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Diálogos poéticos

Diálogos poéticos

Literal

 

Autor: Isaac Goldemberg.

Título: Diálogos conmigo y con mis otros.

Editoriales: Literal Publishing y Academia Norteamericana de la Lengua Española

Año:  2013.  

Es acaso más conocido como novelista que como poeta Isaac Goldemberg (Chepén, Perú, 1945) quien logró ser canonizado con su novela, La vida a plazos de don Jacobo Lerner (1978), reconocido como uno de los cien libros judíos más importantes de los últimos 150 años por el National Yiddish Book Center. Es notable que sus otras novelas también hayan recibido mucho elogio de los críticos. A pesar de que desde su primer intento poético junto con el cubano José Kozer, De Chepén a La Habana (1973), ha logrado publicar trece colecciones de poesía, la academia norteamericana hasta el momento ha prestado mayor atención a su producción novelística. Ahora su nueva colección Diálogos conmigo y con mis otros pide que también lo reconozcamos como uno de nuestros poetas consagrados.

A partir del título de la colección, el autor se coloca en una situación dialéctica de afirmar, desdecir, negar, citar, aludir e ironizar no sólo su propia poesía sino la de poetas desde Homero y Omar Khayyam hasta contemporáneos como sus compatriotas Julia Wong Kcomt (también de Chepén, 1965) y Eduardo Chirinos (Lima, 1960). El poema “Prefacio” anuncia su estrategia retórica citando a Luis Hernández, “Una forma/ De escribir poesía/ Es vivir epigrafiando”. Efectivamente los sesenta y ocho poemas de esta colección vienen con epígrafe y la mayoría tienen dos, algunos tres. Entre los poetas cita a los más canónicos como César Vallejo, Octavio Paz, y Jorge Guillén y hasta recopila las palabras de pensadores como Umberto Eco y Theodor Adorno. Al principio esperaba que citara a Antonio Machado su tan conocido “Converso con el hombre que siempre va conmigo”, pero no lo hace sin duda porque aunque el famoso noventaochista esperara o soñara no más “hablar con Dios un día”, Goldemberg mantiene un diálogo con Dios a lo largo del tomo. Es más, Dios es uno de los epigrafiados en dos ocasiones. Citar a Dios entre sus otros equivale a ponerse a la altura de Dios. Su postura ante Dios es contestatario e informal. En el poema “Seres” cuyo epígrafe es “Seré que seré”, Goldemberg muestra profundas dudas sobre la existencia de Dios. En “Deuda Saldada” el poeta habla con Dios como con si fuera otro compañero adolescente jactándose de sus conquistas. El poeta reconoce que el Paraíso existe porque lo conoció en su experiencia sexual con una “…hermosa/y cristiana dama”. El título también plantea el significado de “mis otros”. El primer epígrafe de la colección, del mexicano Octavio Paz, explica en parte el planteamiento del poeta con respecto a la condición humana: “Los otros que no son si yo no existo/los otros que me dan plena existencia”. El tejido humano es el habla y cuando el humano escribe poesía, si esa poesía logra tener cierta resonancia mundial, entra a formar parte de un tejido enorme que consolida una tradición viva de obras que aluden a sus predecesores y serán citados por sus herederos.

Es claro que la otredad es un tema importante en toda la obra de Goldemberg dadas sus raíces híbridas. Su padre era judío, un inmigrante mal asimilado al Perú y un vendedor ambulante, quien dejó a su familia chica en Chepén, un lugar con profundas huellas tanto indígenas como católicas. Y esa pugna de los dioses, Wiracocha, Jesús y Adonai, a veces se expresa con humor como el “milagroso” gol marcado por el Rabino Mayor de Jerusalén contra el Papa en “Goles y arqueros”. En “Inventarios” el poeta expresa su mestizaje como “Los espejos rotos/donde aprendí a mirarme”.

Quienes conocen la novelística de Isaac Goldemberg saben que lleva toda una vida metiendo el dedo en la llaga de sus propios dilemas identitarios así que no les sorprenderá que siga en el mismo rumbo, ni que sus textos dialógicos sean tan combativos cuando trata los temas del Holocausto y del antisemitismo. Es tan goldemberguiano empezar un poema con una sentencia de Theodor Adorno que en efecto veda la creación poética después del Holocausto, “Escribir un poema después de Auschwitz es un acto de barbarie. …” Goldemberg le da como título “Escribir un poema después de Auschwitz” pero en el primer verso se contradice: “Este no es un poema.”

