Viendo la versión de Natalie Wood
Miguel Cane
Hay numerosas figuras trágicas en la constelación que conforma Hollywood con sus estrellas. Desde el inicio del cinema hasta la fecha hay actrices y actores –pero sobre todo actrices– cuyas carreras se han visto empañadas por la naturaleza violenta, trágica, misteriosa o escandalosa de sus muertes.
Marilyn Monroe, James Dean, River Phoenix; Sharon Tate y su hijo en el vientre. Tantas vidas segadas en circunstancias terribles y, entre ellas, una de las más queridas estrellas de su generación: Natalie Wood.
Tras años de especulaciones acerca de lo que podría estar detrás de su muerte por ahogamiento el 28 de noviembre de 1981, en las costas de la isla Catalina, la HBO presenta el documental Natalie Wood: what remains behind, dirigido por el historiador del Hollywood clásico, Laurent Bozereau (pocas personas conocen tan íntimamente la obra de Alfred Hitchcock, por ejemplo. Ni siquiera Guillermo del Toro) y con producción de la primogénita de Natalie, la ex actriz y escritora Natasha Gregson Wagner –en los 90 tuvo éxito en películas como Lost Highway de David Lynch o High Fidelity de Stephen Frears.
En el documental, equivalente cinematográfico de una biografía autorizada –desde los 80 se han publicado muchas, pero ninguna con la aprobación de su viudo o sus hijas–, Bozereau entrevista a colaboradores cercanos, amigos, familiares –es conspicua la ausencia de Svetlana Grudin o bien, Lana Wood, su hermana menor superviviente, pero esta ausencia se explica conforme va relatándose la historia – que pintan no solo un cálido retrato anecdótico de Natasha Grudin, nacida en 1938 y convertida en estrella infantil de la 20th Century Fox bajo el nombre de Natalie Wood, sino que también la muestran como una mujer de su tiempo, comprometida con la carrera que tomó en su infancia, y con la familia que fue formando al llegar a la madurez.
Así, Robert Redford, humilde y conmovido, recuerda que no solo se conocieron él y Natalie en la preparatoria (son graduados del mismo High School); también le debe a ella su carrera en cine, ya que fue Natalie quien lo eligió como acompañante en sus dos primeras películas, cuando ella ya era una celebridad; también ella le dio la alternativa a Sydney Pollack para dirigir su primer largometraje y entre otras muchas anécdotas, está el haber luchado contra el tiránico Jack Warner, dueño y señor de la Warner Bros., para poder aspirar a películas de mejor calidad, y le ganó.
Más allá de la figura de estrella, el documental también analiza a la Natalie personal, amiga, esposa y exesposa, madre, madrastra y madre putativa, roles que asumió en su vida personal con gracia y afecto: en fragmentos de películas caseras, se ve a la estrella desprovista de glamour y maquillaje, jugando con sus hijas en piscinas, o en entrevistas en televisión. Natasha Gregson Wagner presta su voz para leer fragmentos de un artículo autobiográfico que su madre redactó para una revista de modas que, pese a no haber sido publicado, presenta a Natalie al fresco, sin tenerse lástima y muy consciente de que su vida no solo es representar a mujeres en situaciones ilusorias en la pantalla; también tiene que encontrar un lugar en el mundo para ella.
A través de extensas pláticas con tres de los hombres clave de su vida –su ex agente y ex marido Richard Gregson, con quien tuvo una larga amistad, su ex secretario e íntimo confidente, el dramaturgo Mart Crowley y el actor Robert Wagner, de quien se divorció en 1961 después de tres años de matrimonio, y se volvió a casar en 1972–, emerge otro retrato de Natalie: la mujer pasional con un carácter fuerte y, al mismo tiempo, ávida de afecto, que pasó años en psicoanálisis después de haber dedicado su vida a interpretar a otras personas, sin saber realmente quién o qué era ella. Una Natalie Wood que se sacudió (aunque no del todo) la presión materna y el chantaje emocional familiar. De hecho, el momento climático del documental es cuando Wagner, a la sazón de 89 años, se reúne con su hijastra –a la que crio como propia, poniéndose de acuerdo con Gregson, por voluntad de Wood– para hablar públicamente por primera vez, de la noche en que Natalie cayó del yate Splendour, donde los únicos pasajeros presentes además de ella, eran el actor Christopher Walken, invitado de la pareja, Wagner y Dennis Davern, el capitán de la nave, quien a lo largo de los años, ha cambiado numerosas veces su versión de los hechos.
