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AMLO y sus enemigos equivocados

AMLO y sus enemigos equivocados

Sergio Negrete Cárdenas

Tarde o temprano, quizá incluso antes de terminar su gobierno, López Obrador descubrirá que cometió un grave error buscando abrazar criminales, y uno todavía mayor al escoger a Estados Unidos como su enemigo.

AMLO y sus enemigos equivocados: España y Estados Unidos

El demagogo autoritario que despacha en Palacio Nacional es un apasionado de esa historia que se enseña a nivel primaria, un fiel reproductor de la versión plasmada en monografías o estampitas, gesta de héroes y villanos en que triunfan los buenos. Andrés Manuel López Obrador hoy es actor central de esa historia que fluye y se contempla como el heredero natural de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas. Lo suyo no es un mero gobierno, es la Cuarta Transformación de la República bajo su extraordinario liderazgo.

 

De Felipe VI a Iberdrola

El tabasqueño se encuentra más a sus anchas pensando que el México que preside es el que existía en 1965 o 1975. La Guerra Fría domina el escenario internacional, Cuba es la isla rebelde del continente, presidida por un barbudo Fidel Castro, mientras que el imperialismo yanqui buscar extender su dominio en América Latina. Vive en esos tiempos en que el nacionalismo revolucionario dominaba el pensamiento de la clase política mexicana.

El pasado distante ofrece a AMLO otros referentes que necesita, sobre todo en materia de enemigos externos, necesarios para agregar a los internos. Porque enemigos son los que requiere todo político que ha construido su carrera con la división y polarización como estrategia. España es uno, el natural, la hoy próspera nación europea que hace siglos fue la potencia colonial. Un hombre que se apellida López y Obrador, cuyo abuelo materno emigró de Cantabria, no duda en manifestarse ofendido por la conquista, como si sus antepasados cercanos y lejanos no tuvieran nada que ver con el tema.

La conquista quizá tiene cinco siglos, pero el nacionalismo obradorista encuentra además otra fuente de agravio en pleno siglo XXI gracias a los capitales españoles que han llegado a México. Su obsesión energética estatista tiene un terrible enemigo: Iberdrola. Felipe VI y la empresa ibérica son los símbolos que alimentan el despecho obradorista hacia la otrora potencia colonial e inversionista actual.

Completamente en el olvido queda esa España hermanada con México en el siglo XX por el apoyo a la República derrotada por el franquismo y exiliada en el país, aparte de los miles de españoles que encontraron un refugio en México y que habrían de echar profundas raíces en sus tierras, con hijos y nietos plenamente mexicanos aparte de españoles. Nietos como un tal AMLO, aunque la migración de José Obrador fue anterior a la Guerra Civil.

 

Doblado por Trump; peleonero con Biden

Los resentimientos obradoristas con España arrancan en el siglo XVI, mientras que con Estados Unidos se remontan al siglo XIX. Nadie como un demagogo para apelar a los sentimientos caducos y superados pensando que revivirá la llama del resentimiento. En semanas recientes, el tabasqueño debe sentirse imitador de Lázaro Cárdenas nacionalizando el petróleo o de Adolfo López Mateos apoyando la Revolución Cubana, con Estados Unidos como el enemigo. El problema de hacerlo en el siglo XXI es que el Presidente de México ha optado por colocarse decididamente del lado de dictadores de la peor ralea: el heredero de los hermanos Castro, el heredero de Hugo Chávez y el reciclado guerrillero que hoy por hoy no le pide nada en sus prácticas como dictador de Nicaragua a Anastasio Somoza.

De ahí el circo que hizo López sobre no asistir a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, porque sus amigos dictadores no fueron requeridos para el evento. Eso le dio abundante material para que en varias mañaneras montara un espectáculo sobre el tema, como si Joseph Biden estuviera genuinamente preocupado sobre la ausencia de su homólogo y buscando una solución para que se contentara.

El contraste no podría ser mayor con Donald Trump. Como tanta persona sin educación, AMLO al parecer confunde la decencia y las buenas formas con debilidad, y la patanería y la grosería con fortaleza. Y ante los que percibe más fuertes, el Presidente se rinde rápido y sin condiciones. Como dijo memorablemente Trump hace pocas semanas sobre la voltereta del oriundo de Macuspana con respecto a la centroamericanos que buscaban llegar a Estados Unidos vía México, nunca había visto a nadie doblarse así. Con celeridad, el gobierno lopista le hizo su famoso muro de contención al estadounidense… en la frontera sur. El contraste con Biden es absoluto.

 

Acumulando una enorme cuenta por pagar

El desaire de la Cumbre será lo de menos. En todos los frentes, AMLO no se cansa de atacar, ofender y provocar al gobierno estadounidense. “Abrazos, no balazos” ya hace mucho que quedó evidenciado como una estrategia que permite abiertamente las actividades de mafias criminales. Si el Presidente de México no se atreve a enfrentar al crimen esperando lograr una especie de “pax mafiosa”, o por miedo a un baño de sangre peor al que ya sufre el país, o porque en los hechos es socio de algunas mafias, es algo importante, pero el resultado lo es todavía más.

Si México se está convirtiendo en un conjunto de enclaves criminales, con las mafias crecientemente en control de actividades productivas y comerciales, con la impunidad absoluta reinando en muchas áreas del país, el principal responsable de ello está a la vista. Peor, para muchos extranjeros (notablemente estadounidenses), si México está evolucionando en un narcoestado, es porque tiene un narcopresidente. La diferencia es que ya no es un secreto a voces, sino algo que dicen abiertamente políticos de primera fila, como los senadores Ted Cruz y Marco Rubio. Es posible imaginar un expediente ya muy grueso, y siendo ampliado cada día, en la CIA y en la DEA.

Para un político tan experimentado, con una antena popular extraordinaria, López Obrador está cometiendo el error más grave de su vida: pensar que la (casi) invulnerabilidad que le otorga la banda presidencial le permite ser cínico y descarado sobre sus acciones (o pasividad) ante unas mafias que al parecer ya descubrieron que nadie les pondrá el alto mientras AMLO despache en Palacio Nacional. Tarde o temprano, quizá incluso antes de terminar su gobierno, López Obrador descubrirá que cometió un grave error buscando abrazar criminales, y uno todavía mayor al escoger a Estados Unidos como su enemigo.

Imagen: Joe Biden con Andres Manuel Lopez Obrador / © USEmbassyMEX (Flickr)

 

Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka

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Posted: June 15, 2022 at 5:03 pm

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