Fiction
Cae lenta por la Copa del Mundo una gota espesa
COLUMN/COLUMNA

Cae lenta por la Copa del Mundo una gota espesa

Carlos Labbé

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La Araña, Lucho, Kyli y El Mosquito entran a un bar después del partido de la Copa del Mundo de Clubes.
::::::: —Pidan —les dice Karen.
:::::::: —Birra sin alcohol —pide La Araña.
:::::::: —Sangría —pide Lucho.
:::::::: —Ajenjo —pide Kyli.
:::::::: —Agua embotellada —pide El Mosquito.
:::::::: Karen se les queda mirando y sale por el aparador. Los futbolistas, que esperaban trato preferente como siempre en las ciudades donde juegan y más en los países que los seleccionan, se miran sin entender. No se han dado cuenta, protegidos por audífonos, anteojos de realidad aumentada, gorras integradas, drones de seguridad y asistentes virtuales, que alrededor suyo casi todo el mundo habla inglés y que en esos territorios ser futbolista no tiene mayor importancia.
:::::::: Además, murmura el copero que enjuaga plásticos más allá, sin que nadie lo escuche —porque él sí los ha reconocido—, con el poco esfuerzo que han demostrado en este nuevo campeonato global se les nota que vinieron por contrato, ante los montos pactados; los pocos seguidores peloteros ahí se los hacen saber guardándose las ganas de pedirles la foto y, en vez de una palabra obsecuente, insultan cuando el Mamelodi Sundowns abre el marcador en la final contra el Pachuca.
…….. Entonces Karen regresa con una copa, una sola copa de reluciente cristal color rojo entre las manos, la deposita frente a ellos y se va.
…….. La copa está vacía.
…….. La Araña, Lucho, Kyli y El Mosquito se miran con la sonrisa ladeada de la desconfianza, ninguno sabe decir qué fifa está pasando en un idioma que el otro pueda comprender, ya que solo comparten el registro, la cuenta, la cifra a invertir y dónde, las probabilidades, el número del míster, los índices de resistencia y la estadística, así que mejor, en su confusión, se queda cada uno finyendo que revisa el teléfono con hastío —allá atrás se escucha un grito, el Pachuca ha remontado y se puso dos a uno, es la celebración ahogada de la señora que limpia los baños—, cada uno finciendo que lee ninguno de los cientos de mensajes con propuestas, sino que sus miradas van algo más allá para quedarse observando la copa de reluciente cristal rojo que les han dejado adelante sin explicaciones.
…….. La Araña se da cuenta de que la copa no está vacía, sino que desde dentro emerge un vaho apenas perceptible, un aire diferente. No me acercaré a respirar eso, se aleja a sí mismo.
…….. Lucho se da cuenta de que la copa tiene en su base una minúscula etiqueta con un precio escrito a mano que se hace ilegible desde el lugar donde están. No me acercaré a mirar eso, se desafía.
……..Kyli se da cuenta de que la copa está mojada, que el líquido sobre ella es tan grueso que pareciera ser parte del cristal reluciente aun si al detenerse lo suficiente a observar no es posible distinguir si es agua porque está recién lavada o si es un líquido espeso que desciende con mayor lentitud que las pulsaciones cardíacas y por ello su movimiento no es perceptible. No me detendré a tocar eso, se vitorea a sí mismo.
…….. El Mosquito se da cuenta de que la copa tiene adherido al centro de su circunferencia un pelo. Uno solo. Un pelo fino, ensortijado, pero de inmediato entiende que eso no es un pelo, sino una grieta, una delicada resquebrajadura que cruza por completa la copa. No la tomaré para que no se me astille y me caiga desarmada sobre la mano, se felicita.
…….. — ¿Quién va ganando? —grita el guardia desde la puerta, enorme su presencia y sin embargo nadie entiende lo que vocifera si no habla de identificaciones, falsificaciones, legibilidades, edades, excepcionalismos y una risa socarrona para el turista.
…….. Ninguno de los afamados delanteros le responde, sorprendidos porque por primera vez en mucho tiempo sienten interés por algo que no comprenden y que —sí, en eso no han perdido el instinto— brilla.
……..— ¿Ya se decidió? —aparece nuevamente Karen, una servilleta entre las manos secas; aparentemente se sorbe los dientes con la atención en cualquier parte, no aquí.
…….. —Ya pedimos —gruñe Kyli.
…….. Karen entorna los ojos y lanza la servilleta.
…….. Permanece frente a la copa de cristal rojo, finciendo que llena un vaso de soda y se lo bebe. Pero en vez de beber, junto con beber, les está devolviendo la mirada.
…….. —Escúchenme bien —susurra en el idioma golpeado que todo el mundo conoce, el idioma que se habla mayoritariamente en las carreteras y en los hospitales—. Aquí no servimos a los de su clase.
…….. El Mosquito suelta una carcajada.
……… La Araña putea.
…….. Lucho abre la boca.
