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Atentado en Niza

Atentado en Niza

Varios autores

Dos escritores europeos dan su opinión a Literal sobre los atentados más recientes en aquel continente.

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Las semillas del odio

merinoAna Merino

El atentado de Niza nos ha dejado sin palabras y llenos de dolor. Ni en nuestras peores pesadillas podríamos imaginar un camión precipitándose sobre un grupo de personas que acababan de disfrutar de un atardecer maravilloso. Era gente feliz que contemplaba los fuegos artificiales celebratorios del 14 de julio y caminaba por el paseo marítimo de una ciudad llena de encanto. En el ambiente se respiraban los ecos de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Se escuchaban los ecos de la historia de Occidente y sus esfuerzos por crear una sociedad más justa. Sin embargo, el fantasma del odio sinsentido se transformó en monstruo y se adueñó de la calle y dejó un rastro de cadáveres y de sufrimiento infinito. La dinámica del terrorismo nos recuerda a esos cuentos siniestros donde un solo personaje puede condensar la esencia del mal. Las formas del mal disfrazadas de pensamientos espantosos y planes terroríficos. Como aquellos seres malignos que querían destruirlo todo y nos asustaban tanto de niños. El personaje maligno de nuestros miedos ancestrales se vuelve real en cada nuevo atentado. El mapa del mundo está lleno de instantes terroríficos. Golpes mortales que quieren acabar con los valores de nuestras culturas y hacernos desaparecer. Me gustaría creer que la tenacidad de nuestra civilización con su capacidad para el amor y la resistencia, para la empatía y la educación, podrá neutralizar la semilla de este odio que nos acecha.

Entre talibanes y templarios

pinarosalesGerardo Piña-Rosales

Desde aquel ominoso 11 de septiembre en que las Torres Gemelas se desplomaron, heridas de muerte por unos desalmados con pretensiones de mártires, el mundo, y en especial Estados Unidos, ya no es el mismo. Sabíamos que el siglo XXI iba a ser el del terrorismo. Hasta ahora, desgraciadamente, no nos hemos equivocado: los tristes sucesos de Niza lo confirman. Y no es porque en estos tiempos de videocámaras y redes sociales las imágenes de esos horrores sean divulgadas con más facilidad e inmediatez. Algo de eso hay, sin duda, pero lo que nos aterra es que esos actos de barbarie sean cada vez más frecuentes y cada vez más sangrientos y letales.

No voy a acudir al manido tópico del encarnizado enfrentamiento entre talibanes o imanes viperinos y los caballeros del temple (acérrimos defensores de lo que, entre otros, ahora llama, engolando la jeta, el cretino de Gingwrich, “Western Civilization”). No caigamos en burdos maniqueísmos. Ni buenos ni malos. Toda ideología que alimente y fomente odio y violencia es funesta y, por usar un anglicismo, obscena. El Mal existe. Ha existido siempre. Hoy se disfraza de Al Qaeda o Estado Islámico, en cuyas filas se cuentan jóvenes dispuestos a autoinmolarse secuestrando un avión y lanzándolo contra un rascacielos, detonando una carga de explosivos escondida en el vientre o ametrallando a multitudes inocentes. Mientras tanto, los fabricantes de armas se frotan las manos y quienes con ellas comercian y se enriquecen –señores de la guerra– se relamen las fauces de mercenaria codicia.

No nos queda otra: defendernos si se nos ataca; pero entre misil y misil, entre dron y dron, intentemos lo que parece imposible, y para muchos inadmisible, el diálogo. Ahora bien, si se niegan a dialogar y se emperran en seguir sembrando el terror en el mundo, que Allah todo Misericordioso se apiade de ellos.

 

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Posted: July 21, 2016 at 9:47 pm

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