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TÁR o la oda al poder

TÁR o la oda al poder

Alejandro Morellón

TÁR es el tercer lagometraje dirigido por el actor y director Todd Field, después de las estupendas En la habitación (In the bedroom) y Juegos secretos (Little children). En ella nos encontramos con una historia de poder contemporáneo, una en la que el verdadero motivo y la verdadera fuerza de sus personajes gira en torno al tema de la posición dominante en nuestra sociedad y de esa dicotomía clásica (los opresores contra los oprimidos).

Lydia Tár (Cate Blanchett) es una aclamadísima y multipremiada directora de orquesta que está a punto de concluir la que parece su mejor grabación, la que le dará el mejor cierre a su ya de por sí elogiada carrera: la Quinta Sinfonía de Mahler.

Para comenzar, TÁR se va tomando su tiempo para acercarnos a la complejidad de los personajes y para recrearse, y recrearnos, en una atmósfera de tensión, de rivalidad y de arribismos, de competencia constante en el seno de una orquesta sinfónica. No solo la protagonista sino las demás figuras que la rodean parecen detentar o desear ese poder, y por eso la tensión existe desde el principio, justamente porque vemos hasta qué punto los hilos se manejan, siempre desde arriba, hasta qué punto se truncan o se alzan carreras con una velocidad y un desparpajo que nos dan a entender la violencia de las jerarquías.

Cada personaje con su motivación, y quizá la que más y peor motivación tenga sea justamente Lydia Tár, la que más autoridad ostenta. Desde su posición de poder se siente indestructible y ensoberbecida, e incluso me atrevería a decir masculinamente arrogante (magistral en este punto la interpretación de Blanchett); una manera de estar en el mundo que pone en tela de juicio la propia condición de lo que hemos seguido llamando “genio” y que parece que viene aparejada de cierta dispensa moral o cierta tolerancia por parte de nuestra sociedad.

Lydia tiene éxito, tiene fama, tiene talento, ha llegado a lo más alto en un mundo hegemónicamente masculino, y por eso cuenta con una posición indiscutible dentro del gremio y por fuera de él. Su actual pareja es una violinista de la misma orquesta que dirige, con la que tiene una hija y un proyecto de vida en común. Con este escenario ya preparado, la película nos presenta una trama, que no desvelaré, pero que nos sitúa como espectadores en la posición de enjuiciamiento. Hay cierta admiración por el personaje, al principio, que poco a poco se va trocando en desconfianza y llega hasta mostrar su lado más reprochable.

A raíz de un posible escándalo, fruto de una antigua relación con una de sus antiguas becarias, la tensión dramática va in crescendo y el personaje de Tár va experimentando una caida en espiral de la que no ve una salida (una huida) que no sea hacia adelante. Además de esto, una nueva y joven violonchelista acaba de integrarse al plantel de la orquesta y parece suscitar en Lydia otra vez el deseo de poder, justamente porque no parece hacer efecto en la joven. Entonces, aquí las fuerzas se subvierten y ahora es Lydia la que se encuentra vulnerable frente a ese deseo incumplido y al que no está acostumbrada a reprimir.

Hay una frase de Jung que dice: donde falta el amor, el poder ocupa el lugar vacío. Creo que este es el tema central, la dicotomía amor-poder, el juego especular de los contrarios y, sobre todo, la línea de responsabilidad o tolerancia de las personas con cargos importantes. Ese es el reflejo de TÁR, su señalamiento, en una época en la que, afortunadamente, hemos sido testigos de cómo han caído en desgracia personas con cargos que parecían contar con total impunidad.

Al margen de la trama, muy bien construida y compleja, las interpretaciones, sobre todo la de Blanchett, son magistrales y muy acertadas. Los personajes evolucionan y vamos apreciando los diferentes registros del elenco.

Y por otro lado está la música. La música que cumple con un valor simbólico. La música como elemento catártico o balsámico, que es capaz de aliviar o desatar las pasiones más profundas. No solo la banda sonora, la selección de piezas clave de la música clásica (las sinfonías de Mahler, el concierto para violonchelo de  Elgar -con mención a la famosa interpretación de Jacqueline du Pré-, el clave bien temperado de Bach, etc), sino también la reflexión y el pensamiento sobre la música por boca de la propia Tár. Su manera de comprender y amar la música clásica y su admiración hacia los más célebres directores de orquesta (Barenboim, Karajan, Bernstein) es importante para entender sus motivaciones finales: Lydia Tár siente hacia la música una pasión desmedida y su vocación es irrenunciable.

La manera que tiene Tár de amar la música es igualmente violenta y pasional. Pero pronto, la pérdida de su estatus social y familiar acaba por manifestarse en el sonido (los ruidos de la nevera, de un marcapasos imaginario, de un grito en medio del parque) y la melodía empieza a perder delicadeza. Y la música sin delicadeza y sin sensibilidad se convierte en ruido.

Por último, Tár es una película sobre la catábasis, el descenso, de un personaje que se transforma durante el transcurso de la película. Pero la metamorfosis no es solamenta la de ella sino la del espectador. No es tanto Lydia la que cambia sino nosotros los que nos damos cuenta de su verdadera naturaleza, del origen de su poder y de su futura desgracia.

La verdadera dimensión del personaje, muy inteligentemente, se nos revela de a poco. Las variaciones nos llevan por un recorrido cada vez más oscuro y deplorable, hacia una caída. Porque ese es el motivo final, la representación definitiva de la película: una historia del desmoronamiento y de un vacío que solo se puede llenar, parece decirnos la propia Lydia Tár, con el poder y con la música.

 

 

Alejandro Morellón (Madrid, 1985). Ha publicado los libros de relatos La noche en que caemos (Premio Monteleón, 2012), El estado natural de las cosas (Premio Hispanoamericano Gabriel García Márquez, 2017), El peor escenario posible (Premio Ignacio Aldecoa, 2022), la novela Caballo sea la noche (Candaya, 2019) y el poemario Un dios extranjero (Premio Internacional de poesía mística San Juan de la Cruz, 2021). En 2021 fue sido seleccionado por la revista internacional GRANTA como uno de los mejores escritores jóvenes en español. Vive en Madrid.

 

 

 

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Posted: March 8, 2023 at 10:23 pm

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