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Adam Magyar y Pablo Siquier en Houston

Adam Magyar y Pablo Siquier en Houston

María E. Perez

Dos exposiciones en Houston, sin aparente relación entre sí, se pueden conectar con un simple atravesar la calle Alabama; tal vez impensable para los acostumbrados a movilizarse con motor y rueda: la muestra de fotografía de Adam Magyar en el Houston Center for Photography y la instalación y las pinturas de Pablo Siquier en la Sicardi Gallery.

La colección de fotografías Kontinuum de Magyar presenta, utilizando técnicas que condensan varias tomas en una, un continuo interminable del transitar del ser humano en las grandes metrópolis como se puede intuir por el título. La distorsión de la imagen ofrece cuerpos minimizados, aplastados, una masa en movimiento automático, parte del engranaje de la máquina urbana, incapaz de detenerse. Si el flanêur moderno, a fines del decimonónico o comienzos del veinte, Walter Benjamin o Salvador Novo, se recreaba en la ciudad  con el conocimiento del oriundo, deteniéndose ante los monumentos históricos que forjaban la nación y ante las estampas que identificaban al sujeto nacional; el lente de Magyar refleja un sujeto despersonalizado, indistinguible ya sea en Tokío, Hong Kong, París o Nueva York, ciudades en las que enmarca sus fotografías. Este sujeto postmoderno aparece en los conjuntos humanos a la espera del metro o siendo transportado en sus vagones como seres alienados, enajenados, sus rostros en tensión, no hay comunicación entre ellos ni con su entorno, atrapados, consumidos por la ciudad, en un cronotopo que puede ser cualquier ciudad, cualquier tiempo, cualquier sujeto- el anonimato total.

Aunque las imágenes son creadas -no reflejan lo que puede observar el ojo a simple vista ni la cámara convencional- impactan por captar y representar realidades más profundas, un cuestionamiento de nuestra existencia, de la razón o la sin razón de nuestra existencia, del papel del ser humano en el cosmos. El silencio de voces se yuxtapone a los ruidos urbanos, incesantes, que invaden todos los espacios y que somos incapaces de controlar o evadir en los dos videos que acompañan las fotografías, y cuya repetición marca el ritmo de la vida humana.  La relación sujeto/ciudad se rompe, en una evolución del feliz mutualismo de antaño a un parasitismo en que el ser humano aparece consumido, manipulado por un ente-ciudad que lo necesita para seguir funcionando, aún a detrimento del capital viviente.

El trabajo de Pablo Siquier evoca similares inquietudes. Despojada del color de su obra anterior, en el presente Siquier utiliza solamente el blanco y el negro en sus estructuras. En ellas presenta un enigmático armazón, un laberinto que de cierto modo podemos asociar a la ciudad, en un patrón geométrico de gran complejidad y precisión, que nos atrapa al igual que las imágenes de Magyar. La tensión entre el deseo de entrar o salir de la estructura, la multiplicidad de imágenes que recrea según la perspectiva, simétrica pero nunca igual, inicialmente confunden y enajenan de misma manera que las ciudades de la fotografías de Magyar. La instalación tridimensional que ocupa la mayor parte de un gran espacio de la galería se alza como una inmensa jaula que atrae y repele como una trampa, como una amenaza latente y fascinante. La recorremos, al igual que la ciudad, descubriendo nuevas visiones a cada paso, encontrando las miradas de los otros transeúntes al otro lado, esquivando sus miradas, buscando nuestra propia experiencia ajena a la de los demás, por lo que a pesar de la ausencia de figuración, la abstracción genera una experiencia subjetiva y única.  

