Autobiografía de la piel de Ana Clavel
Anamari Gomís
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“Mi memoria es oceánica. Todo lo abarca, todo lo envuelve. Me acuerdo inventándome: primero un pligue, un surco, un nudo”. Asi comienza el nuevo libro de Ana Clavel, titulado Autobiografía de la piel (México:2025, Alfaguara). La piel narra en primera persona del plural su vínculo con la sensualidad, sin miedo, sin ninguna cortapisa. Por eso, a pesar del “nosotras”, que incluye a la de la piel, la epidermis lleva la voz cantante.
El libro registra varias situaciones, casi siempre historias que competen al sentido del tacto. Las referencias más tempranas tienen que ver con el padre, que muere cuando “la de la piel” ,una niña de apenas tres años, ha disfrutado del contacto con él, apenas un roce, un anuncio del placer. Una pequeña Electra se despierta ante las sensaciones de la piel en brazos de su progenitor o de un primo mayor, con el que se esconde debajo de una cama: “Recuerdo el goce total de la piel más tierna y el temor a ser descubiertos en una misma espiral que se columpiaba en el vacío, un golpe de sangre que se suspendía como ola antes de romperse en un acantilado” (p.14). La niña le cuenta a su madre, sin recelo “¿cómo podía ser maligno algo que me hacía tan feliz” (p.15). Entonces la niña y su piel son castigadas.
Existe la sexualidad infantil, ingenua y silenciada por el mundo adulto. De aflorar, es censurada. Ana Clavel ha tratado el tema en diversos libros de su autoría: Las violetas son flores del deseo (2007) , Territorio Lolita (2017), que es un extraordinario libro de ensayos sobre la figura de la nínfula, la traducción de la palabra que acopia Vladimir Nabokov para su hijastra de 12 años en su novela Lolita (1955). Sucede un poco como la niña Alicia que retrató varias veces Carroll, la verdadera nínfula que se convirtió en Alicia en el país de las maravillas. En El amor es hambre (2015), la Artemisa de Clavel, la sensual protagonista, invoca al amor , vinculado a la ingestión de comida. Las ninfas a veces sonríen (2013), que comienza así: “En ese entonces me daba por tocarme todo el tiempo. Fluía. Me desbordaba. Jugueteaba con mis aguas”, la ninfa Ada es espiada por su hermanas celosas y la acusan con el Padre omnipotente por sus juegos amorosos con héros y titanes.
Autobiografía de la piel cabalga de nuevo en territorio vedado y el órgano más grande del cuerpo humano se manifiesta.
El texto avanza persiguiendo lo recuerdos de mínimos frotamientos que producen emoción y felicidad. Balthus, el pintor francés se hace presente, revelando apenas la naturaleza de las nínfulas, como en “Thérese soñando”(1938), la adolescente sentada que muestra discretamente su secreto abriendo una pierna que mantiene en un taburete. La otra pierna descansa en el suelo. No se percibe nada, salvo un pequeña mancha de sangre en la ropa interior. La pintura es maravillosa y hace poco un grupo moralistas solicitaron que la obra se retirara del Museo Metropolitano de Nueva York. En la obra de Balthus abundan niñas en extrañas poses. “Como si tener deseo fuera una mancha, cuando más bien es parte de la pureza misma: sin frenos, sin reglas, sin mandamientos” ( Autiobgrafía de la piel p.102).
Como Balthus, Ana Clavel, no ha pisado la calle de la corrección política. Tampoco la escritora francesa-española, nacionalizada estadounidense, de Incesto amoroso (1992), Anaïs Nin, ni lo hizo el inglés D.H. Lawrence con El amante de Lady Chatterly (1928), por citar algunos libros donde pulula el erotismo.
Ana Clavel narra en sunuevo libro historias de asedio, en las que la piel y la protagonista siempre salieron avante, aunque ambas circundaran la geografía del peligro. Entretanto, Clavel nos ofrece ejemplos de la escritura de Anaïs Nin y de otros escritores, ya que la escritura de la autora de Autobiografía de la piel generalmente navega entre la ficción, la exposición de ideas y el mundo libresco.
Verdad o no, se construye el anhelo por el padre de una niña que tenía tres años cuando cuando él muere. Toda la autobiografia rodea el lejano objeto del deseo desde la piel, lo cual me parece un abordaje transgresor y diferente. La narradora se aparta de la piel sólo para rememorar sucesos, traer libros a colación, saltar a lo ensayístico, pero, en su poética de la sensualidad, la epidermis toma esta vez la palabra. Sin duda, este libro ofrece el discurso del erotismo y la inocencia al mismo tiempo, de la mirada intemperante y niña ante el placer. Lector (a) entréguense a su lectura.FOTO:
Foto de Penguin Random House
Anamari Gomís es escritora y profesora de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Estudió la maestría y el doctorado en la Universidad de Nueva York. Es autora de La portada del Sargento Pimienta (1994), Ya sabes mi paradero (2002), Sellado con un beso (2005), Los demonios de la depresión (2008), La vida por un imperio (2016) y El otro jardín del Edén (2019), entre otros títulos. Su Twitter es @AnamariGomis.
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Posted: May 22, 2025 at 7:47 pm