales, y decirle “tomá, llévate la manzana para tu casa, bruja”, lo que abriría una historia de frases misóginas y autoritarias que abundan en su twitter y en sus cadenas nacionales donde deja claro que no le gusta ser contrariado y asegura que todos están contra él o que todos se equivocan menos él.

Los rasgos de megalomanía, narcisismo y mesianismo no son extraños en los mandatarios de la región pero el problema creció cuando el 9 de febrero de 2020 se metió a la Asamblea Legislativa con la policía y el ejército y hasta se puso a “rezar” frente a las cámaras contra los supuestos diputados que no hacían lo que él deseaba con el presupuesto de la nación. 

El 28 de febrero de 2021 su partido Nuevas Ideas se hizo con la mayoría de diputados de la Asamblea gracias a 1.7 millones de votos y solo le quedaba el poder judicial para hacerle contrapeso en el esquema democrático que tanta sangre le costó al país, pues también acaba de intervenir el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) por lo que no sabremos dónde y en qué gasta el presupuesto.

La noche del 1 de mayo de 2021 el poder Ejecutivo en alianza con la nueva Asamblea Legislativa en su primera sesión plenaria, mediante el partido oficial y usando a la Policía Nacional Civil (PNC) destituyeron a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) e impusieron a un nuevo fiscal general, Rodolfo Delgado (quien está acusado entre otras cosas de violencia intrafamiliar y solo ha dado entrevistas a medios oficiales), rompiendo la autonomía de los tres poderes del Estado, lo cual es anticonstitucional y le otorga poder absoluto al mandatario actual, a su partido y a sus decisiones abruptas e inconsultas.

El Salvador es desde el sábado una dictadura donde los defensores de los derechos humanos, los periodistas (con quien el régimen ha sido persecutorio y hermético) y los disidentes corren peligro.

El filósofo Slavoj Žižek sostenía en “El acoso de las fantasías” (1992) que es petulante y soberbio el que las clases altas y medias intenten decidir por las clases de bajo capital económico sobre los proyectos que deben llevar a cabo en sus comunidades. Esto lo decía por afrodescendientes estadounidenses a los que se les impuso un sistema de transporte que los conectaba con el resto de la ciudad porque era “lo mejor”, pero ellos preferían estar aislados. Habría que preguntarnos; ahora que el gobierno y el partido oficial disolvieron la autonomía del sistema judicial; ¿qué llevó a los 1.7 millones de personas (ni todos los votantes ni todos los salvadoreños) a otorgarle la mayoría de la Asamblea Legislativa al partido oficial? Podríamos analizar el modelo económico y sus “valores”, los usos y costumbres, las mediaciones, los procesos de recepción de la publicidad populista, los contenidos de las redes sociales, el caudillismo, el autoritarismo, el machismo, el mesianismo y la misoginia de la que adolecemos las y los salvadoreños y nos hace permanecer en una minoría de edad intelectual que ha sido camino fértil para las promesas, la dictadura y los mensajes grandilocuentes. ¿Cómo reaccionaremos como sociedad civil?

Cambiemos el chip. ¿Por qué algunos de los usuarios de las redes sociales llaman focas y estúpidos a los simpatizantes de Nuevas Ideas y reifican la violencia de ideologías enfrentadas que nos costó una guerra civil? ¿Por qué no analizar los instrumentos de cooptación y manipulación económica y simbólica, hacer los análisis del discurso y diseccionar las categorías de los mensajes mediáticos del oficialismo? Cómo lograron convencer a 1.7 millones de personas para otorgarles el poder absoluto del país? ¿Cómo capitalizaron el resentimiento social en su frase “los mismos de siempre” en referencia al FMLN y ARENA? ¿Por qué algunas de las y los salvadoreños adoran a los caudillos de la clase alta? ¿Será que activaron, como el PRI en México con Enrique Peña Nieto y La Gaviota, este autoclasismo de las clases de escasos recursos económicos: esa fantasía de que un señor “guapo” iba a resolver todos los problemas del país? ¿Será que activaron al autoritario interior que anhela un poder unívoco que nadie puede contrariar? ¿Cuáles son los procesos psíquicos y verbales del mandatario y sus seguidores?

Analicemos, eduquemos, hagamos conciencia pero no desde la soberbia y las falacias ad hominem. A las y los intelectuales salvadoreños nos corresponde hacer crítica y oposición inteligente, no ser trolls, bots y bullys como ellos. A la comunidad internacional, por favor, manténganse atentos.

 

Lauri Cristina García Dueñas (San Salvador, 1980) Escritora y periodista salvadoreña que residió en México de 2006 a 2020. Maestra en Comunicación y Cultura por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Coordinadora de la Red de Exbecarios de la Fundación Heinrich Böll. 

 

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Posted: May 11, 2021 at 8:30 pm

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