Essay
Miguel León-Portilla, 53 peldaños para un obituario
COLUMN/COLUMNA

Miguel León-Portilla, 53 peldaños para un obituario

Adolfo Castañón

I. A Miguel León-Portilla lo conocí hace años, y hace más años a sus libros… Empecé a tratarlo con regularidad a fines de los años 80 y principios de los 90. Era dinámico e impaciente, riguroso, quería que las cosas se hicieran bien y no le gustaban los libros mal hechos, menos revisar pruebas defectuosas de las obras que iba proponiendo al FCE, la editorial estatal en la que yo prestaba mis servicios como mensajero, corrector, traductor, editor y luego gerente.

Era un hombre más bien de corta estatura, sano, sonriente, intelectualmente rápido y con no poco sentido del humor. Era reputado por sus estudios de cultura náhuatl, pero dominaba con igual soltura la historia de México, en particular la de la Conquista y la Colonia y la de los pueblos y letras indígenas de los periodos mencionados. También se sabía su historia europea medieval, renacentista y contemporánea. Por un lado, lo veía yo repasar el Huehuetlatolli, el Toltecáyotl, los libros de Bernardino de Sahagún. Por otro, fui descubriendo que este señor de las letras, que había publicado en 1959 la Visión de los vencidos, con la que por así decir había dado muerte definitiva a los análisis del ser del mexicano que habían estado de moda a principios de la década, había hecho una tesis sobre el filósofo francés Henri Bergson, que en sus años jóvenes se interesó por el tema del origen del universo o el submarino atómico y que redactaba fluidamente en inglés y tenía un sentido histriónico de la enseñanza, como todos los buenos maestros. Se contaban algunas anécdotas en relación con él y con su maestro, el padre Ángel María Garibay, que fue el encargado de responder su discurso en la Academia Mexicana de la Lengua y de encabezar la propuesta de su elección. Todavía resuenan las palabras del padre Garibay al recibirlo:

Cuando enviado por la Universidad se me presentó a preguntar si me hallaba en disposición de dirigir su tesis sobre la filosofía nahua, con que tenía la pretensión de hacer el doctorado, yo le hice esta pregunta: “¿Conoce usted la lengua mexicana de los antiguos?” “No”, fue la respuesta.

—Amigo mío, le dije. Bien me sé que hay quien habla de la filosofía platónica, sin saber dos palabras de griego, y de la filosofía kantiana, sin conocer el alemán. Pero la seriedad científica de un doctorado pide algo muy distinto. Tiene usted que saber náhuatl. De otra manera, o niega lo que no conoce, como hacen tantos, o hará una preciosa novela de fantasías, como hacen muchos más, a base de datos incoherentes y vagos.

Convino en que era necesario conocer, y con suficiente profundidad, la lengua y los documentos sin número que la diligencia de los primeros civilizadores nos acumuló. Lo hizo en menos de seis meses. Y sin que pueda decirse que ha dominado la lengua náhuatl –porque en este mundo nadie domina ningún conocimiento, o es un farsante si lo dice–, la conoce profundamente para ver y atisbar en su hondura y sacar los conceptos que norman la concepción del mundo y los problemas del hombre en un conato de explicación. No es otra cosa la filosofía.1

La cita del padre Garibay es elocuente.

