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BAILARINAS, FONAMBULISTAS Y VAGONES DE MINA
COLUMN/COLUMNA

BAILARINAS, FONAMBULISTAS Y VAGONES DE MINA

Lolita Bosch

Cuando sentimos o decidimos que queremos hacer una novela, debemos hacernos tres preguntas esenciales: 1) ¿Quiero escribir una novela o explicar una historia?, 2) ¿El deseo está dentro o fuera de mí? Y 3) ¿Qué parte de mi deseo y mi pulsión es consciente y qué parte es inconsciente? Son tres preguntas fundamentales que modifican, de inicio, muchas de las incógnitas que pueden surgir a medida que avanzamos. No es necesario avanzar sin saber, cuando menos no en esta parte del proceso. En esta parte inicial podemos preguntarnos y darnos cuenta de que sabemos: dos movimientos maravillosos.

Bailarinas.

Si mi deseo es explicar una historia, es probable que quiera hacer periodismo, ensayo narrativo o crónica; pero no ficción. Si lo que quiero, en cambio, es construir una novela necesito crear sentido: ficción. Porque a fin de cuentas a eso se reduce la ficción: a la capacidad de construir sentido desde un lugar radicalmente subjetivo. Entender que lo único que cuenta a la hora de construir una novela soy yo.

Y es probable que si este deseo está fuera de mí sea simplemente una historia, que es importante para el mundo, para nosotros y nosotras, para nuestras sociedades. No íntimamente para mí. En el deseo exterior hay una necesidad preciosa de compartir algún hecho que nos compete a todas y a todos. En el deseo interior e íntimo, en cambio, hay una necesidad absoluta de hablar conmigo. Esto sucede cuando el deseo está dentro, se sostiene y es capaz de sostenerme.

Fonambulistas.

Porque en la novela prevalece un deseo inconsciente de saber quien soy, aunque muchas de las razones por las que queremos construir una novela sean inconscientes. Aunque el motivo del proceso en el que nos embarcamos sea también inconsciente. Porque para utilizarlo debemos traer el inconsciente al frente: y esto es precisamente lo que hace nuestra intuición. Por lo tanto, debemos aprender a confiar en ella, a utilizarla, a observar como funciona y tratar de usarla como una herramienta.

Vagones de mina.

Y no, como decía un amigo escritor: no es mejor hacer una novela que no hacerla. Como tampoco es mejor escribir una novela que una historia. Pero una novela conlleva un proceso íntimo que pasa, inevitablemente, por estas tres preguntas. Por nosotras, nosotros.

Por eso a veces hay quien cree que es mejor escribir de manera automática, que en  nuestra voluntad de hacerlo está escondida la escritura, que los personajes cobrarán vida y decidirán solos. No es así. Lo que ocurre es que para escribir hay que estar dispuestos a dejarnos llevar por el inconsciente. Es decir: por quienes profundamente, íntimamente somos. A pesar de que lo más consciente, lo que tenga más claro, lo que vea con más nitidez, sea una historia que quiero contar, un personaje fascinante del que quiero hablar. Si quieres hacer una novela, sigue escarbando. Como dice en la lápida del poeta Vicente Huidobro: “Abran la tumba, debajo está el mar”. ¿O no es la suya?

Lolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero vivió mucho tiempo en Albons (Baix Empordà). También ha vivido en Estados Unidos, India y, durante diez años, en la Ciudad de México. Ha publicado, entre otras novelas, Tres historias europeasLa persona que fuimosLa familia de mi padre o Esto que ves es un rostro, así como su antología personal de literatura mexicana Hecho en México y el ensayo narrativo Ahora, escribo. Su Twitter: @LolitaBosch

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Posted: October 16, 2018 at 10:00 pm