2024, cambio de régimen
David Medina Portillo
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Patrick J. Deneen es un católico militante. Esto quiere decir que no es un católico cualquiera: el autor de Regime Change (2023) forma parte de un movimiento que ha revolucionado la política norteamericana desde el conservadurismo liberal predominante en siglo XX al ultraconservadurismo católico del siglo XXI, abiertamente antiliberal.
Deneen ejerce una influencia manifiesta sobre J. D. Vance, el candidato a vicepresidente del ahora electo Donald Trump. Vance se convirtió al catolicismo en 2019, impulsado quizá por Deneen o bien porque el nuevo conservadurismo ha sido un movimiento en ascenso desde que Steve Bannon se hizo cargo de la estrategia electoral apoderándose del Partido Republicano hasta llevarlo a la presidencia en 2016.
Bannon proviene de una familia de emigrados irlandeses y su formación también es de genealogía católica, de la corriente tradicional tridentina que en los años 80 se acogió a la liturgia en latín luego de que Juan Pablo II reanudara su práctica bajo ciertas condiciones.
La trayectoria de Bannon ha sido vertiginosa en todos los sentidos. Su rápido ascenso en distintos escenarios (activo de la Reserva Naval, banquero de Goldman Sachs, vicepresidente de Cambridge Analitica, productor de Hollywood, ejecutivo de medios digitales, estratega político y de seguridad con oficina exclusiva aunque efímera en la Casa Blanca, etc.) delata una suerte de imperativo voraz por consumir peldaño tras peldaño, con una salvedad: su catolicismo ultraconservador, convicción inamovible en medio del vértigo.
Bannon describe a Vance como “el San Pablo de Trump-Jesús.” En efecto, el autor de superventas tras el éxito de Hillbilly Elegy ahora es el “celoso converso que difundirá el evangelio del trumpismo más allá del propio Trump”. Según Bannon, Vance es el adelantado de un nuevo régimen al que el profesor Patrick J. Deneen ha ofrecido un respaldo intelectual firme y elocuente, de alta escuela filosófica acompañada de poderosas distopías e, incluso, conspiraciones posfactuales.
Laura K. Field, del Niskanen Center, escribió hace tiempo un lúcido ensayo sobre el radicalismo intelectual de la Nueva Derecha norteamericana, oscilante entre las teorías de la conspiración y el conspiracionismo clásico (“conspiracy without theory”). En su análisis, el filósofo y teórico político nunca ha sido ajeno a la manipulación de la realidad deliberadamente ambigua: “Deneen sostiene sus afirmaciones sobre el lenguaje difuso de la percepción (“alguna vez considerada como”, “cada vez más frecuentemente considerada”, “evidente para todos”, “hoy parece ser”) y, como es característico en él, ofrece poca o ninguna evidencia empírica para respaldar sus afirmaciones” (“The Highbrow Conspiracism of the New Intellectual Right”, 2021).
Deneen también ha sido un fenómeno de superventas. Su Why Liberalism Failed (2018), diagnóstico sobre la actual crisis de las democracias liberales, recibió una ovación masiva en plena pandemia, incluidos los elogios del expresidente Obama, quien lo fichó entre las lecturas imprescindibles de 2019.
Regime Change (2023) retoma la tesis de su anterior libro. La crisis por la que atraviesa la sociedad norteamericana actual (y con ella, el Occidente democrático liberal) no es consecuencia del fracaso del liberalismo sino el resultado de su natural y cabal cumplimiento: el triunfo de la libertad entendida en su acepción negativa, es decir, no la virtud cívica grecolatina del bien común, sino la economía del hedonismo posmoderno sin restricción alguna. Así el triunfo del liberalismo clásico y del posterior progresismo ha engendrado las tensiones que todos conocemos y que Deneen identifica como patologías sociales cuya solución podría estar en cualquier parte, menos en el liberalismo.
Por supuesto, Regime Change no es una argumentación coyuntural en favor del candidato republicano y actual vencedor de las elecciones, Donald Trump. No obstante, Deneen ocupa un primer plano entre el nuevo conservadurismo intelectual reclutado por Vance. Regime Change es más bien un alegato en favor de un nuevo orden político, tan ambicioso como para concebir un futuro postliberal. Derrotados los totalitarismos nacifascista y comunista, el mundo se reestructuró en torno de una potencia global, la democracia liberal norteamericana, refrendada por la Unión Europea. Este es el orden que hoy está en crisis y que, según Deneen, ha llegado a su fin generalizando el caos económico, social, político, cultural y —sobre todo— espiritual y moral al otrora triunfante liberalismo de posguerra.
A Deneen no le impresiona lo sucedido durante el ataque al Capitolio ni condena el uso de la fuerza para arrebatar lo que no se pudo mediante procedimientos democráticos normales. En su argumentación a este respecto, cita un pasaje de Maquiavelo, mentor de buena parte de las ideas de Deneen sobre el poder:
“…a quien diga que se recurrió a medios extraordinarios y sangrientos, que el pueblo imprecaba al Senado, el Senado al pueblo, que hubo tumultos en las calles, saqueo de tiendas y que la plebe abandonó Roma, le respondo que este tipo de cosas espantan sobre todo a quien las lee…” (Machiavelli, Discourses on Livy, I.iv, 94–5.).
Lo que se necesita son medios maquiavélicos para conseguir fines aristotélicos: el recurso de la resistencia política (incluido el mito de la violencia revolucionaria) contra las ventajas, privilegios e intereses creados de las élites. El objetivo debe ser una mezcla “genuina” de las clases en las que las élites, bajo la coacción del Pueblo, asumirán las características del aristoi y la nobleza (magnanimidad virtuosa en favor del bien común) por medio de las cuales ese Pueblo, finalmente, se enaltece y beneficia. Esta que parece una fantasía neofeudal —con su paradójica moral del señor y el siervo— es una transformación radical sin duda: la revolución a la que aspira el autor de Regime Change.
David Medina Portillo. Ensayista, editor y traductor. Editor-In-Chief de Literal Magazine. Twitter: @davidmportillo
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Posted: November 10, 2024 at 4:28 pm