II. ¿Por qué es tan importante Miguel León-Portilla? Su caudalosa e imponente bibliografía y hemerografía, la cantidad de premios y reconocimientos de que se hizo acreedor a lo largo de su vida, no explican ni agotan su importancia. Resulta que este descendiente de Manuel Gutiérrez Nájera y pariente de Manuel Gamio logró conectar los dos hemisferios de la cultura mexicana, es decir, dar voz, letras y animación filológica con los documentos nahuas, escritos en esta lengua antes y después de la conquista y, del otro lado, organizar y mantener vivo y a flote un seminario de cultura náhuatl donde se han preparado y formado a lo largo de las generaciones los nuevos nahuatlatos, nacionales y extranjeros. Es decir, ha sido capaz de poner en circulación no sólo a la poesía precortesiana sino de alentar la creación en lenguas indígenas vivas. Esto fue particularmente visible en las honras fúnebres que tuvieron lugar en Bellas Artes hace unos días, donde tomaron la palabra los poetas Natalia Toledo, Briceida Cuevas, Natalio Hernández, entre otros, y donde al final bailaron y danzaron alrededor del féretro, que se encontraba envuelto en las banderas de México y de la UNAM, los hombres enmascarados, los concheros y emplumados que mantuvieron en vilo la atención del público y que acompañaron al ritual con el ulular del caracol, los tambores y las flautas, y luego, más tarde, fuera ya del Palacio, a la caja con danzas, copal, incienso y cantos.

Los periódicos mostraban en sus portadas cómo doña Ascensión y doña Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, hicieron la primera guardia en honor para el desaparecido. Más tarde, la viuda y su hija acompañaron al féretro al vehículo que lo llevaría al Panteón en medio de la algarabía y los colores de los danzantes que ejecutaban sus pasos con adusta solemnidad. Por mucho colorido que tengan las fotografías, no pueden transmitir la emoción que se vivió en ese momento en el que se iniciaba la nueva era que nos toca vivir a partir del 2 de octubre, la que le tocará a México e Hispanoamérica vivir sin Miguel León-Portilla, una nueva edad huérfana en la que deberemos de madurar mucho para aprender a vivir sin él.

III. Pero ¿quién era o quién fue Miguel León-Portilla? Nacido en 1926, no le tocó vivir la Revolución, pero sí convivir de cerca con quienes la habían vivido y sufrido, las semanas de miedo y hambre de la decena trágica. De niño vivió en Santa María la Ribera, el barrio elegante de la época del porfirismo, donde había tenido su casa en México el general Bernardo Reyes y donde también vivió Mariano Azuela. De hecho, algunos vecinos conscientes de ello se manifestaron para que se diera el nombre de Miguel León-Portilla a la Alameda de Santa María la Ribera, cosa que podría suceder, según anunció el Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Andrés Suárez del Real.2 Por esa alameda se paseaba el niño que fue Miguel y que en cierto modo nunca dejó de ser —de ahí la frase que volvía a sus labios presumiendo de su “juventud acumulada” cuando le decían que se veía muy bien para su edad.

IV. El niño que fue Miguel y que siguió trayendo bajo la piel pertenecía a una de las mejores familias de México. Estaba emparentado por el lado materno con Manuel Gutiérrez Nájera y fue sobrino de Manuel Gamio, quien despertó en él desde niño la vocación por la historia y seguirá velando y vigilando su paso sobre la tierra en la juventud de Miguel y aun, tal vez, después de muerto. Al igual que Alejandro de Humboldt en Alemania, Miguel León-Portilla tuvo una esmerada educación, y cabría hacer algún ensayo estableciendo el paralelo entre ambas figuras… Obtuvo su maestría en una universidad jesuita Loyola University, con una tesis sobre Henri Bergson —por cierto, el único filósofo que ha obtenido el Premio Nobel. Durante esa estancia aprendió griego y latín y así leyó en su lengua a Eurípides, a Esquilo, a Virgilio y a Tucidídes, entre otros, también desde luego los textos bíblicos. Tenía en mente, por ejemplo, las palabras del profeto Ezequiel al reflexionar en torno al tema del “historiador ante la historia”:

Yahvéh me sacó y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos. Me hizo pasar entre ellos por todas direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el suelo de la vega y estaban completamente secos. Me dijo: Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos? Yo dije: Señor Yahvéh, tú los sabes.

Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra de Yahvéh: Así dice el Señor Yahvéh a estos huesos. He aquí que yo voy hacer entrar el espíritu en vosotros y viviréis. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y viviréis y sabréis que yo soy Yahvéh.

