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Anna Allen: ¿no hay precio demasiado alto?
COLUMN/COLUMNA

Anna Allen: ¿no hay precio demasiado alto?

Miguel Cane

En los últimos días, no sólo en España y demás países de habla hispana, sino ya en el resto del mundo, se ha hablado mucho de una mujer que, de otro modo, habría sido completamente anodina, y todo por —literalmente— una estupidez, que la ha llevado a convertirse en lo que anhelaba una celebridad, en el más estricto sentido de la palabra (todo mundo sabe quién es).

Anna Allen, que ha saltado a titulares internacionales, convertida en —hasta el momento de redactar este texto— la mujer más buscada de España, era una actriz del montón, que buscaba hacerse un lugar en el mundo de la farándula, como hacen millones de chicas cada año. Algunas persisten lo suficiente para alcanzar el triunfo y reconocimiento que muchas desean, otras se dan por vencidas en el camino y se conforman con lo que puedan obtener y algunas más definitivamente se retiran del ring. La señorita Allen (nacida en Gerona en 1977), no es de esas.

Su primer trabajo de relevancia fue hace quince años, en la primera temporada del exitoso (y kilométrico) teledrama de televisión española Cuéntame cómo pasó, que después de sus inicios como un pastiche de The Wonder Years, ha pasado de la buena intención de retratar a la clase media madrileña en 1968, justo en los estertores de la dictadura franquista, a convertirse en una especie de telenovela de costosa producción ahora ambientada en 1983, con puestas de cuernos, melodrama doméstico y horripilantes vestuarios. En la serie, Anna Allen encarnaba a “Marta Altamira”, una joven de clase pudiente que anda metida en un submundo de rebelión política underground, y acaba arrastrando con ella, a punta de besos, al primogénito de la familia protagonista (Pablo Rivero), politizándolo de paso.

El personaje —que siempre fue recurrente, mas no principal— apareció en varias temporadas, hasta 2008. De acuerdo con Elena Arnao, la directora de casting, la chica le dio buena impresión y era una actriz responsable con sus horarios y escenas. Según reportan varios medios digitales e impresos, la cosa se torció cuando Allen conoció a una mujer identificada como Mar Rodríguez, una pasante de derecho con una propensión a exagerar su currículum, que se convirtió en su mánager y es su cómplice en la estrategia tan publicitada de fotos falseadas con photoshop y mentiras cada vez más ridículas acerca de una carrera que se inventó.

Recalentar las proporciones ridículas alcanzadas por este escándalo a nivel internacional, sería innecesario: ahí están los titulares en línea que hacen mofa, escarnio y execración de una mujer cuyo único pecado parece estribar en la total ausencia de sentido común (hay una addenda: la vinculación a un caso de 2001 en el que acusó a un hombre de presunta violación, que no procedió. El caso resurge a la luz de estos acontecimientos y el presunto agraviado, lo ha hecho para obtener beneficios a través de contar su historia, por lo cuál no lo considero más que una añadidura al linchamiento mediático que ya va para dos semanas), en lo más parecido a un auto-de-fé que hayan llevado a cabo medios hispanohablantes (algunos en países donde de otro modo, jamás habrían oído hablar de Allen antes) con una pira humeante y una aparente “bruja”.

Pero, ¿qué es lo que obtienen Anna Allen y su enigmática representante de este escándalo? Fama, evidentemente: se ha convertido en la figura medíática más buscada —el que desde que se supiera la verdad y la crucifixión pública, encabezada por el diario El Mundo, estén desaparecidas hasta el día de hoy ha ayudado enormemente a la especulación. Se dice que podría ser la figura central de un reality-show (la forma más baja de televisión, si ustedes me lo preguntan) o que es posible que sufra un auténtico trastorno de personalidad. Sea como fuere, Ana Allen —que, curiosamente, entre las cosas ciertas que olvidó añadir en su currículum falseado, fue objeto de un reportaje fotográfico al desnudo en las páginas centrales de la célebre revista Playboy en su edición española en 1999— se ha convertido en una figura de referencia y en una celebridad total… si bien es muy posible que el precio que tenga que pagar por ello, no valga la tempestad cosechada.

MiguelCane2013

Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal . Su Twitter es @aliascane


Posted: March 24, 2015 at 6:20 am

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