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Tsunami en tres tiempos

Tsunami en tres tiempos

Edwin Chávez

• Ezio Neyra,

Tsunami,

Borrador editores, Lima, 2012.

   Y entonces nos sumergimos en la tercera novela de Ezio Neyra no como quien se zambulle en un mar agreste sino más bien como quien flota y observa de vez en cuando el cielo azul y oye de rato en rato el rumor del agua. «Tsunami», un título potente y de alto calibre simbólico, se presenta ante nuestros ojos como la propuesta de un proceso que el propio nombre nos arroja en clave semántica: advenimiento, destrucción y rezago. Tres estados que delimitan el triángulo de una historia de aprendizaje sentimental, confrontación familiar y exploración íntima que sin duda muestra las cartas del nuevo registro literario que Neyra ha desarrollado y alcanzado durante ese silencio tras la aparición de su segundo libro, «Todas mis muertes».

   Y es que, si algo parecía poco logrado en la literatura peruana de los narradores nacidos en los 80, era engranar esa combinación tan ansiada entre historia, lenguaje y técnica que Neyra maneja con soberbia a un ritmo modulado como si se tratara del vibrato que emite la propia naturaleza. Su historia, el creciente y decreciente tour-in-love de Leandro, lleva el símil de un inevitable ascenso a la montaña no para observar el éxito del logro sino para mirar las muertes simbólicas que toda aventura genera en el camino: y allí vemos, precisamente, el amor escindido, la familia inalcanzable y la sexualidad subyugada que el propio contexto cultural y social parece delimitar sobre el futuro del personaje.

   Tsunami es por eso no solo la enunciación de un torrente que arrasa con todo el presente y nos deja los escombros para la melancolía del futuro sino también la pre-anunciación de que esa ola gigantesca volverá a ocurrir como sucedió en el pasado: una familia destruida genera una familia destruida y ese es el círculo vicioso y predestinado que de alguna manera asoma tras las páginas de la novela de Neyra. La imposibilidad del matrimonio es la fractura ineludible del mundo de Leandro y es curioso cómo la única esperanza para la satisfacción sentimental parece radicar en ese guiño tímido-reprimido-inexplorado homosexual que Neyra traza en la novela como quien observa en la calle a una persona que cree conocer pero no recuerda quién es.

   A estas alturas, ya con tres novelas publicadas, Neyra parece haber encontrado la dosis  para el tramado de sus historias. Y es que de una novela absurda y de rasgos beckettianos como fue su primer libro, «Habrá que hacer algo mientras tanto», pasando por la novela íntima-policial de «Todas mis muertes», con «Tsunami» alcanza por primera vez ese bienaventurado estado de historia compacta, que refleja un trenzado delicado y una prosa fluida que permite a los lectores tomar el desafío de un solo tirón. Gran logro el de la seducción narrativa, sin lugar a dudas, y una gran expectativa ahora que Neyra ha abierto las rutas por las que transitará su renovada estética: explorarlas y superar las de Tsunami será su mayor desafío


Posted: January 8, 2013 at 2:48 pm