Yo profeticé como se me había mandado y, mientras yo profetizaba, se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento y los huesos se juntaron unos con otros. Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima pero no había espíritu en ellos.

Él me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor Yahvéh. Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan.

Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies; era un enorme, inmenso ejército. (Ezequiel, capítulo 37).

Según le contó Miguel León-Portilla a Jean Meyer en el libro Egohistorias. El amor a Clío.3

Al inquieto joven que fue Miguel no se le podía encerrar fácilmente en una torre de marfil, y resulta que le interesaba la ciencia. Consigno aquí que tuve el gusto de regalarle unas colaboraciones que había escrito para el periódico El Nacional sobre el submarino atómico y el origen del sistema solar.4

V. Don Miguel estuvo enfermo muchos meses, los primeros consciente, pero poco a poco la llama de la vida se fue apagando… Esos largos y angustiosos meses que lo llevaron a él a conjugar los verbos del artículo mortis en todos los modos, desde el indicativo al subjuntivo, hasta llegar a los finales del imperativo e infinitivo, pasando por los incalculables optativos (recuérdese que León-Portilla sabía griego), a muchos nos hicieron preguntarnos qué indescriptibles batallas estaría librando el guerrero tlamatini en su camino al Mictlán, qué espinosos senderos tenía que recorrer el peregrino antes de llegar a su último puerto, y si esa larga y dolorosa agonía no tenía algo de expiatoria, y si no tendría un sentido no sólo para él sino para el “nosotros” que de cierto modo inventó con esos libros que lo llevaron a ser un guía de los vencidos, un acompañante de los condenados que son los idiomas originarios. Esa larga agonía, esa lucha fue tal vez su última lección antes de que se cortara el hilo de su vida y en cierto modo de la nuestra.

VI. En octubre de 2018, don Miguel me dedicó su último libro Erótica náhuatl con grabados de Miguel Rendón, Artes de México, El Colegio Nacional, que incluye una presentación y cuatro textos nahuas: “La historia de Tohuenyo” (texto que tradujo León Portilla en los años 50), “el canto de las mujeres de Chalco”, “Las querellas del amor: Canto de tórtolas”, “Nezahualcóyotl y las dos ancianas libidinosas” y “Afrodita y Tlazotéotl”,  donde contrasta el pasaje del “nacimiento de Afrodita”, según Hesiodo con el poema Don de Tlazoltéotl de los Cantares mexicanos. Esta prenda última de su trabajo Premio García Cubas a la excelencia editorial pinta bien la idea fija que orientaba sus investigaciones que buscaban hacer un acercamiento sistemático de la herencia helénica y de la náhuatl.

Este título se suma a los 13 volúmenes de sus Obras completas que ascenderán a más con la publicación anunciada de La historia y los historiadores del México Antiguo, La música en la literatura náhuatl y Teatro náhuatl, prehispánico colonial y moderno,  además de un estudio introductorio al Popol Vuh, y de otro sobre los Anales de Cuautitlán, en colaboración con Sara Cline y Juan Carlos Torres, para no hablar de su anunciado libro de Memorias y de una antología de literatura en 50 lenguas originarias en tres tomos, según anunció su asistente.5 A eso debe añadirse el sitio web que el Instituto Cervantes abrirá sobre el historiador y que incluirá libros, videos, fotografía y discursos, según anunció su discípulo Patrick Johansson.6 Tengo conciencia de que León-Portilla estaba escribiendo un texto nuevo sobre la Conquista que me dio a leer hace un par de años y que seguramente formará parte de los inéditos.

VII. La desaparición de León-Portilla devolvió por unos días a la poesía, esa Cenicienta de las humanidades, a las páginas de los periódicos. Del mismo modo que las voces de los poetas acompañaron su sepelio, de ese modo las noticias de su funeral se dieron Entre flor y canto.

