Essay
¿Por qué el tiempo se encoge y se estira como un caprichoso acordeón?

¿Por qué el tiempo se encoge y se estira como un caprichoso acordeón?

Efraín Villanueva

Getting your Trinity Audio player ready...

Share / Compartir

Shares

[Este ensayo trenzado pertenece a Curiositas, una serie para saciar nuestra curiosidad y maravillarnos explorando los porqués y cómos de nuestro mundo y nuestra conexión con lo que nos rodea]

Abandoné mi natal Barranquilla en un lejanísimo 1999. Desde entonces, cada visita había sido una desconexión de la cotidianidad de mi vida fuera de ella –sea en Los Andes bogotanos, en el aislamiento del Midwest gringo o en la oscuridad perpetúa de los cielos alemanes– y una reconexión con mis raíces caribeñas. Ambas, desconexión y reconexión, siempre cargadas de brevedad. No fue así en mi más reciente paso por la ciudad, en diciembre de 2024.

Una mañana noté que la cama no se sentía como prestada, sino como la mía. Todo lo percibí como si nunca hubiese dejado de ser mi realidad. El aire acondicionado y la brisa marinoribereña. La inevitable música de cada espacio público y privado. Las dinámicas familiares. Los encuentros con amigos. Alemania, mi hogar por los últimos nueve años, dejó de serlo y se tornó un punto foráneo, distante y diminuto del mapamundi en el que parecía haber estado vacacionando. El calendario marcaba dos semanas desde mi arribo a Colombia, pero yo las sentía como si fuesen meses.

Dilataciones temporales como esta son bastante comunes: la mayoría hemos vivido ocasiones en que el tiempo parece ir más lento cuando estamos aburridos o tenemos dolor, pero más rápido cuando nos estamos divirtiendo o a medida que envejecemos. En un día en la oficina lleno de tareas prosaicas, las horas se arrastran como un siglo, pero una tarde de risas con amigos concluye en un pestañeo. Esto no implica que el tiempo realmente se haya movido más lento o rápido. Ni la rotación ni la traslación de la tierra se ven afectadas, tampoco las manecillas o los mecanismos digitales de los relojes. Teniendo en cuenta esto, no debería existir discusión sobre cómo diez segundos son diez segundos tanto para mí como para la vecina que, mientras escribo, veo por la ventana haciendo yoga en el edificio de al frente. Y, sin embargo, hay ocasiones en las que percibimos el tiempo encogerse y estirarse como un caprichoso acordeón.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::⏳

Se asume que el universo y el tiempo nacieron en el mismo instante. La energía y la materia emitida por el Big Bang no se transformaron inmediata y simultáneamente en el universo que hoy conocemos. De hecho, un suceso llevó a otro y este a otro y aquel a uno más. Por el tiempo es que vivimos en una realidad de causalidad, en la que unos sucesos llevan a otros. Por la forma en la que lo percibimos, no experimentamos nuestro nacimiento, vida y muerte simultáneamente: “el tiempo es lo que impide que todo ocurra a la vez”.

El tiempo es parte de nuestra realidad y atestiguamos –humanos y animales, aunque con variaciones– su transcurrir en cada instante. El sol alumbra por las mañanas, se retira al final de la tarde y regresa la mañana siguiente. Las estaciones siguen su ciclo anual. Las plantas de nuestras casas crecen o se marchitan. Una fisura en el andén, desatendida, se convierte en un bache. Estos cambios son indicativos del pasar del tiempo y el tiempo es, a su vez, una medida de esos cambios. Si viviéramos en un universo sin cambios, quizás el tiempo no existiría, o no sería necesario.

Es gracias a Albert Einstein sabemos que la duración del tiempo es relativa. Lo explicaba con un ejemplo. A espera en la plataforma de una estación de trenes, B está en un tren llegando a la estación. Cuando el tren está exactamente a mitad de camino, un rayo impacta su parte delantera y otro su trasera. Para A, los rayos cayeron al mismo tiempo. Para B, el rayo delantero cayó primero. ¿Por qué? Como la luz siempre viaja a la misma velocidad y el tren se mueve hacia delante, la luz del rayo delantero recorrió una distancia más corta y llegó a los ojos de B primero. La duración del tiempo depende de la posición y movimiento del observador.

Sabeth, mi esposa y acompañante durante el viaje a Barranquilla, confesó una experiencia similar a la mía, “siento como si hubiese vivido en Colombia por mucho tiempo”. No fue así para mi hermana, quien nos ofreció posada: aparte de una “vibra diferente”, no experimentó ninguna distorsión temporal. Sabeth y yo íbamos en el tren; mi hermana, esperaba en la estación. El ejemplo de los trenes, sin embargo, se refiere a un único evento. Nuestra estadía, en cambio, era irreducible a un momento específico y los tres no estuvimos siempre juntos.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::⏳

Las señales que los sentidos envían al cerebro para indicarle lo que ocurre afuera son lentísimas –alrededor de un 1m/s, 300 millones de veces más lenta que la electricidad al interior de un computador. Para el momento en el que el cerebro las recibe, más el tiempo que le toma procesarla, lo que ocurrió en el exterior habrá terminado hace menos de un segundo. Técnicamente, vivimos en el pasado. O, que es lo mismo, el presente no existe. Matemáticamente es así: el presente es un punto sin duración en el tiempo, continuamente reemplazado por el futuro y convertido en pasado.