…….. El silencio se apodera del lugar hasta que las cuatro miradas de los atletas del fútbol se encuentran con la servilleta que Karen lanzó y que no cayó en el basurero, sino casualmente junto a la copa de cristal rojo. «Este lugar está lleno de agentes de la migra», eso está escrito a mano, rápidamente, en el idioma de donde provienen los cuatro. Y, a continuación: «No se han llevado a los cuatro de allá que chillan bajo el televisor, ni al copero ni a la señora ni a don Julio ni a los de la cocina solamente porque ustedes están aquí y no quieren prensa ni cámaras que los ventilen».
…….. —Tráigame una maniçoba —responde de inmediato Lucho, buscando su teléfono.
…….. —Tráigame un ragú de oreja en salsa —responde Kyli, con lentitud inusual.
…….. Al pedir la comida, por primera vez se dan cuenta de que en la pared alta sobre ellos está instalado un enorme televisor donde pasan el último gol, al final del minuto agregado al alargue de la final entre el Pachuca y el Mamelodi Sundowns.
…….. Así, por primera vez, logran ver que la gente borracha ahí en realidad no los está mirando a ellos —a los cuatro viejitos operados de Florida que dicen haber sido deportistas de élite en la época del capitalismo catastrófico—, sino a lo que está ocurriendo en el televisor arriba de sus cabezas.
…….. Se dan cuenta al mismo tiempo de que se están contemplando en el espejo al frente, cuatro futbolistas en la cima de su carrera participando en un certamen histórico donde cada partido fue un espectacular dispositivo de fuerzas militares en alianza con la mercadotecnia y los medios de control masivos para cazar por cientos de miles a aficionados latinos, árabes, africanos a quienes llevaban por millas al centro carcelario internacional y así usar estas muchedumbres apresadas como punto de negociación con sus comunidades en resistencia contra los gobiernos, como punto de ventaja contra sus gobiernos nacionales y las élites de esos países extranjeros, de manera de chantajearlos a todos y conseguir contratos para explotar recursos naturales, alianzas de política económica mundial, negocios pequeños, empresas enormes.
……… A menos que ellos cuatro decidieran encarnar a esos deportistas admirados.
…….. A menos que ellos cuatro decidieran volverse poderosos, semidioses, omnipotentes y al hablar en la cancha —celebrando—, ejercieran su capacidad de jugar con los millones de personas que los siguen y, al pactar si darían espectáculo o aburrimiento para movilizar o detener a quienes trabajan como esbirros en la inmigración del régimen, de enardecer a los cientos de millones de personas no a que escapen a donde ellos indicarán el mismo día de la final entre el Pachuca y el Mamelodi Sundowns —dos clubes insignia de la segregación y del agotamiento del apartheid—; a menos que les pidieran no correr a protestar y atacar a la Guardia Civil, los Marines, la policía y la migra con bombas artesanales, pancartas y acción directa suicida, sino a que de una vez dejen de usar tal producto, tales servicios, todo eso —de usar dinero incluso. Ni una sola compra, ni una sola transacción por una semana completa, tan solo que seguirían trabajando en lo que les dé riqueza inmediata, eso pedirían Julián Álvarez, Luis Suárez, Kylian Mbappé y Ousmane Dembélé en un live simultáneo desde un bar anónimo, los cuatro juntos por todas las redes sociales y —acto seguido, si hubiera repercusiones de las empresas, de la federación, de los gobiernos—, por último que dejaremos de pagar. impuestos.
…….. Ahí mismo, cuando toman su decisión, es que este texto se vuelve un relato especulativo o una columna de opinión contingente, una ficción o una arenga que ayuda o delate a quienes como yo teman ser detenidos durante el espectáculo del goce multitudinario.
…….. Ahí mismo —ni viejos ni jóvenes— los cuatro se estiran justo a tiempo cuando la copa de cristal rojo estalla en mil pedazos y con la sangre caliente que estaba adentro, que la cubría, en millas de direcciones; todos los miembros junto al zumbido ensordecedor lo ocupan todo y se hacen uno —quien levanta la cabeza y comprende que esa persona en el espejo del bar vacío es una sola—, al unísono el bombazo, el grito de gol.

Foto de Yasin Alsbey en Unsplash

Carlos Labbé  (Santiago de Chile, 1977) es escritor, músico, guionista, crítico y editor. Tiene el título de magíster en Letras con una tesis sobre Roberto Bolaño. Su primera novela Libro de plumas (Ediciones B, 2004) lo convirtió en uno de los nuevos referentes de la literatura chilena. Sus obras  Navidad  y  Matanza  (Periférica, 2007),  Locuela  (Periférica, 2009),  Caracteres blancos  (Periférica, 2011),  Piezas secretas contra el mundo  (Periférica, 2014) y  Coreografías espirituales  (Periférica, 2017) lo han consagrado como uno de los autores más relevantes de la literatura latinoamericana, por lo que fue considerado por la revista  Granta , en 2010, como uno de «los mejores narradores jóvenes en español». En 2008, fue uno de los fundadores de Sangría Editora en Chile, de la que es coeditor. X: @carloslabbej

 

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Posted: June 22, 2025 at 11:00 pm

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