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Cáncer, de Sergio Pérez Torres

Cáncer, de Sergio Pérez Torres

Victoria Montemayor

Cáncer: Nombre de la constelación zodiacal entre el León y Géminis, en cuyo signo se encuentra el Sol en el solsticio de verano…

Los ojos estrellados del cangrejo en la constelación,/ su aliento calienta cada alcoba,/ cada casa del zodiaco,/ este hogar que llevamos en los hombros. (XI)

¿Qué imágenes o sensaciones nos produce la palabra cáncer? Por un lado, en el poemario Cáncer, de Sergio Pérez Torres, encontramos imágenes del universo, pero también imágenes del amor, de la incertidumbre: Él es un cáncer y me crece./ Hay un temblor, hay un temor tremendo… (I)

Las palabras van formando imágenes, constelaciones, tumores, ensoñaciones, memorias. Encontramos dolor y sangre. Una especie de renacimiento tal vez: La noche en que él nació las flores sangraban, la antorcha, el caballo y el jinete lo supieron,/ sus pasos apenas luminosos deprisa por el muelle. […] luego de tres días sólo volveré por verlo a él. (III)

El amor, la muerte, el universo y la tierra parecieran sucumbir ante este “Cáncer” que crece: La tierra está herida y también tiembla,/ el aliento de él fue sembrando pánico en el parto,/ millones de muertos le fueron regalados como ofrenda… (IV)

O en este otro: Si un fantasma tuviera una cara sería la suya,/ esa palidez lactosa y maternal que da la luna,/ ese pensamiento rosa y rancio ardiendo adentro. (II)

Desde tiempos inmemoriales el hombre aprendió a expresar la belleza y la armonía por medio de la palabra; primero fue la voz, el canto, después, vino la escritura. En Cáncer, Sergio Pérez Torres va forjando sus versos con el aliento y la inspiración del cosmos, del eros; el amor como una enfermedad que nos despoja poco a poco de nuestros pensamientos, en donde las imágenes de erotismo y religiosidad se contraponen en los versos: Él no va a morder sino mi cuerpo como pan de eucaristía,/ esta será la mañana en que sólo yo le cante,/ mis ojos son la pila del bautismo… (XVII)

Como dice Paul Valéry: “El sentido de un poema, como el de cualquier objeto, depende del lector. La poesía es alcanzar el estado de invención perpetua, un poema debe ser una fiesta del intelecto. La dificultad de la poesía consiste en encontrar palabras que sean al mismo tiempo música por sí mismas y música por analogía. Música en la sensación y música en el sentido.” En este tenor, pareciera como si los versos estallaran entre las constelaciones. Al leer Cáncer, distintas emociones y pensamientos se van dibujando al compás de las palabras, del ritmo, una especie de melodía del universo. ¿Amor o enfermedad? O ¿es acaso el amor una enfermedad que desata en nuestros cuerpos diversas emociones que pueden manifestarse como un “Cáncer” que nos recorre? Él es un cáncer que me come y me crece de raíz… (IX)

O este otro: Él va lamiendo mi vida hasta drenarla,/ tiene sus lenguas afiladas,/ una viene con los moros, el desierto, los gitanos… (VII)

Encontramos el reflejo macrocósmico en el microcosmos: Él es un cáncer y me crece [] / Hay un tumor en el cielo,/ hay un tumulto de estrellas en la tele,/ tiene las señales de las velas apagadas. (I)

Las células dañinas se encuentran en cuarto creciente,/ ya no es sana la manera de nombrarnos,/ no puedo olvidar que él es un cáncer y revive en mi memoria. (II)

La naturaleza, el cosmos, la muerte, la vida, el amor, el desamor, la enfermedad estallan en distintas partes de este microcosmos creado por Sergio Pérez Torres. Cuando uno va recorriendo esta constelación podemos percibir la materia: La tierra está herida y también tiembla… (IV) Al hombre: Los ancianos lanzaban sus palabras,/ nosotros escuchábamos la risa,/ el canto que se destejía con los brotes verdes… (XIII)

Una especie de peregrinación y exilio se perciben en Cáncer: Él tomó mi cuerpo y lo condujo a donde ya no me conozco… (XIX) Pero encontramos ecos de alteridad: En el camino de regreso él va conmigo, ya no es mi casa el lugar al que vuelvo… (XXIV)

Imágenes de la divinidad están presentes en los versos, un dejo de Cronos y Prometeo: Un dios abrirá mis entrañas enfermas por tomarlo,/ los buitres vendrán a comer de mis restos como yo como del tiempo. (XIV)

Pareciera además, como si el mito del eterno retorno estuviera presente: Hemos caminado hasta aquí dejando huellas como migajas,/ círculos que se repiten a ellos mismos… (XVI) Pero también la certeza del camino trazado por la vida, por el dolor, por el amor.

El poeta Sergio Pérez Torres nos va llevando a través del universo, de las constelaciones, en busca de Dioses, luces y palabras; la luna y la fugacidad permean los versos: Yo sé que la luna no me pertenece,/ la luna es su madre y lo espera con insomnio. (XXIV)

 

Victoria Montemayor es escritora y traductora.

 

 

 

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Posted: July 13, 2017 at 11:38 pm

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