El cielo estrellado en una noche clara, tranquila
y serena es
Flor y canto
Un amanecer luminoso
en el bosque es
Flor y canto
Descansar sobre la yerba al lado de un arroyo
de agua cristalina es también
Flor y canto
Contemplar la sonrisa de un niño es
Flor y canto
Estar con la mujer amada es
Flor y canto

Dicen las Memorias de Miguel León-Portilla transcritas por su hija, la historiadora Marisa León-Portilla Hernández, según informó el diario Reforma: “In cuicatl in xochitl”.7

VIII. La muerte de un autor es el inicio de su renacimiento en la conciencia colectiva. Ese renacimiento fue comprehendido por Rodrigo Martínez Baracs unos días después de su tránsito en la semblanza que hizo de su legado en “Los inicios de una noción fundamental”,8 donde explaya con claridad por qué y cómo una antología como La visión de los vencidos fue y es una de las obras clásicas de la literatura mexicana. A partir del libro XII del Códice florentino, dice Rodríguez Baracs, que a los ojos de León-Portilla “los indios quedaron plenamente incorporados a la historia de México, pese a la destrucción que trajo la Conquista y después de ella la Independencia”. El texto de Rodrigo pone el énfasis en el contexto en que se da la investigación de León-Portilla y la conecta con la discusión de la historia Mexicana planteada por Edmundo O’Gorman acerca de La invención de América. En su luminoso y bien informado ensayo, Martínez Baracs explica por qué y cómo en la obra de León Portilla nace la nueva palabra “Yancuic Tlahtolli” que es “como aire fresco en nuestra atribulada autoconciencia”.

IX. Rodrigo Martínez Baracs conoció a Miguel León Portilla y a “Chonita”, doña Ascensión Hernández Triviño, desde niño, pues José Luis Martínez era muy amigo de su padre, quien se interesaba en Hernán Cortés y Nezahualcóyotl y otros temas afines y que invitó a don Miguel a Lima cuando era diplomático y le organizó allá un encuentro al “joven sabio” con los intelectuales peruanos. De esa relación da testimonio RMB en la entrevista que le hace Judith Amador Tello “Con Martínez Baracs, amistad más allá de la historia” para la revista Proceso.9 Ahí habla Rodrigo del epistolario que sostuvieron ambos y que se encuentra editado en el número monográfico dedicado a José Luis Martínez por la revista Biblioteca de México.10 El eje de esas cartas es el ir y venir de las consultas de don José Luis a Miguel en torno a Nezahualcóyotl. Rodrigo cuenta cómo se fue acercando a Miguel León-Portilla y fue estableciendo con él una relación más que amistosa. “Dime lo que quieras —le dijo una vez, antes de una presentación— no creas que por estar conmigo debes elogiarme.” En esa misma entrega de Proceso, aparece una extensa entrevista de Columba Vertiz de la Fuente con Miguel León-Portilla que es, en cierto modo, como un adelanto de sus memorias.11 León-Portilla habla en esa entrevista de sus estudios en Loyola University y, sobre todo, de Manuel Gamio, “esposo de una hermana de mi padre”, y de Margarita, a quien frecuentaban mucho de niño y lo llevaba a Teotihuacan, Cuicuilco y Copilco. “Ahí me empezó a atraer el mundo prehispánico”, dice. Queda clara la influencia intelectual y la huella moral de Gamio en la formación de León Portilla (“En 1983 MLP recibió la presea Manuel Gamio”) y, de paso, también queda flotando en el aire la sugerencia de que se recojan el día de mañana las entrevistas que dio León-Portilla a lo largo de su vida para ser eventualmente incluidas en un tomo de sus Obras completas. En ese número de Proceso colabora también su discípulo a lo largo de más de cuarenta años, Patrick Johansson, con el texto “Cuando muere un sabio”.12 Tras hacer un paralelo entre Fray Bernardino de Sahagún y Miguel león Portilla, dice: “La obra indigenista de Miguel León-Portilla representó una verdadera cruzada intelectual y mediática para que los indígenas recuperaran un pasado prehispánico dignificado y pudieran tomar las riendas de su propio destino. Asimismo, los proyectos de investigación sobre distintos aspectos de las culturas indígenas, la traducción de documentos antiguos, la organización de eventos, la creación de organismos y de espacios de expresión para la voz nativa de México sirvieron a la causa indígena. El indigenismo de Miguel León Portilla fue un indigenismo militante, activo. Pugnó para que la dignidad dejara de ser un concepto vago, abstracto e ideológicamente manipulable y se concretara en derechos constitucionales; para que la piedad y la conmiseración condescendientes que despierta en el mejor de los casos la condición de los indígenas, se convirtiera en un reconocimiento que enaltece.” En esa entrega de Proceso hay también colaboraciones de Fabrizio Mejía Madrid, Jorge Sánchez Cordero y Samuel Maynez Champion.