Apenas conteniendo el llanto, y con lo que parece ser una sinceridad afligida –y Wagner nunca fue tan buen actor, valga decirlo– el actor explica a su hijastra con mucho detalle, lo que él recuerda de ese momento. Natasha Gregson no vacila en hacer las preguntas pertinentes al momento, y las contrasta con lo dicho por los medios y los reportes forenses de 1981, que calificaron el siniestro como muerte accidental. Wagner da su versión, que es la versión de la familia, y de este modo, da la cara por vez primera en décadas, después de numerosos embates por parte de Davern y la misma Lana Wood, quienes han explotado para propio beneficio, las especulaciones en torno al momento en que Natalie, de 43 años de edad, con 0.14 de nivel alcohólico en la sangre, y vestida con una parka de pluma, cuyo peso ostensiblemente la arrastró, salió del camarote del Splendour para no volver a ser vista con vida.
Aún pese a lo tenebroso del desenlace de la mujer cuya historia se cuenta, este es un documental cálido y tierno, que invita a reevaluar por completo ciertos puntos vinculados con esta historia. Uno, en realidad, más allá de la especulación, no hay misterio en torno a la muerte de Natalie Wood. Dos, los fans (como yo, lo confieso) muchas veces vivimos tan indirectamente a través de estas estrellas de Hollywood, que las percibimos de un modo muy específico, sin darnos cuenta de que al final de cuentas son seres humanos propensos a los mismos errores y accidentes aleatorios que nosotros.
Natalie Wood: What Remains Behind revela una familia que probablemente era única en los círculos de Hollywood. Estaba claro que Wood y Wagner eran padres amorosos y el testimonio de sus hijas, Natasha y Courtney, es revelador al respecto. Eran estrellas que lo mismo alternaban con otras estrellas como Laurence Olivier o Sean Connery, que hacían fiestas de cumpleaños para sus hijas, rodeados de niños de su plantel escolar.
La entrevista entre Wagner y Natasha acerca del episodio fúnebre, fue profundamente genuina, ambos lloraron mientras desmenuzan esos recuerdos traumáticos. Después de ver el documental y antes de pensar dedicarle esta columna, me conecté en línea y leí el informe del forense Thomas Noguchi (sutil ironía, el mismo que hizo las autopsias de Marilyn y Sharon Tate) dándome cuenta de que mi opinión general (y cínica) estaba equivocada. Ante todo, Wagner casi inmediatamente llamó a las autoridades a la 1:30 a.m., menos de tres horas después de que salieron del restaurante. Según las autoridades locales, el viento y la corriente esa noche habrían movido el yate. Para cuando Natalie se dio cuenta de que estaba en problemas, probablemente a 20-30 metros de distancia, sus gritos no fueron escuchados. Vecinos de los barcos cercanos escucharon gritos, pero como había una fiesta ruidosa con música en la orilla asumieron que los gritos venían de esa reunión. Los moretones en sus brazos y piernas, junto con rasguños en el bote, dejaron en claro que Wood estuvo consciente por un tiempo, intentando subirse sin éxito al pequeño bote salvavidas, mismo que al tratar de desatar, aparentemente, causó su caída.
La parka roja de plumas de ganso que llevaba puesta pesaba más de 15 kilos ya mojada. Su nivel de alcohol de 0.14 (aproximadamente dos botellas de champán) combinado con el Valium que había tomado para dormir, significa que casi seguramente tuvo dificultades para mantenerse consciente. ¿Estaba molesta por las discusiones entre Wagner y Christopher Walken? Probablemente; sus amigos la recuerdan como alguien que buscaba evitar confrontaciones. Pero el hecho de que ella haya tomado la pastilla para dormir significa que no estaba tratando de abandonar el yate. Lo más probable es que quisiera apretar la cuerda del bote porque golpearía el casco del yate (una irritación común para Wood según sus hijas).
Sí, estaban ebrios los tres. Sí, es posible que ella no se hubiera resbalado si no hubiera consumido tanto alcohol junto con la pastilla para dormir. El informe del forense establece que cada lesión en el cuerpo de Wood indicaba que la mujer simplemente intentaba subirse al bote. ¿Por qué entonces sacar cada equis tiempo su cadáver para exhibirlo y señalarlo? Algunos medios, en esta era #MeToo, han especulado si Natalie no habría sido objeto de abuso doméstico por parte de Wagner (algo que Lana Wood ha insinuado sin evidencias antes), si bien tanto amigos como empleados, y familiares, incluyendo a las dos hijas de Wagner y Wood, lo han desmentido.
Al morir, Natalie Wood todavía tenía mucho que ofrecer, no solo a los fanáticos del cine, sino a sus hijas y al mundo. Como testimonio de sus interpretaciones están grandes momentos en películas como la brillante Amores con un extraño o la polémica y vivaz Bob & Carol & Ted & Alice. Su belleza vive en sus imágenes y su sencillez y generosidad en la memoria de quienes la conocieron.
Este documental es un retrato familiar íntimo que evalúa una carrera sólida, una personalidad icónica y un espíritu noble. Y de paso, busca disipar las infamias y calumnias de un supuesto misterio explotado por muchos a lo largo de casi treinta y nueve años.
Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal. Su Twitter es @aliascane
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Posted: June 9, 2020 at 8:39 pm