Siquier, en su creación de la ciudad reducida a su mínima expresión, a su infraestructura íntima, como un marco y trazado geométrico, alcanza lograr el efecto opuesto de Magyar. Triunfa el individuo, la ciudad es despersonalizada, alienada de su marca identitaria y queda el sujeto para impartirle su humanidad, para buscar y encontrar sus lugares secretos, para otorgarle su ritmo y su música, para personalizarla a su manera. En el espacio neutro que nos entrega Siquier es posible recrear nuestra ciudad, nuestra experiencia, aquí el ser humano puede controlar y determinar el flujo del tiempo y del lugar, el ser se impone y conquista, no es el cuerpo derrotado de las fotografías de Magyar el que emerge de este encuentro. Desafiante como todo laberinto, la obra de Siquier acepta una polisemia que el mismo artista no ha desdeñado, al titular su obra con números solamente para evitar ninguna pre-interpretación connotativa[1]. Coincidiendo con la narrativa personal del espectador, aparece el trasfondo literario de su creador: Siquier ofrece[2] a Flaubert como inspirador de su afán de precisión, de encontrar el tono y el modo preciso de expresión, y a Borges como modelo de síntesis, de eliminar todo excepto lo absolutamente necesario, también como una suerte de pureza en su expresión. Aunque niega el laberinto como objetivo, sí acepta que en él al igual que en todo creador argentino contemporáneo, Borges existe como parte de una memoria colectiva inescapable. La relación del ser humano y la ciudad ha dejado de ser el recorrido placentero de los antiguos flanêurs para convertirse en un encuentro con el caos, con una multitud de signos imposibles de abarcar, que nos desbordan, pero en el cual a pesar de todo, en la obra de Siquier el hombre todavía tiene la posibilidad de vencer.

Houston Center for Photography

Kontinuum-Adam Magyar

1441 West Alabama
Houston, TX 77006
713-529-4755

Mayo 3-Junio 23

Adam Magyar, aunque húngaro de nacimiento, vive y trabaja en Berlín. Sus trabajos han sido exhibidos en Finlandia: Helsinki Photography Biennial, en los Estados Unidos: MFAH Mixed Media y Harvard University Graduate School of Design, en Berlín: Berlin Selected Artists, en Budapest: Ethnographic Museum y Faur Zsofi Gallery, en Gran Bretaña: Rhubarb Rhubard y en Hong Kong: Karin Weber Gallery. Sus fotografías han sido incluidas en numerosas publicaciones: los libros de fotografías Life of Cities, Light and Lens, además de revistas profesionales del rubro como PDN and PQ Magazine, Flash Art, Digital Camera y Katalog.

Sicardi Gallery

Pablo Siquier-Structure

1506 W. Alabama St.
Houston, Texas 77006

Contact Tel: 713-529-1313
Fax: 713-529-0443

Mayo 30-Julio 23

Pablo Siquier es argentino y su obra ha sido considerada heredera del movimiento de arte concreto de los años cuarenta y cincuenta en su país, aunque como ha señalado el artista, no tuvo acceso a ese tipo de arte en sus años formativos por la represión de la dictadura. Cita otras influencias como el artista español Antoni Tapies (1923-2012) y los grabados del artista italiano Giovanni Piranesi en el siglo XVIII, incluyendo la idea romántica de la prisión. Desde los ochenta pertenece al Grupo de la X, del que fue co-fundador. Sus murales en el edificio de Los Molinos en Puerto Madero y en la estación del metro Carlos Pellegrini forman parte del imaginario urbano de Buenos Aires. Su obra ha aparecido en exposiciones en la Argentina: Centro Cultural Recoleta, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), Museo Nacional de Bellas Artes y la Galería Ruth Benzácar. Representó a su país en la Bienal de Sao Paulo y apareció como artista invitado al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid en el 2005. Es la primera vez que exhibe su obra los Estados Unidos.



[1] Comentario recogido por Laura A. L. Wellen en la sinopsis de la muestra para la Sicardi Gallery.

 

[2] Entrevista con Pablo Siquier en la apertura de la exposición, Sicardi Gallery, 31 de mayo, 2013.


Posted: June 7, 2013 at 5:39 pm