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Prosa hipnótica

Prosa hipnótica

Raquel Velasco

Guadalupe Nettel
Pétalos y otras historias incómodas,
Anagrama, Narrativas hispánicas,
Barcelona, 2008.

 

Durante la década de los noventa nos fuimos acostumbrando paulatinamente a la aparición frecuente de chicos del high school que, un día, decidieron salir de sus casas armados con la convicción de acabar con todos aquellos que los habían castigado cotidianamente por su atrevimiento a ser diferentes. Adolescentes motivados por Terminator asaltaban la tranquilidad de las escuelas al disparar contra los iconos del éxito norteamericano, desde la perspectiva pueril de los que sufrían sobrepeso, acné, un look extraño, defi ciencias sociales, económicas o familiares. La prensa especuló que se trataba de la venganza de los nerds, pues su pecado original era ser unos freaks fastidiados de existir al margen de las expectativas de la era global.

La generación de Guadalupe Nettel (México, 1973) creció en medio de este ambiente caracterizado por la dominación mediática y la violencia simbólica. Quizá por ello su narrativa investiga sobre el accionar de las personas cuando detectan el proceso de alienación obligatorio, permitiéndole también retratar la debilidad humana que heredamos de Caín: desear convertirnos en el otro sin dejar de ser lo que somos.

A la manera de Mario Bellatin —que en Salón de belleza proporciona a sus personajes un moridero en el cual pueden resguardarse del rechazo social— en Pétalos y otras historia incómodas, Nettel interna a sus protagonistas en un hospital de seis habitaciones que llama cuentos y obtiene una radiografía por la cual revela cómo la defi nición de lo que somos es la suma de irrupciones que afectan directamente nuestro modo de habitar el mundo. Con esta temática como punto de partida, desde su primera novela El huésped (finalista de premio Herralde 2006), Nettel ha exhibido su fascinación por las historias de desdoblamientos, a través de una recurrente tendencia a escribir sobre el otro que soy o fui o a partir de la presencia del otro como única referencia de una existencia previa. Como ocurre en esta novela, donde Ana comienza a tomar conciencia de la aparición de La Cosa en su vida y de cómo ésta terminará por apoderarse de ella, los personajes de Pétalos y otras historias incómodas adaptan el mundo que los rodea a su propia concepción del mismo. Ana acude a una escuela para ciegos buscando acostumbrarse a vivir en la oscuridad, pues presiente que esa Cosa que vive en su interior le robará la visión, y es a partir de este acto que gradualmente consigue una nueva identidad para el futuro.

En “Ptosis”, primer relato de Pétalos…, los ojos como tema son abordados desde otro ángulo. El protagonista del cuento es un fotógrafo médico especializado en oftalmología, que ayuda a un cirujano de París a restaurar los párpados que lucen mal, con lo cual arrebata su expresión personal a los operados, quienes constituyen —desde la perspectiva del fotógrafo— una tribu de mutantes, dispuestos a morir por ser bellos o a perder su gracia original con tal de volverse idénticos a los demás.

El tema de la mirada aparece una vez más en “Transpersiana”, relato voyeurista que será el pretexto para introducir al lector en otra de las preocupaciones narrativas de Guadalupe Nettel: la falta de interés de los personajes por establecer una relación directa, corporal e íntima con el otro. Uno a uno los pacientes de Pétalos y otras historias incómodas cuentan su ineficacia para establecer un contacto permanente con el ser amado, prefi riendo los rumbos que toma la imaginación por encima de la realidad. Ejemplo de esto es el protagonista de “Bonsái”, quien de manera inexplicable deduce su parentesco con los cactus y a partir de este hallazgo, y de encontrar un paralelismo entre el bonsái de una enredadera y su mujer, sufre un cambio personal y matrimonial. Relato cercano a Tokio blues (Norwegian Wood) de Haruki Murakami. Tanto en este cuento como en El huésped, es posible apreciar una estética cercana a la de Julio Cortázar, donde la lógica cotidiana pasa a un segundo plano y la realidad es transformada con base en las leyes de lo extraño.

El cuento que da título al libro se desarrolla fundamentalmente en un baño e invita a la escatología como recurso narrativo de la autora; el olfato será el sentido privilegiado por Nettel en este relato que proporciona una interpretación sobre la contundencia del destino, cuando el protagonista comprende que “algunas veces sólo hay una puerta y que aun queriendo no podría salir de esa historia por una ventana posterior”.

Cierto es que los personajes de Guadalupe Nettel son propensos al autoboicot y resistentes a la crítica. Probablemente eso los condena a buscar y asumir como proyecto de vida “la Verdadera Soledad”, como sucede con la protagonista del cuento “El otro lado del muelle”; pero también son seres solitarios como consecuencia de la práctica obsesiva de ciertas manías que los caracterizan y los llevan a ser percibidos como freaks, desde la óptica de una normalidad que nadie acaba de defi nir. Para los personajes de Nettel no hay una tabla de salvación, pues esas manías que a veces les proporcionan algún descanso cercano al placer o a la tranquilidad, son simultáneamente su afirmación como personas y las culpables del fracaso cuando no pueden abandonarlas, precisamente por ser parte de su naturaleza. En este sentido, ni siquiera ser atractiva libra de su condición de desdichada a la protagonista del último cuento del libro: “Benzuar”. Esta mujer cuenta a su terapeuta cómo a pesar de ser una modelo que anuncia shampoos, no puede renunciar a la necesidad de arrancarse por manojos los cabellos.

Con una prosa veloz e hipnótica, Nettel se gana a sus lectores. La ansiedad convertida en ritual, la soledad que aparece como testimonio del tiempo que habitamos, las manías aceptadas cual bastón de la identidad, el rechazo al otro como protección frente a la tentativa de abandono y el desconcierto permanente son algunos de los lugares reconocibles en la narrativa de Guadalupe Nettel pero también en nuestro propio devenir. Quizá entonces una propuesta de Pétalos y otras historias incómodas sea que la distancia entre lo normal y lo freak podría quebrarse en cualquier vértice, desquiciando al más equilibrado al punto de un día despertar con una ira profunda e incontrolable.


Posted: April 16, 2012 at 6:25 pm

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