Aun así, nos movemos con la sensación de un ‘ahora’ en una realidad coherente. Esto podría deberse, según la teoría más aceptada, a tres tipos de células cerebrales. Las ‘de lugar’, que toman nota del sitio en el que nos encontramos y detalles contextuales (si hace frío, si hay música, etc.). Las ‘de tiempo’ y ‘las de rampa’, que mapean la duración del evento. Por cada situación de nuestras vidas, estas células crean ‘episodios’ en un orden secuencial.

¿En qué momentos, entonces, se desajusta el sistema? Mi teoría preferida está ligada a la memoria ‘episódica’. En ciertas situaciones, como las de peligro, el cerebro añade al episodio más información de la de una situación cotidiana, para referencias futuras –muchas personas que han estado en sucesos extremos reportan que el tiempo se movió en cámara lenta. Al recordar un evento de este tipo y notar que está saturado de detalles, asumimos que debió haber durado minutos, aunque solo hayan sido segundos. Es decir, la duración del tiempo es una estimación retrospectiva, dependiente de la riqueza del recuerdo.

Por otro lado, la teoría de la ‘cognición incorporada’ propone que las emociones pueden influir en la percepción del tiempo. El cuerpo tiene un ‘reloj interno’ que mide el tiempo según sus propios ritmos, como el latido del corazón o la frecuencia con la que nos da hambre.  Pero eventos de alta carga emocional –el dolor o el frío, por ejemplo– podrían alterar nuestros ritmos internos, llevándonos a fijarnos en ellos –en el dolor o el frío– con mayor intensidad. Sin distracciones, esta fijación nos lleva a sentir que el tiempo pasa más lentamente.

Ahora todo encajaba. Después de un periodo considerable lejos de Barranquilla, los estímulos antes habituales los percibí con una renovada energía. Las conversaciones en español costeño, los sabores de la comida, el calor caribeño, todo era familiar, pero también novedoso. En dos semanas, mi cerebro registró un volumen de datos mayor a lo usual y la densidad y carga emocional de esa información desaceleraron mi percepción del tiempo.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::⏳

Nuestra apreciación del tiempo también depende de la edad. De niños, nos enfrentamos a un mundo desconocido. A medida que experimentamos o aprendemos algo nuevo, las células ‘de tiempo’, ‘de lugar’ y ‘de rampa’ están ocupadísimas almacenando tantos detalles como sea posible y el tiempo parece pasarnos con lentitud. A medida que crecemos, ocurre lo contrario. Entre mejor entendemos el mundo, menor la necesidad de prestar atención a lo que nos rodea, y grabamos menos detalles. El mundo deja de sorprendernos porque nos llenamos de rutinas y habremos experimentado la mayor parte de las cosas a las que nos exponemos. [A propósito, el primer artículo de Curiositas va de del desarrollo de la curiosidad y los modelos internos humanos.]

Esto me lleva a concluir lo obvio: que el tiempo es la limitante más significativa de la vida y es, simultáneamente, la vida. No podemos impedir que el tiempo pase, pero sí podemos evitar que nos sobrepase. Aprovechar el tiempo es la única forma de aprovechar la vida. Si la vivencia de nuevas experiencias influye en nuestra percepción del tiempo (de la vida), buscar sorprendernos activamente con cosas nuevas podría ser –como lo recomiendan algunos expertos– una estrategia para sentir que el tiempo (la vida) no se nos escapa de las manos, sino que nos pasa lenta y segura.

 Incluso las cosas pequeñas –tomar una ruta diferente a casa, reorganizar el espacio de trabajo o realizar tareas cotidianas de forma inusual– fuerzan al cerebro a salir de su piloto automático, a prestar atención a los detalles y a generar más recuerdos, lo que podría traducirse en una percepción de mayor duración del tiempo (de la vida). Nuestro reloj interno es más que un cronómetro, es un narrador subjetivo a través del prisma de nuestras vivencias. Aunque el tiempo físico siga su curso inalterable, nuestra percepción de su fluir seguirá siendo una danza fascinante entre la objetividad del universo y la subjetividad de nuestra co

Photo by Elisabeth Brenker

 

Efraín Villanueva. Escritor colombiano radicado en Alemania. Ha publicado los libros Tomacorrientes Inalámbricos (Premio de Novela Distrito de Barranquilla, 2017), Guía para buscar lo que no has perdido (XIV Premio Nacional de Libro de Cuentos UIS, 2018) y Adentro, todo. Afuera… nada (Mackandal, 2022). Es Magíster en Escritura Creativa en español de la Universidad de Iowa y tiene un título de posgrado en Creación Narrativa de la Universidad Central de Bogotá. Sus trabajos han sido publicados en diversas antologías y medios como Granta en español (España); ArcadiaEl HeraldoPacifista!ViceRevista Corónica (Colombia); Revista de la Universidad de MéxicoRoads and KingdomsIowa City Little Village MagazineLiteral MagazineIowa Literaria (Estados Unidos); entre otros.

 

 

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.

Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores y columnistas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de esta revista ni de sus editores, aunque sí refrendamos y respaldamos su derecho a expresarlas en toda su pluralidad. / Our contributors and columnists are solely responsible for the opinions expressed here, which do not necessarily reflect the point of view of this magazine or its editors. However, we do reaffirm and support their right to voice said opinions with full plurality.

 


Posted: June 23, 2025 at 11:54 pm

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *