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ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO: EL RETO NACIONALISTA DE TRUMP

ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO: EL RETO NACIONALISTA DE TRUMP

DONALD NUECHTERLEIN

Traducción de Rose Mary Salum

Después de un primer fin de semana turbulento como presidente, esta semana Donald Trump se asentó en su oficina de la Casa Blanca para implementar su agenda de política exterior. De momento, ha hecho  hincapié en las relaciones comerciales con el mundo; Después de lo cual se espera que enfrente los asuntos políticos y de seguridad que involucran a Rusia, China, Irán y la OTAN. En este fragmento de su discurso de inauguración en Washington el 20 de enero se encuentra un primer ataque:

“Durante muchas décadas hemos enriquecido la industria extranjera a expensas de la industria estadounidense”, declaró. “Hemos hecho ricos a otros países, mientras la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestro país se han disipado en el horizonte. Una por una las fábricas se ha ido cerrando y dejaron abandonadas nuestras costas sin siquiera haber pensado en los millones y millones de trabajadores estadounidenses que quedaron olvidados”.

Trump prometió que “a partir de este día, va a ser sólo América primero: cada decisión sobre el comercio, los impuestos, la inmigración, los asuntos exteriores se hará para beneficiar a los trabajadores estadounidenses y las familias estadounidenses. Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos que otros países nos han causado al fabricar nuestros productos, robar nuestras empresas y destruir nuestros trabajos”.

Un experto lo llamó el “manifiesto” de Trump en política exterior. Los escépticos se preguntaban si todavía estaba en campaña o si realmente quería convertir estas palabras en política. Eso fue respondido el lunes pasado cuando Trump anunció que cancelaba el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que Barack Obama había pasado años negociando con otras once naciones comerciales del Pacífico, incluyendo Japón, Corea del Sur y Australia.

Trump anunció que pronto discutiría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con el presidente de México, Enrique Pena Nieto, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Ellos iban a visitar Washington en las próximas semanas. No se comprometió, como lo hizo durante la campaña, a desechar el Tratado de Libre Comercio, pero su intención es clara: las empresas estadounidenses que trasladan puestos de trabajo a México, sus productos serán gravados cuando vuelvan como productos importados a Estados Unidos.

El presidente se reunió la semana pasada con el primer ministro británico, Theresa May, para discutir las relaciones comerciales después de la retirada de Gran Bretaña de la Unión Europea. Conferirán sobre el futuro de la OTAN, que Gran Bretaña apoya firmemente. May también espera restablecer la relación especial que Londres disfrutó previamente con Washington.

En su discurso sobre la política de seguridad nacional, el presidente dio algunos detalles específicos: “Buscamos amistad y buena voluntad con las naciones del mundo, pero lo hacemos con el entendimiento de que todas las naciones tienen el derecho de priorizar sus propios intereses. No pretendemos imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejar que brille como ejemplo”. Se comprometió a “reforzar viejas alianzas y formar nuevas, y unir al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que erradicaremos completamente de la faz de la tierra”.

¿Qué debemos hacer con el manifiesto nacionalista del señor Trump? Aquí hay tres conclusiones:

En primer lugar, debemos entender que es un desafío fundamental para la política comercial estadounidense que busca cada presidente desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esto no es similar a las políticas comerciales aislacionistas de los años veinte; en cambio, es un llamado a dar la más alta prioridad a los intereses de los Estados Unidos no globales que ponen los intereses del orden mundial por delante de los económicos en detrimento de las industrias y los trabajadores estadounidenses.

En suma, Donald Trump está convencido de que a menos que Estados Unidos ponga su propia economía en orden, perderá su posición como primera potencia mundial.

Una segunda conclusión es que sus políticas radicales y nacionalistas serán revisadas y debatidas por el Congreso. Esto es verdad particularmente cuando sus políticas comerciales requieren la ratificación del Congreso. Así se mostró cuando el Congreso no aprobó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica de Obama. Las negociaciones de Trump con México y Canadá sobre la revisión del TLC serán examinadas por varios comités del Congreso, y los republicanos, así como los demócratas, insistirán en tener sus propias propuestas.

Finalmente, el presidente tiene el tiempo limitado para que sus principales políticas sean aprobadas por el Congreso, porque las elecciones fuera de año de 2018 evaluarán sus logros. Como resultado, tendrá que demostrar un progreso significativo en su promesa de “devolver los empleos estadounidenses”. También debe demostrar que América ha aumentado su influencia en el extranjero después de lo que él ve como su declive durante los últimos años. Si la marca nacionalista de Trump durará es una incógnita.

*U.S. Marine Corps photo by Lance Cpl. Cristian L. Ricardo/Released

 

donald-nuechterlein--144x150 Donald Nuechterlein es especialista en temas de la Guerra Fría e imparte cátedra a este respecto en la Universidad de Richmond. Autor de numerosos libros sobre política norteamericana y exterior, sus títulos más recientes son A Cold War Odyssey (1997), America Recommitted: A Superpower Assesses its Role in a Turbulent World (2000), Defiant Superpower: The New American Hegemony (2005).

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Posted: January 29, 2017 at 10:34 pm

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