X. El repaso del kiosko hemerográfico, cuya lista se proporciona al final, debe mencionar la entrega del domingo 6 de octubre del Confabulario del periódico El Universal que presentó “Miguel León-Portilla. Humanista de dos mundos” con las colaboraciones de Eduardo Matos Moctezuma, “Un reconocimiento al maestro”, Alfredo Ávila, “El trabajo del humanista”, la entrevista de Adriana Malvido a Miguel León Portilla que tiene el mérito de traer su voz viva: “[…] he tenido una vida un poco fuera de lo común […] Ya ve que soy Living Legend, según me nombró la Biblioteca Gringa del Congreso”. “Le dijeron —al llamarlo desde Washington en 2003— ‘Lo hemos nombrado Living Leyend’, y él pensó que era una burla. Le dijeron que era ‘el primero no gringo’ en obtener el nombramiento.”13 Por esas fechas León-Portilla me anunció que el video con el que presentarían el acto en Washington sería el que el equipo de TVUNAM (con Pedro Talavera) y yo hicimos sobre él para la serie de Maestros detrás de las ideas. También en Confabulario aparece la colaboración de Mónica Raya “Historia sobre las tablas”, acerca de la puesta en escena de la única obra de teatro del historiador, La huida de Quetzalcótal. El texto de Eduardo Matos recoge las palabras dichas con motivo del homenaje nacional celebrado el 3 de julio pasado y en la que se refiere a la introducción preparada por don Miguel para la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y en la que sale al paso del “calenturiento escritor [que] ha tratado de negar su paternidad” a Bernal para dársela a Cortés. Alfredo Ávila, por su parte, trata el trabajo de traducción de la Cosmographiae Introductio de Martin Waldeseemüller del legendario libro publicado en 1507 donde aparece por primera vez estampado el nombre de América y que se publicó en México, gracias a don Miguel en 2007 en una caja con tres volúmenes, muy difíciles de conseguir ahora. El episodio le sirve a Alfredo Ávila para hacer ver que “el escritor a quien admiraba por su conocimiento sobre los pueblos indígenas americanos, en especial los de habla náhuatl, era también un gran conocedor de la historia europea, de las navegaciones por las costas africanas y de los pueblos asiáticos”.14

XI. “Tiempos de incertidumbre y esperanza” es el mensaje que Miguel León Portilla escribió para ser depositado en la “Caja del tiempo” y que se encuentra en la torre oriente de la Catedral de México. Fue depositado ahí el 18 de julio de 2008, junto con otros mensajes de Carlos Fuentes y de Julieta Fierro… Se trata de una suerte de testamento y de visión panorámica, un verdadero pliego de mortaja en el cual el historiador hace un balance de nuestros días. Fue publicado por el periódico Reforma el 6 de julio de 2019: en él, el historiador articula un discurso de la esperanza fundado en el desarrollo de la educación básica, media y superior y en el respeto a la memoria y el orgullo por los antepasados de los cuales son herederos los pueblos originarios de hoy…

