Reviews
Trazar la delgada línea y caminarla

Trazar la delgada línea y caminarla

Bruno Ríos

  • Joel Flores: Nunca más su nombre (Ediciones Era, 2017)

El enfrentamiento necesario para leer esta novela está en el descubrimiento, más o menos temprano, del artificio que se nos presenta. Como me ha dicho muchas veces un maestro muy querido: toda novela que pretenda serlo comienza por negar que es una novela. Esta no es la excepción. Pero más aquí, un poco a marchas forzadas en un inicio y mucho más ágilmente mientras avanzamos en la lectura, el dispositivo que opera en el corazón de este texto se nos va revelando. Mejor aún, una de las primeras cuestiones que hay que decir de Nunca más su nombre, del escritor zacatecano y tijuanense por adopción Joel Flores, es que es una novela que sabe trazar una línea y caminarla, una línea que pretende ser una guía, pero también una frontera, un límite que nos obliga a querer cruzarlo una y otra vez. En este sentido, esta novela se parece más a la poesía más afortunada de nuestra lengua que a las narrativas más leídas de nuestro presente; quiero decir, nos obliga a pensar.

Déjenme volver al principio. Nunca más su nombre nos narra una historia que bien pudiera leerse como una confesión. En un momento de crisis profunda el narrador, acertadamente llamado Joel, construye una constelación de personajes que se entretejen entre el dolor y la infinita esperanza de la reconciliación. En el centro, la relación marchita con su padre –exmilitar, alcohólico, violento, machista–, se nos muestra en el momento exacto en el que la muerte está tocando la puerta. Bebiendo de una tradición larguísima, Flores usa de pretexto la inminente muerte del padre del personaje principal para construir un universo que se antoja más común de lo que queremos aceptar. Una compleja relación del narrador con su natal Zacatecas, cuna de su pasado, nos da paso para ir descubriendo a Luis, su hermano (que hasta cierto grado pudo tener una relación más o menos masticable con el padre), Sara, su hermana (que carga sus propias heridas), su madre (y el dolor profundo) y Paula, la mujer que se convertirá en su pareja y compañera.

Sin embargo, es un personaje en especial el que adquiere una mayor relevancia de lo que podríamos pensar en una primera lectura. Pronto en la novela conocemos la ausencia presente de Francisco, el amigo más amigo del personaje narrador desde la infancia, desaparecido en circunstancias extrañas, entre narrativas de grupos criminales y el culto a la personalidad rebelde y autodestructiva. Si bien la agonía del padre y el recorrido que hacemos hasta llegar a ese momento pueden ser las imantaciones más potentes de la novela en una primera lectura, es en realidad Francisco y su ausencia lo que pesa de verdad en este texto. Esa falta es el motor que nos lleva de la mano a través de una historia que, a pesar de estar escrita en una prosa ágil y elocuente, es también difícil de seguir en ocasiones. Eso es, también, lo que hace que este texto sea tan poderoso: incluso en su aparente dificultad encontramos un hilo por dónde seguir.

Ya desde Rojo semidesierto (FOEM, 2013), su anterior libro de relatos, Flores exploró a profundidad las constantes desapariciones de amigos y sus consecuencias. En Nunca más su nombre, leemos que las desapariciones absurdas y turbias de sus relatos se cristalizan en una sola. En esta novela, Francisco es la ausencia que marca lo absurdo del fracaso, pero también el infinito deseo de cerrar los ciclos abiertos. De una u otra manera, el personaje narrador de esta obra está en una constante búsqueda por lo que la ausencia de Francisco representa: un orden ante el desorden; una razón que más o menos pare el caos de una familia que puede ser la nuestra; una realidad que no sea rebasada por la ficción.

Dicho de otro modo, la pregunta fundamental que esta novela nos pone enfrente es: ¿qué estamos leyendo? ¿Por qué esta historia que puede estar tan visitada se nos entrega con tanta intimidad que incomoda? Nunca más su nombre es un texto que va a generar esa misma serie de lecturas obvias que también produjo otra de las más celebradas novelas mexicanas de los últimos años, Canción de tumba de Julián Herbert. Numerosos ensayos analizarán la presencia del tono autobiográfico, los rasgos de intimidad de los que somos partícipes como lectores, el juego con la vida privada y la confesión emocional.

Sin embargo, lo más conmovedor del trabajo de Joel Flores en esta novela es que, con gran inteligencia, traza esa delgada línea entre la confesión y la mentira. Junto con él, nos hace transitarla. La pulsión que esto genera es lo que nos hace seguir leyendo página tras página. Con el placer del sufrimiento ajeno y a la vez con la empatía de sabernos semejantes a los fracasos más elementales de esta historia, Flores ejerce con admirable destreza la constante invitación a creerle. Y si seguimos las palabras de su personaje más poderoso, Francisco, la única manera de sobrevivir ante el embate de nuestras historias es dudando: “Al describirme las peleas y detallarme cómo separaban a unos y otros, terminaba riéndose de mí. ¿A poco me creíste, cabrón?, me decía. Debes ponerte machín, si vas a ser escritor. Que no te apañe la mentira, así cómo quieres llegar a ser escritor” (61). Al final, esto es lo importante. Ante la literatura, caemos en el juego por la voluntad de creer. Narrar es, a fin de cuentas, la forma más humana de empoderarse ante el dolor propio y ajeno.

Después de un arduo trabajo que se demuestra en la notable evolución de su prosa desde sus libros anteriores, Nunca más su nombre es una obra que nos enseña, nuevamente, que la vida que nos contamos tiene que ser el objeto de nuestro propio imaginario. Entre el caos de nuestra realidad nacional y la increíble complejidad de la intimidad que nos atrevemos a vivir, esta novela que duda de sí misma es fundamental para enfrentarnos con el espejo. Es un ejemplo de la literatura que vale la pena leer, la que más que alejarnos nos obliga a estrellarnos contra una pared.

 

BrunoBruno Ríos es candidato a doctor en Literatura Hispánica en la Universidad de Houston y autor de varios libros de poesía, así como obra académica de diversa índole. Su más reciente libro de poemas, Cueva de leones, será publicado por editorial Cuadrivio este mismo año.

 

© Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.


Posted: July 4, 2018 at 11:23 pm

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *