Luz en aire
Adolfo Castañón
I. Las constelaciones y estructuras antropológicas del imaginario cultural hispánico se arraigaron profundamente en los suelos y subsuelos de la geografía humana y cultural americana. Un caso de ese arraigo es la cifra de la mujer y el abanico semántico y connotacional de lo femenino. La exaltación de la mujer en los altares del domingo iba sin embargo acompañada de la mano o, si se quiere, del pie, de su humillación en la vida diaria y en la realización afanosa de lo que Ivan Illich ha llamado el “trabajo fantasma”. En términos poéticos, artísticos y literarios, esta cifra se resolvió en la ritualización de emblemas, máscaras, y figuras de la identidad que no podían ser equitativas por razones formales. El tren tópico y alegórico de esa emblemática de lo femenino fue asumido con candor por las poetas y escritoras que navegaban entre representaciones muchas veces opresivas. En ese contexto la idea de revisar y de someter a un proceso de transvaloración esos anaqueles heredados ha sido advertido por algunas de las más sagaces como una tarea necesaria e impostergable. El itinerario emprendido por la poeta colombiana Gloria Posada es polinizador. En el ámbito ciertamente asfixiante de una cultura misógina y hostil a la mujer —como la hispánica y, muy agudamente, la colombiana—, la idea de trabajar, destejer los lugares comunes que rodean las sombras de la mujer y de lo femenino puede ser vista con indiferencia o suspicacia y, más todavía, cuando esa tarea se acompaña de un proyecto literario, poético, casi diría filológico de reformulación de un alfabeto, tablas de valores heredados ciega, aturdidamente…
II. Estos pensamientos vienen para saludar la breve y límpida muestra que con el título Aire en luz Muestra de poesía 2016-1985 (Del Centro Editores, Madrid, 2017, 89 pp.), con un tiraje artesanal de 100 ejemplares numerados. La iniciativa de este libro se debe al crítico y editor peruano Julio Ortega, quien ha seguido los caminos recorridos por esta poeta y artista plástica desde hace varias décadas. El sutil y al mismo tiempo contundente dibujo del colibrí impreso en la portada, es de la artista colombiana Johanna Calle. La analecta reúne poemas escritos desde un presente fechado en 2016 hasta un pasado que se remonta a 1985. A lo largo de esa selección que consta de 34 poemas, Gloria Posada deja ver la estela de un modo de decir singular. Lengua y estilo siguen una guía austera, en su reticencia a la sintaxis laxa, y en su fidelidad a una poética compacta, severa, sustantiva en la que resuenan voces como las de Alejandra Pizarnik o Blanca Varela. El lugar de la enunciación, el lugar del canto para invocar a José Angel Valente, se abre como un espacio a la par legendario y palpable donde la historia y el mito, la memoria y la experiencia personal, el almanaque y el museo, perfilan emblemas, (auto) retratos, blasones, epitafios y epígrafes que apuntan al cuerpo y a sus sombras, al lenguaje y al lector… La conversación que sostiene Gloria Posada es infinita porque se abre a lo incalculable desde lo específico. No es casual quizá que en el imaginario de esta alta poeta colombiana, no siempre reconocida en su país, esté presente la figura veloz del colibrí. Ave rauda como una flecha, agente de una búsqueda trascendental, la palabra certera de esta escritora no teme depurar el lenguaje para nombrar lo real…
III. Esta muestra antológica Aire en Luz, descifra el despojo y desnudamiento. Los adjetivos escasean, los artículos desaparecen sin que por ello haya en su discurso poético una desarticulación; esa ausencia parecería aludir a un modo aéreo e ingrávido a la par que más concreto y palpable. Acaso sugeriría una gravitación otra. Desde ese ángulo, cabria decir que la atmósfera creada en el libro auspicia la aparición ya no sólo de una identidad poética de indudable contundencia y fuerza sino también de una identidad forjada en y desde cada palabra…
Intangible
La luz entra
recorre la casa
desaparece
No anuncia su llegada
el regreso
día tras día repetido
o la ausencia en sombras
que no se descifran
No existe huella
de su paso
(p. 7)
Bajo el cielo
Estrellas
signan la Tierra
Elementos nos habitan
forman la carne
sustancia y calor
de nuestro cuerpo
Cúmulos de nubes
viajan en el viento
se unen y separan
en la imprecisa forma del tiempo
Ciclo o final
que nos acecha
No conocemos
bajo el cielo
la exacta intemperie
(p. 15)
Sed
Animales
buscan agua
en trayecto hacia el río
encuentran lluvia
Lejos
una ciudad
pronuncia la sed
y la sequía
Bajo el sol
alguien labra un silencio
En el asfalto
otros excavan un pozo
(p. 35)
Dicen
Dicen
que al rotar la Tierra
