John Gray, el Apocalipsis en cámara lenta
David Medina Portillo
Gray solo pudo advertir el peligro que representaba el experimento del TLC para la estabilidad del régimen priista, subrayando que las reformas favorables al libre mercado serían irreversibles para cualquiera, incluso para el orden democrático.
“La mañana del 20 de diciembre de 1994, uno de los más ambiciosos experimentos de libre mercado del mundo se malogró…” A John Gray le gusta documentar el cataclismo, ponerle fecha y hora, lugar y rostros. En eso se parece a Burnham, “generosamente dotado de lo que Henry James llamaba ‘la imaginación del desastre’”, según paráfrasis de Roger Kimball.
Que Gray es un Jeremías profesional lo han dicho muchos y él lo sabe, aunque no le importa. Desde el siglo pasado lleva anunciando el FIN con mayúsculas, incluso (o sobre todo) desde distintos ángulos: socialista (creo que de la variante stuartmilliana), liberal (bueno, más bien neoliberal), comunalista (de los conservadores aparentemente opuestos a Sendel y Walzer, progresistas de cepa “social”), antihumanista verde (de los eco warriors de la escuela de William Ophuls y James Lovelock) y, previsiblemente, como un campeón reaccionario que no le hace el feo a tecno libertarios como Peter Thiel (always Trump), con quien sostiene tertulias animadas en The New Statesman.
En el mundo de habla hispana Gray es un autor de ventas respetable (si esto es posible tratándose de literatura de ideas), por lo mismo, cuenta con un nicho de lectores cautivo. Entre ellos sobrenada un grupo que llama poderosamente la atención: aquellos que lo creen no un liberal genérico sino uno crítico a lo Berlin o, incluso, un conservador escéptico del temple frugal de Oakeshott, pero liberal al fin. Sin embargo, creo que Gray se sentiría profundamente ofendido si supiera que alguien, hoy, aún lo considera liberal.
Clausurados los experimentos de ingeniería social de derecha (nazi o fascista) e izquierda (comunista), presenciamos ahora el hundimiento del liberalismo tras décadas de gloria que solo parecían confirmar su triunfo definitivo. De semejante paradoja se ocupa The New Leviathans: Thoughts After Liberalism (2023). Aunque, para ser honestos, el derrumbe había sido pregonado ya por Gray desde los años noventa con la publicación de Post-liberalism: Studies in Political Thought (1993), precursor no tan inesperado del Postliberal Order, la corriente de pensamiento que vive días estelares con la díada J.D. Vance-Patrick J. Deneen.
¿Cómo interpretar este anuncio cuando apenas se sentaban las bases de lo que sería la revolución digital y no existían los gigantes tecnológicos artífices de formas inéditas de capitalismo global? No obstante y del mismo modo que Dennen en Why Liberalism Failed? (2018) aunque treinta años atrás, John Gray afirmaba que las causas de la muerte súbita del liberalismo se conjuraron, precisamente, con su triunfo. Fue así que en Post-liberalism apareció por primera vez un “Epitafio para el liberalismo”, lápida que en 2023 encabeza también las páginas de The New Leviathans: Thoughts After Liberalism.
Para refrendar aquella paradoja Gray publicó después False Dawn: The Delusions of Global Capitalism (1998), uno de cuyos temas centrales fue la crisis de finales de 1994 en México. El Error de Diciembre era, en efecto, el paisaje de fondo de la cita con la que inicié estos renglones: “La mañana del 20 de diciembre de 1994, uno de los más ambiciosos experimentos de libre mercado del mundo se malogró. Sólo tres semanas después de su llegada a la presidencia de México, Ernesto Zedillo anunció una devaluación de la moneda nacional. Los inversores estadounidenses que habían colocado sus ahorros en fondos gestionados por empresas como Fidelity, Scudder, Goldman Sachs y Salomón Brothers perdieron más de treinta mil millones de dólares. […] Lo que se colapsó ese día fue algo más que una moneda: fue la totalidad de un modelo de desarrollo económico”.