XII. “Orfandad” se titula el texto de Ángeles González Gamio,15 sobrina de don Miguel León-Portilla, quien traza en sus breves y entrañables letras los lazos, semejanzas y afinidades que unieron a éste con Manuel Gamio, con quien compartía muchas cosas: “[…] además del parentesco: talento, sentido del humor, el gusto por la buena mesa y el whiskito, pero sin duda, sobre todas las cosas, estaban valores y principios, y el profundo amor por México, no sólo por su pasado sino las lacerantes desigualdades del presente, particularmente entre los grupos indígenas. En muchas ocasiones, ha dicho León Portilla que cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece, porque se pierde una manera de ver el mundo. Lo mismo podemos decir de su ausencia. A esta, tu ciudad de México que tanto amabas, queridísimo Miguel, la has dejado en la orfandad, Descansa en paz.”

XIV. Tejedor de afinidades y de concordia, Miguel León Portilla no sólo era un erudito y un sabio sino un afinador de la música terrestre y de la de las esferas de la paideia y de la crítica, en ese sentido su muerte lo transforma en una suerte de ángel de la guarda a quien desde ahora los mexicanos nos encomendamos…

XV. Algunos de los titulares y artículos en la prensa fueron:

  1. “Adiós al gran nahuatlato”, Reyna Paz, Artemio Cruz y Adrián Figueroa, Crónica, 2 de octubre de 2019, p. 11.
  2. “Adiós al último sabio”, Virginia Bautista, Excélsior, 2 de octubre de 2019, p. 29.
  3. “He tenido el privilegio de ser portavoz de lo que pensaron los antiguos mexicanos”, Reyna Paz Avedaño, Crónica, 2 de octubre de 2019, p. 12.
  4. “México pierde a su férreo defensor de las culturas originarias”, Adriana Góchez, La Razón, 2 de octubre de 2019, p. 26-27.
  5. “El invencible historiador dice adiós”, Antonio Díaz, El Universal, 2 de octubre de 2019, p. A34.
  6. “Adiós al audaz defensor”, Yanireth Israde, Erika P. Buccio, Israel Sánchez y Francisco Morales V., Reforma, 2 de octubre de 2019, p. 17.
  7. Mi estrella es México y me verá morir”, Yanireth Israde, Reforma, 2 de octubre de 2019, p. 18.
  8. “Su voz magnificó la raía”, Yanireth Israde, Reforma, 2 de octubre de 2019, p. 16.
  9. “Miguel León-Portilla. Se apagó la voz del gran tlacuilo mexicano”, Leticia Sánchez Medel, Milenio, 2 de octubre de 2019, pp. 30-31.
  10. “Murió Miguel León-Portilla, nuestro último gran tlamatini”, Ángel Vargas, La Jornada, 2 de octubre de 2019, p. 3a.
  11. “‘Piensa no sólo en los indios muertos, también en los vivos’, me decía Gamio”, Javier Aranda Luna, La Jornada, 2 de octubre de 2019, p. 4a.
  12. “Reconocen la trascendental obra de León-Portilla para México y el mundo”, Israel Campos Mondragón y Daniel López Aguilar, La Jornada, 2 de octubre de 2019, p. 5a.
  13. “Siempre mantuvo ‘viva la llama de la cultura mesoamericana’”, Mónica Mateos, Reyes Martínez, Merry MacMasters y Ángel Vargas, La Jornada, 2 de octubre de 2019, p. 6a.
  14. “Vasta producción editorial del amestro León-Portilla; publicó en varias instituciones”, Reyes Martínez Torrijos, La Jornada, 2 de octubre de 2019, p. 7a.
  15. “Despiden en un íntimo velorio a León-Portilla”, Antonio Díaz, El Universal, 3 de octubre de 2019, p. A33.
  16. “Un acervo abierto a consulta pública”, Virginia Bautista, Excélsior, 3 de octubre de 2019, p. 28.
  17. “Tlalocan”, Jorge F. Hernández, Milenio, 3 de octubre de 2019, p. 31.
  18. “León-Portilla. ‘Máximo de la cultura mexicana’”, Jesús Alejo Santiago, Milenio, 3 de octubre de 2019, p. 30.
  19. Erótica náhuatl, última obra que publicó León-Portilla”, Alondra flores Soto, Ángel Vargas y Fabiola Palapa Quijas, La Jornada, 3 de octubre de 2019, p. 3a.
  20. “Miguel, el sabio”, Francisco Morales V., Reforma, 3 de octubre de 2019, p. 16.
  21. “El gran historiador del mundo prehispánico muere a los 93 años”, David Marcial Pérez, El País, 3 de octubre de 2019, p. 25.
  22. “Miguel León-Portilla dejó tres libros inéditos; uno es sobre sus memorias”, Reyna Paz Avedaño, Crónica, 3 de octubre de 2019, p. 12.
  23. “Miguel León-Portilla”, Fernando Curiel, El Financiero, 3 de octubre de 2019, p. 31.
  24. “Guían al tlamatini, Miguel León-Portilla, hacia el Mictlán”, Raúl Campos, La Razón, 4 de octubre de 2019, p. 22-23.
  25. “León-Portilla. Despiden en Bellas Artes al Tlamatini”, Jesús Alejo Santiago, Milenio, 4 de octubre de 2019, p. 36.
  26. “El Instituto Cervantes abrirá página web dedicada a Miguel León-Portilla”, Reyna Paz Avedaño, Eleane Herrera y Ana Tagle, Crónica, 4 de octubre de 2019, p. 13.
  27. “México perdió a uno de sus mejores hombres: Enrique Graue”, Reyna Paz Avedaño, Eleane Herrera y Ana Tagle, Crónica, 4 de octubre de 2019, p. 12.
  28. “¡Gracias maestro!”, Erika P. Bucio, Reforma, 4 de octubre de 2019, p.20.
  29. “Piden perpetuar su nombre en Santa María la Ribera”, Ricardo Quiroga, El Economista, 4 de octubre de 2019, pp. 40-41.
  30. “Miguel León-Portilla”, José Cueli, La Jornada, 4 de octubre de 2019, p. 4a.
  31. “Indomable espíritu de indagación”, Virginia Bautista, Expresiones de Excélsior, 4 de octubre de 2019, p. 26.
  32. “León-Portilla fue homenajeado con poesía en el Palacio de Bellas Artes”, Mónica Mateos-Vega, La Jornada, 4 de octubre de 2019, p. 2a.
  33. “Despiden y celebran en Bellas Artes a León-Portilla”, Alida Piñón, El Universal, 4 de octubre de 2019, p. A37.
  34. “Destacan grave pérdida para la UNAM”, Javier Solórzano Zisner, La Razón, 4 de octubre de 2019, p. 02.
  35. “Miguel León-Portilla: explorador de la conciencia histórica”, José Narro Robles, La Jornada, 4 de octubre de 2019, p. 12.
  36. “In Cuicatl In Xochitl”, Francisco Morales V., Reforma, 5 de octubre de 2019, p. 16.
  37. “Miguel León-Portilla sí concluyó sus memorias”, Antonio Díaz, El Universal, 5 de octubre de 2019, p. A27.
  38. “León-Portilla dejó listas sus memorias para publicarse, informa su hija Marisa”, Carlos Paul y Ángel Vargas, La Jornada, 5 de octubre de 2019, p. 5a.
  39. “Los inicios de una noción fundamental”, Rodrigo Martínez Baracs, Milenio, 5 de octubre de 2019, p. 6-7.
  40. “Miguel León-Portilla, un filósofo del tiempo”, Xabier F. Coronado, La Jornada Semanal, 6 de octubre de 2019, pp. 6-7.
  41. “Cenando con los aztecas”, Fabrizio Mejía Madrid, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 42-43.
  42. “El compromiso de León-Portilla”, Columba Vértiz de la Fuente, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 58-62.
  43. “Con Martínez Baracs, amistad más allá de la historia”, Judith Amador Tello, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 60-61.
  44. “Cuando muere un sabio (Ihcuac centetl tlamatini ye miqui…)”, Patrick Johansson K., Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 63-65.
  45. “Miguel León-Portilla y el veredicto del tiempo”, Jorge Sánchez Cordero, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 64-65.
  46. “Elegía con flores y cantos”, Samuel Máynez Champion, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 66-67.
  47. “Miguel León-Portilla. Una vida, una obra”, Eduardo Matos Moctezuma, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, pp. 2-3.
  48. “El legado de un humanista”, Alfredo Ávila, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, pp. 4-5.
  49. “Lluvia de flores y poesía náhuatl”, Adriana Malvido, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, pp. 6-8.
  50. “¿Es posible escaparse del tiempo?”, Mónica Raya, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, pp. 9-10.
  51. “La Huida de Quetzalcóatl”, Miguel Sabido, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, p. 10.
  52. “Tiempos de incertidumbre y esperanza”, Miguel León-Portilla, Reforma, 6 de octubre de 2019, p. 12-13.
  53. “Orfandad”, Ángeles González Gamio, La Jornada, 6 de octubre de 2019, p. 28.

 

NOTAS

1 Ceremonia de ingreso de don Miguel León-Portilla el viernes 13 de octubre de 1961, “Los maestros prehispánicos de la palabra”, Ángel María Garibay K., Memoria XVIII de la Academia Mexicana de la Lengua.

2 “Piden perpetuar su nombre en Santa María la Ribera”, Ricardo Quiroga, El Economista, 4 de octubre de 2019, pp. 40-41.

3 Coord. Jean Meyer, México, Centre d’Études Mexicaines et Centraméricaines, 1993, p. 103.

4 “El Submarino Atómico”, Suplemento dominical de El Nacional. Revista Mexicana de Cultura. México, 7 de marzo de 1954, No. 362, segunda época. Director-Gerente: Lic. Guillermo Ibarra, p. 4 y 12; y “El Origen del Sistema Solar”, Suplemento dominical de El Nacional, revista mexicana de cultura. México, 11 de abril de 1954. Núm. 367, segunda época. Director-Gerente: Lic. Guillermo Ibarra, p. 2.

5 “Miguel León-Portilla dejó tres libros inéditos; uno es sobre sus memorias”, Reyna Paz Avedaño, Crónica, 3 de octubre de 2019, p. 12.

6 “El Instituto Cervantes abrirá página web dedicada a Miguel León-Portilla”, Reyna Paz Avedaño, Eleane Herrera y Ana Tagle, Crónica, 4 de octubre de 2019, p. 13.

7 “In Cuicatl In Xochitl”, Francisco Morales V., Reforma, 5 de octubre de 2019, p. 16.

8 “Los inicios de una noción fundamental”, Rodrigo Martínez Baracs, Milenio, 5 de octubre de 2019, p. 6-7.

9 “Con Martínez Baracs, amistad más allá de la historia”, Judith Amador Tello, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 60-61.

10 Número 163-164, 2018.

11 “El compromiso de León-Portilla”, Columba Vértiz de la Fuente, Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 58-62.

12 “Cuando muere un sabio (Ihcuac centetl tlamatini ye miqui…)”, Patrick Johansson K., Proceso, 6 de octubre de 2019, pp. 63-65.

13 “Lluvia de flores y poesía náhuatl”, Adriana Malvido, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, pp. 6-8.

14 “El legado de un humanista”, Alfredo Ávila, Confabulario de El Universal, 6 de octubre de 2019, pp. 4-5.

15 “Orfandad”, Ángeles González Gamio, La Jornada, 6 de octubre de 2019, p. 28.

 

Adolfo Castañón. Poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México. Premio Alfonso Reyes 2018. Twitter:@avecesprosa

 

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Posted: October 8, 2019 at 9:24 pm

There is 1 comment for this article
  1. Maya at 1:48 pm

    Don Adolfo, siempre es un gran placer leerlo, maestro. Gracias por este artículo tan querendón sobre nuestro admirado Miguel León-Portilla.

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