ciudades en diferentes momentos
están bajo un mismo cielo
que hay un lugar
donde océanos se unen
en tonalidades del azul
que paisajes de arena se deshacen
para enseñarnos la inmutable belleza de las rocas
que en un día la libélula
puede nacer y morir
que nubes sobre el horizonte del mar
señalan la existencia de orillas
que destellos de luz persisten en el aire
después del aleteo
que algo extraño sucede
cuando la canoa abre el agua
que el cazador nunca encontrará su presa
y sin saberlo se alimenta de simulacros o sombras
que caparazones de tortugas muertas
forjan dibujos de piedra
que desiertos florecen
y semanas después son otra vez arena
que las aves son las primeras en llegar
a una nueva isla
que la piel de serpiente cambia
y permanece en el lodo
mientras el cuerpo se desliza
que plumas descienden del vuelo
para revelar que lo leve también cae
que plantas asumen singulares formas
de movimiento y quietud
que capullos y alas de mariposas
son indicios del tiempo que pasa
que otro bosque habita en ramas
y suelo de hojas
que huevos vacíos de la última nidada
frágiles se integran al polvo que todo lo cubre
que astas de ciervo no pueden ser devoradas
porque cada ser deja algo para alimento de la tierra
que en cada generación
predadores y sacrificios se alternan
erigen otra selva
que cuando vientos provienen
de dirección equivocada
no podremos regresar a casa
que a cada uno en su vida
se le tienden emboscadas
hasta que en la última sucumbe
que miembros amputados del cuerpo duelen
y pueden sentir calor
que aumentará la temperatura
y la sequía extinguirá la humedad en suelos
plantas, cuerpos, bocas
que una brújula es inútil
en el Polo Norte
que el frío penetra huesos
y un día todos se reunirán para darse calor
que nadie recuerda
qué vio al nacer
que la Luna
es lugar desolado
La muerte
es nube de alas negras
y desciende
que paralelo a este mundo
hay otros narrados
la voz crea lo invisible
y dicen más palabras
frases que son olvido
distancia producida
por toda certidumbre
(pp. 19-25)
Mapa
Quién
a esta hora
solo, como yo
espera
o voltea una página
para encontrar
una palabra
que le ayude a vivir
¿Cuándo estaremos juntos
para construir con las líneas
de nuestras manos
un mapa?
(p. 39)
Gravitación
Cuando yo aprendía a leer
ellos paseaban por los parques
cogidos de la mano
jóvenes y bellos
Aprendía a escribir
y ellos vivían juntos
compañeros de días
y noches
Yo trataba de ir sin caer
porque me había dejado cicatrices
la gravedad de la Tierra
Caminaba y corría
en la acera de mi casa
Mis padres me prohibían cruzar la calle
Los amantes
viajaban en aviones y trenes
a lo que para mí eran nombres y mapas
Yo no sabía que en un lugar del mundo
a miles de kilómetros
existía alguien a quien amaría
No sabía que mientras montaba en bicicleta
una mujer creaba alianzas irreversibles
Lazos de sangre y memoria
recuerdos donde viven
los padres muertos
Ella ha vivido veinte años con él
Nací tarde y lejos
Ella comparte los días
y las noches
de la mitad de su vida
Lo tiene a él
En sus cartas
Yo tengo sus palabras
No te quejes que ya te habían preparado
Cuando ella llegó a su vida
a ti te enseñaban
a leer y a escribir
(pp. 41-43)
Magdalena
El Hebreo
que convierte el agua
en vino
Transformó mi Carne
en Verbo
(p. 57)
Ofelia
¿Cómo existir
entre el amor y la muerte?
Estoy atrapada
Reposo en el fondo del agua
Deambulo en la tierra
Hamlet
Poséeme hasta el fin
De este luto
(p. 59)
Pensamiento conjugado en Alejandra Pizarnik
Desde el alba
tu cuerpo está quieto esperando
los crepúsculos
Vengo a recoger
el rocío que pende de tu boca
Vengo a peinar
tus cabellos volcados en raíces
Has querido pequeña niña
pertenecer a los jardines
La tierra ha secado tu cuerpo
te han desangrado las rosas
Y hoy vengo a comer tu fruto
y su último aroma
Con las señales del cielo extintas
Alguien pretende leer el misterio
en la signatura del caracol
o buscar un mensaje antiguo
en el ala de la mariposa
Alguien convoca la lluvia
como una ancestral añoranza
Alguien respira profundo
como si fuera otro cielo
como si fuera otro sol
(pp. 63-65)
Adolfo Castañón. Poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México. Twitter:@avecesprosa
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Posted: January 3, 2018 at 10:39 pm
Adolfo Castañón es un reseñista impecable. Sigo sus escritos con fidelidad. Gracias maestro
Hola Glorita bella y fragil (ynotanfragil) como pudiera falsamente parecer a los equivocados que son muchos. Gracias por el aire y la luz que diafanamente nos compartes y talvez sin percatarte nos ayuda a vivir. Recibe mi fuerte y simultáneo leve abrazo.
Pacho.
Que bella poesía, está hecha de palabras que desentrañan las cosas…