Leída treinta años después es difícil no advertir la prisa de esta afirmación, la urgencia por apagar las luces y ser el primero en salir. Es cierto que al inicio del sexenio de Ernesto Zedillo el país experimentó una caída de -6.5 del PIB, pero concluyó con un 3.4 de crecimiento anual hasta colocarse como la doceava economía del mundo. México no solo no colapsó sino que la ratificación de los acuerdos internacionales de entonces son el antecedente directo que sostienen la economía mexicana de hoy y que las sucesivas gestiones de AMLO y Sheinbaum se han empeñado en mantener a flote pese a que ambos construyeron su capital ideológico como opositores. Aunque lo más importante fue que junto con esta recuperación económica, el entonces presidente Zedillo no solo reconoció a una inédita mayoría opositora en la Cámara de Diputados sino también el espectacular triunfo del PRD, con el líder moral de la izquierda Cuauhtémoc Cárdenas al frente de la capital del país. Finalmente, el factor decisivo de la alternancia democrática en México sería también aquel Ejecutivo al confirmar, tras siete décadas como partido de Estado, la derrota del PRI en las elecciones de 2000.
Sin embargo, Gray solo pudo advertir el peligro que representaba el experimento del TLC para la estabilidad del régimen priista, subrayando que las reformas favorables al libre mercado serían irreversibles para cualquiera, incluso para el orden democrático. En este sentido, celebra que Salinas haya querido evitar el error de la ex Unión Soviética donde se llevaban a la práctica dos programas cuya fórmula resultaría fatal: la liberalización política (glasnost) y la reestructuración económica (perestroica). Jamás pone en duda las presunciones oficiales y aun cita sin recelo una entrevista en New Perspective Quarterly (invierno de 1991) en la que el presidente se jacta: “Las libertades de lo que ustedes llaman glasnost han existido en México durante décadas […]. Cuando se está introduciendo una reforma económica importante, es necesario asegurarse de que se construye un consenso político que la apoya. Si al mismo tiempo se introduce una reforma política drástica, puede que se acabe sin ningún tipo de reforma. Y nosotros queremos reformas, no un país desintegrado”. Pero nadie escapa a la trama del cataclismo y México no fue la excepción. Así lo confirmaba el Error de Diciembre, ya sin Salinas pero con un país en quiebra y una guerrilla enarbolada como paradigma internacional de la lucha del antiglobalismo: “igual que en otros países en los que se intentó construir libres mercados, el régimen que patrocinó el experimento se convirtió en una de sus víctimas…”
Entre los comentarios sobre False Dawn hay uno demoledor escrito por Robert Skidelsky: “What’s wrong with global capitalism?” y publicado por el TLS en marzo de 1998. Gray comete un error fundamental, explica Skidelsky, al atribuir al libre mercado las dificultades inherentes a la reestructuración de economías previamente controladas y en crisis, lo que distorsiona su análisis de casos como Rusia y México donde, precisamente, omite el estado de grave deterioro previo. Comete asimismo el equívoco de atribuir el levantamiento zapatista en Chiapas al “neoliberalismo” sin considerar décadas, aun siglos, de funesto vaivén entre la tutela clientelar y el abandono.
En la época en que comenta False Dawn, Skidelsky llamaba la atención sobre un fenómeno que después se ha vuelto una tendencia política e intelectual determinante en la coyuntura actual. Me refiero a eso que Danny Postel ha descrito como the posideological pilgrims: figuras intelectuales o políticas que, deshabilitada ya la oposición socialismo real versus democracia liberal, han experimentado una o sucesivas mutaciones —a menudo radicales— en sus identidades ideológicas. La metáfora descriptiva del peregrino intenta subrayar la idea del éxodo individual tortuoso y lleno de incertidumbre en el que las convicciones o creencias no son estáticas ni hereditarias sino que se moldean y actualizan mediante la reflexión y el compromiso dúctil con el mundo. Este concepto se vuelve particularmente relevante en periodos de transición y cambio social o político donde las pasadas certezas se desmoronan dando origen a nuevas interrogantes y desafíos. Desde luego, este es el contexto en el que el parlamentario Robert Skidelsky (imagino que en los pasillos de Westminster) sitúa una de sus anécdotas más bien jocosa: “Un día la Dama de Hierro me preguntó: —¿Qué pasó con John Gray? Solía ser uno de los nuestros.”
David Medina Portillo. Ensayista, editor y traductor. Editor-In-Chief de Literal Magazine. X-Twitter: @davidmportillo
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Posted: May 6, 2025 at 8:58 pm