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Novela noir latinoamericana

Novela noir latinoamericana

Jaime Perales Contreras

• Mario Vargas Llosa: Cinco esquinas (México, Alfaguara, 2016).

Mario Vargas Llosa publica su novela número 16, titulada Cinco esquinas. En cierta manera, al igual que lo hacía el escritor inglés Graham Greene, la obra narrativa de Vargas Llosa se podría dividir en dos: novelas serias y divertimentos.

Las obras serias se compondrían de libros como La ciudad y los perrosLa casa verdeConversación en la catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo. En el caso de los divertimentos se podrían enumerar Pantaleón y las visitadorasLa tía Julia y el escribidor y Travesuras de la niña mala.

En el primer grupo su forma y contenido exigen cierto compromiso del lector. En el caso de los divertimentos se trata de novelas que, de alguna manera, poseen la virtud de ser readables, parafraseando a Jorge Luis Borges. Cinco esquinas  tiene el gran mérito de ser una novela política de fácil lectura que, a su vez, aborda temas complejos.

Centrada en el Perú del ex presidente Alberto Fujimori, Vargas Llosa ambienta su historia como si fuera una novela noir.  Sin embargo, a diferencia de los relatos de detectives o de las violentas ficciones  hard boiled  de Mike Hammer, de Micky Spillane o de un Phillip Marlowe agudamente retratado por Raymond Chandler,  no existe un detective o policía  honesto que resuelva el asesinato en Cinco esquinas para redimir al género sino que la gravitación de la corrupción que la novela describe nos va dirigiendo a la solución. En este caso, el personaje principal no es alguien que se encuentre directamente del lado de la ley sino que la heroína es una periodista que trabaja en un diario de dudosa reputación quien, paulatinamente, adquiere conciencia de su gran importancia en la sociedad.

Las vidas de personajes de la novela como Marisa y Chabela, Enrique y Luciano, Juan Peineta y, por supuesto, Julieta Leguizamón –la Retaquita, protagonista de la historia–, se entrelazan gracias al diario amarillista titulado Destapes y de su oscuro y repelente editor, Rolando Garro. Una noche, Garro aparece brutalmente asesinado en el barrio Cinco esquinas y, a partir de ese momento, se abrirá una serie de secretos que involucran a personas de las altas esferas del gobierno de la época.

Se podría decir que Cinco esquinas es también una metáfora del infierno. No en balde una de las calles de la novela se llama Dante. Vargas Llosa nos retrata con gran paciencia narrativa, como si fueran los círculos de La comediaportada MVLL, las calles oscuras y peligrosas del momento, el ambiente sórdido de la época en Perú, el salvajismo y la saña de la policía y el ejército de ese país. En suma, la novela transpira un macabro y asfixiante ambiente de realidad.  Sin embargo, el autor advierte que se trata de una obra de ficción sin que los hechos que se narran se correspondan con la realidad.

Vargas Llosa, como él mismo indica en Cinco esquinas, también intenta presentar las dos caras del periodismo: una como el espantajo del poder y del autoritarismo gubernamental en el que puede peligrosamente desbarrar, y la otra como filosa arma de crítica social y política que idealmente aspira a ser. En este sentido, la Retaquita es el único personaje femenino redimible, a quien su oficio de periodista le sirve como una manera de neutralizar la corruptela política que sufre el Perú de la novela.

A su vez la Retaquita, según aparece descrita en Cinco esquinas, no es una mujer guapa pero el personaje evoluciona hasta adquirir claridad ética en sus acciones, lo que le proporciona gran belleza interna. Por su parte y pese a tratarse de mujeres extremadamente ricas y bellas, la promiscuidad de Marisa y Chabela  –a la que se someten por tedio y escapismo de la realidad del Perú– sólo provoca desagrado. Por ello no es accidental que, en el capítulo final, la Retaquita despierte los celos Marisa cuando advierte que su esposo, el ingeniero Enrique (Quique) Cárdenas, siente  admiración hacia ella a pesar de que la periodista fue una de las causas principales de sus problemas.

Cinco esquinas consta de veintidós capítulos que se leen con suma facilidad, con excepción del XX, el más extenso. Cierto ejercicio de estilo puesto en práctica en ese capítulo nos recuerda la visión caleidoscópica del Manhattan Transfer, de John Dos Passos, novela que la generación de Vargas Llosa, celebró en su momento con gran entusiasmo. Acaso gracias a Hemingway y William Faulkner (una de las fuentes literarias más mencionadas por Vargas Llosa a lo largo de su vida), cuya destreza narrativa ha repercutido en el cine, Cinco esquinas nos parece curiosamente visual y cinematográfica. Ello se puede observar al reparar en directores que, por decirlo así, han traducido la técnica narrativa de Faulkner a la pantalla, como el Akira Kurosawa de Rashomon, el Quentin Tarantino de Reservoir Dogs y de Pulp Fiction, o del guionista Guillermo Arriaga con Amores perros.  A su vez, las escenas de ese itinerante ménage a trois entre Chabela, Quique y Marisa del capítulo XX, evocan algunos de los episodios eróticos realizados en cámara lenta del director independiente Michael Ninn. Asimismo, la manera cómo en Cinco esquinas se van escudriñando poco a poco los diversos motivos políticos nos recuerda a la famosa trilogía policial Milenium, del desaparecido autor sueco Stieg Larsson: la Retaquita asume una actitud parecida a la del periodista ficticio Michael Londvist, compañero de aventuras de la brillante Lisbeth Salander.

Es sabido que Mario Vargas Llosa no dejó de criticar continuamente al gobierno de Fujimori. Son conocidos también los reproches que se le hacían a Vargas Llosa por confundir, aparentemente, sus apreciaciones como intelectual crítico con su antipatía personal hacia el que fue su rival y vencedor en la contienda presidencial del Perú.  Al observar en perspectiva la administración de Alberto Fujimori, la nueva novela de Vargas Llosa, además de ser un entretenido y brillante thriller literario, es una elegante manera del novelista de refutar a quienes, en su momento, fueron defensores políticos de Fujimori.

 *Foto de portada: Prensa Libre: Hemeroteca PL

jaime_perales_photo52a5fb7f4146b_500hJaime Perales. Escritor, ensayista y comunicador. Trabajó durante doce años en la Organización de Estados Americanos (OEA), en la sede en Washington, D.C., en las áreas de Democracia y Seguridad humanitaria. Su trabajo de investigación ha abordado diferentes aspectos de la obra de Octavio Paz y de las revistas Plural Vuelta. Entre sus distinciones, ha obtenido la John William Fulbright Scholarship, la beca del Consejo Británico y la del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).


Posted: May 18, 2016 at 9:28 pm

There is 1 comment for this article
  1. César Alain Cajero Sánchez at 3:20 pm

    Cuando pienso en Vargas Llosa pienso que su mejor obra es la novela corta Los cachorros. En ella se combinan las precisas innovaciones estilísticas de sus novelas “serias” (y de qué manera: una combinación de tiempos, voces y modos verbales) con lo atractivo de una novela basada en la anécdota (y qué anécdota: una historia de terror realista; una crónica de horror en clave bildungsroman).

    Así, en el caso de Vargas Llosa me gusta decir que con él, hasta nouvelle, no creer.

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