Goldemberg no se limita sólo a citar a los poetas sino que en muchos poemas las palabras de la cita u otras palabras o títulos de “sus otros” forman parte del poema nuevo. Por ejemplo, en “Escribir un poema después de Auschwitz” se encuentran las palabras de Vallejo, “Los dados eternos”. Abundan estas citas, alusiones, repeticiones y hasta centones. El más bello ejemplo del centón viene en “Botellas” donde emplea las palabras de Paul Celán. La mitad del poema viene directamente de un poema de Celán. Goldemberg cambia únicamente una palabra en la última estrofa.

Como siempre Goldemberg escribe con una gran dosis de humor e ironía. Entre sus epígrafes encontramos uno recopilado de los autobuses de Varsovia, “Avancen hacia atrás”. No es una novedad poética examinar a Cristo en la cruz de manera irónica puesto que A.E. Housman evocó la ironia del hijo de un carpintero clavado a una cruz ya con bastante antelación. Cuando Goldemberg ironiza de la misma manera en “Escribir un poema después de Auschwitz”dice, “Ironías de la vida:/al carpintero Jesús/lo clavaron en la cruz”. Emplea la rima consonante en pocas ocasiones en esta colección de manera que parece subrayar la trágica conclusión de la vida de Jesús y el comienzo del cristianismo de una manera casi burda. En “ Goles y arqueros” Goldemberg recrea la histórica contienda del cristianismo con el judaísmo como un partido de fútbol. El título de su poema “Jai Qs” es un juego de palabras reconocible por los que sepan lo que es el haiku y que jai en hebreo significa vida. Es también juguetón el poema “Posiciones” que en los primeros cuatro versos parece un compendio de posturas sexuales y de repente agrega la estereotípica postura del judío comerciante que siempre se encuentra detrás del mostrador para saltar a la del reo condenado a ser fusilado con las “espaldas al paredón”. Claro está que el sentido de humor en estos poemas tiene un tono mordaz como en el de los judíos en el infierno y en “Fool Them Twice, Shame On Them”. Aquí también el uso de la rima, esta vez asonante, parece subrayar la ridiculez de la idea de modernizar a Dios para llevar a cabo otro Holocausto.

A Dios hay que modernizarlo.

Grande ha sido el salto

de la hoguera española

a la cámara de gas.

Una locura pensar

en el próximo Holocausto

con el mismo viejo Dios.

Si Goldemberg juega con las formas empleando versos libres en la mayoría de los poemas, cuando quiere imponerse una forma tradicional escoge el soneto, al que da el título, “ Soneto Inexacto del judío peruano y viceversa”. Califica como “inexacto” su soneto al aludir a sus raíces híbridas al mismo tiempo que hace híbrida la forma de su soneto mezclando rima asonante con rima consonante. Sin embargo Goldemberg no permite irregularidades con respecto a la métrica pues se impone el endecasílabo en todos los catorce versos y hasta en el título del poema.

A veces más que poemas sus obras parecen ser pequeñas anécdotas en las que vemos la lucha entre el escritor de prosa y el poeta. En “Pérdidas” al pobre hombre que no gritaba en la plaza que no comprendía nada le cayó la mierda de una paloma blanca y pensando que eso significaba buena suerte el hombre siguió su griterío de incomprensión. Emplea el retruécano en “Ríos mares infancias” y si la primera estrofa termina, “Los viejos se sentaban a su orilla/a pescar recuerdos”, la segunda y última termina, “Los viejos se sentaban a su orilla/a pescar infancias”. Goldemberg no pierde la ocasión de instruirnos sobre las eternas contradicciones humanas, como hace en “Estatuas” donde se turnan los judíos con los palestinos haciendo los papeles de David y de Goliat.

En conclusión, la obra de Goldemberg, como la obra de muchos poetas contemporáneos juega y hasta rompe con las formas. A veces su poesía nos cuenta pequeñas anécdotas y sentencias filosóficas con un estilo lírico y un manejo diestro del tono. La intertextualidad en esta colección de poemas casi traspasa los límites pero hastiada de adjetivar con el término posmodernista, me limito a decir que Goldemberg es un poeta contemporáneo ejemplar cuyo último libro nos pide que lo examinemos dentro de una larga trayectoria poética. Y el poeta sale bien del examen.

Lake Forest College


Posted: October 9, 2013 at 10:40 pm